Se trata de un proceso para recusar la candidatura de Evandro para el arcontado. En el año 382/381 aC, hay en Atenas un arconte de nombre Evandro, y se admite en general que el acusado del presente discurso es esta persona, pues la fecha más probable coincide (se nombra la ocupación espartana de la Cadmea tebana, que ocurrió en 382 aC). Eso significaría que el acusador, a quien Lisias había preparado su discurso, perdió el juicio.
Al parecer, Trasibulo de Cólito había conseguido que se recusara la candidatura de un tal Leodamante, y dado que el suplente era Evandro, los amigos de Leodamante se disponen a devolver el golpe al grupo rival. Sin embargo, el proceso anterior debió de ser largo, y los tesmótetas, quizá para favorecer a Evandro, han presentado su candidatura el último día posible. Eso hace que los jueces deban dar un veredicto ese mismo día, y si es desfavorable dejarán a Atenas sin arconte epónimo (hasta que pueda ser sustituido), y por tanto sin los sacrificios tradicionales para la fiesta de Zeus Salvador que se celebra al día siguiente.
El acusador atribuye esto último a las intrigas de Evandro, pero su caso es más bien débil, porque en lugar de acusarlo por un cargo concreto afirma que «no tiene las manos puras» y que muchos «morían arrestados por culpa de hombres como éste». Es cierto que los cargos pudieran estar en el fragmento perdido del inicio, o que este discurso fuera secundario a otro, donde sí se detallaran, pero ninguna de las dos cosas parece probable.
En el diálogo el acusador trata de indisponer al tribunal contra Evandro, especialmente señalando su relación con la oligarquía, e intenta rebatir por adelantado la defensa del acusado (liturgias, buen comportamiento durante la democracia). De nuevo, lo acusa vagamente de «ser partidario de la oligarquía», estableciendo que perteneció al grupo de los que se quedaron en Atenas y fueron «culpables de tales delitos» (aunque no señala cuáles fueron éstos ni por qué lo cuenta entre ellos). Finalmente llega el verdadero blanco de los ataques del acusador, y nos encontramos con un conjunto de gravísimas acusaciones contra Trasibulo (responsable como decimos de la recusación de Leodamante y defensor de Evandro), probablemente adoptando un punto muy subjetivo, como cuando dice que «entregó las naves» y sabemos por Jenofonte que fue víctima de una emboscada donde le fueron arrebatadas. El acusador, que debió de ser también un hombre importante en Atenas, se compara con Trasibulo, concluyendo que es superior y más digno de crédito. Este final poco normativo resulta eficaz retóricamente, pero no dan la impresión de doblegar a un jurado que probablemente viera en Evandro a un hombre moderado, aunque partidario en el pasado de la oligarquía.
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