Breve diálogo de la primera época, datado entre los años 394-391 aC. Como es habitual, se basa en el método de la refutación para dejar sin argumentos al supuesto «adversario» de Sócrates, pero únicamente con la intención de sacarlo de sus errores. En este caso se trata el tema de la inspiración poética: Sócrates refuta la tesis del rapsodo Ion de Éfeso que dice ser experto sólo en la poesía de Homero gracias al dominio de una técnica y un conocimiento adquirido. Pero el filósofo le dice que puede ser experto en cualquier poeta, pues los rapsodos recitan gracias a un don o una condición divina que les transmite la poesía que trasladan a sus oyentes.
Nuestro resumen sigue los epígrafes del manuscrito, numerados del 530 al 542.
- 530-532b - El diálogo se inicia con el saludo de Sócrates a Ion, quien le informa de su victoria en el certamen de Epidauro. Además, se jacta de ser el que mejor conoce a Homero, aunque dice no serlo en otros poetas como Hesíodo y Arquíloco. Sin embargo, Sócrates le hace ver que al tratar todos los poetas los mismos temas, aunque de distinta manera, Ion puede entonces ver quién habla mejor o peor sobre ellos, y esto lo convierte en un experto en todos.
- 532c-542 - Llegan luego dos largos discursos de Sócrates en los cuales describe la existencia de una fuerza o condición divina que lo hace transmisor de ciertos mensajes de la divinidad que comunica al auditorio. Si el poeta no está inspirado y sin razón, no podrá poetizar. Esta inspiración es comparada con el magnetismo que un imán transmite a un eslabón de una cadena, que a su vez puede magnetizar a otro: el que explica e interpreta a un poeta debe haber sido inspirado por las palabras del poema, e inspirará a su audiencia las mismas sensaciones. Continúan luego diversas refutaciones, acompañadas por cinco citas homéricas que apoyan la tesis de Sócrates. La obra acaba con la acusación al rapsoda de que no responde a lo que se le pregunta, tratando de escabullirse.
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