Este diálogo presenta rasgos comunes con el Cármides, que debió de escribirse poco después. Por su contenido, también está próximo al Banquete, obra ya de madurez. La obra analiza el significado de la palabra amistad (philía), en busca de una definición correcta; pero tras varios intentos, desiste en poder precisarla. Un fracaso dialéctico que deja ver la riqueza de planteamientos típica de los inicios filosóficos de su autor. Lo excepcional del diálogo es que supone la primera «investigación» sobre el amor y la amsitad de la que tenemos noticia, en una Grecia que identificó muchas veces amistad con utilidad. Por supuesto, esta búsqueda se realiza siguiendo el método dialéctico: indirectamente, destruyendo las teorías falsas o las supuestas definiciones anteriores, el diálogo va conduciendo hacia las preguntas que, adecuadamente respondidas, proporcionarán el significado correcto.
La pregunta planteada, qué supone ser amigo, es suscitada por la presencia junto a Sócrates de cuatro jóvenes atenienses (Lisis, Menéxeno, Hipotales y Ctesipo) que le animan a dialogar en la bulliciosa atmósfera de la palestra. El propio filósofo es el encargado de contarnos el encuentro y el diálogo subsiguiente. El siguiente resumen sigue los epígrafes de la versión manuscrita, numerados del 203 al 223.
- 203-207b - Sócrates se encuentra con Hipotales y Ctesipo, que están en la palestra (especie de patio porticado donde los jóvenes llevaban a cabo ejercicios físicos, leían o conversaban). Descubre que Hipotales está enamorado de Lisis, y que le dedica versos donde celebra las posesiones y gestos de su padre y su abuelo. Sócrates le echa en cara que estos encomios son en realidad hacia el propio Hipotales, si lograra conseguir al muchacho. Hipotales le pide consejo, y Sócrates accede a entrar en la palestra junto a Ctesipo, para conocer al propio Lisis. Efectivamente, Menéxeno (primo de Lisis) se acerca a ellos y, poco después, lo secunda el muchacho.
- 207c-211d - Sócrates inicia sus preguntas a Lisis, cuestionando cómo es posible que, si sus padres desean que sea feliz, no le permiten realizar actividades que pueden hacer incluso sus esclavos (como llevar el carro): felicidad y libertad, que dependen de la madurez y del conocimiento adquirido. «En aquello en lo que hemos llegado a ser entendidos, todos confían en nosotros, griegos y bárbaros, hombres y mujeres. Haremos, pues, en esas cosas lo que queramos, y nadie podrá, de grado, impedírnoslo, sino que seremos en ellas totalmente libres y dominadores de otros, y todo esto será nuestro porque sacamos provecho de ello». En este punto, entra el concepto tradicional de amistad: ¿será alguien amigo nuestro por las cosas en las que somos útiles?
- 211e-213d - Preguntando a Menéxeno sobre su amistad con Lisis, Sócrates inicia un planteamiento subjetivo: ¿quién es amigo de quién, el que ama o el que es amado? Entran aquí nociones como la del amor no correspondido, que niega por tanto cualquier tipo de amistad, y de expresiones como amigo de los caballos y similares. Sin embargo, no se llega a una respuesta clara.
- 213e-216b - Sócrates deja de conversar con Menéxeno y pasa a Lisis, con el que busca un principio explicativo de la amistad. Partiendo de los filósofos naturalistas, que habían planteado la atracción de lo semejante por lo semejante (Empédocles, Anaxágoras) o la atracción de los contrarios (Heráclito, Crátilo), Sócrates plantea la cuestión de si esta afinidad no habrá que buscarla en algo más profundo, como la bondad. Siguiendo la primera afirmación, los buenos serían amigos, pero como no serían útiles uno al otro (al ser semejantes) no podrían serlo. {Aquí creo que se incurre en un grave error, al aplicar sobre en este camino un argumento que ya había negado antes, el concepto utilitario de la amistad}. En el segundo caso, lo amigo estaría atraído por lo enemigo, lo que tampoco es posible.
- 216c-218c - Se define un punto entre lo bueno y lo malo, y este punto intermedio será amigo de lo bueno (porque nada puede ser amigo de lo malo, y lo bueno no puede ser amigo de su semejante). Se ofrece una comparación con el cuerpo, algo ni bueno ni malo, pero amigo de la medicina (aunque sólo por la presencia de la enfermedad). Asimismo, los que buscan el saber no son los muy ignorantes, ni tampoco los que ya saben, sino los que, ignorando, al menos se dan cuenta de que hay cosas que desconocen. Este mismo argumento lo encontrábamos en Critón.
- 218d-220b - Aunque parece haber llegado a una definición correcta, Sócrates decide seguir adelante. El cuerpo es amigo de la medicina por la presencia de la enfermedad, pero, visto de otro modo, lo es porque la enfermedad lleva a la salud. Se trata por tanto de nuevo el concepto de finalidad y del amor originario: si el cuerpo es amigo de la medicina, y esto por ser amigo de la salud, ¿no será amigo de la salud por ser amigo de algo que está más allá? ¿No habría que definir la amistad en base al amor primero que esté detrás de todos los demás.
- 220c-223b - Interviene ahora, sin finalizar el argumento anterior, otra consideración: si desapareciera el mal que nos hizo amigos del bien, ¿seguiríamos siéndolo? Continuando el mismo ejemplo: en caso de no existir la enfermedad, no parece que la medicina sirviera de mucho al cuerpo. Finalmente irrumpen varios temas, como el deseo, el eros, la connaturalidad, que parecen adelantar el análisis ofrecido en el Banquete. Uno busca lo connatural a él (lo que no es lo mismo que lo semejante); el bien es connatural a todo, y lo malo, extraño. Pero esto parece coincidir con el argumento de que lo semejante busca a lo semejante {?} y por tanto es nulo.
Resumiendo, este diálogo no hace más que dar vueltas a las palabras (amistad, amor, semejanza), sin llegar a una solución clara. Así concluye: «Ahora, Lisis y Menéxeno, hemos hecho el ridículo un viejo, como yo, y vosotros. Pues cuando se vayan éstos, dirán que nosotros creíamos que éramos amigos -pues yo me cuento entre vosotros- y, sin embargo, no hemos sido capaces de llegar a descubrir lo que es un amigo».
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