Otro discurso consistente únicamente en el epílogo, por lo que podría tratarse también de una deuterología, es decir, de un discurso complementario al principal, aunque esta vez no es seguro, ya que al inicio se dice que sólo hay un acusador, los cargos quedan expuestos con claridad y la argumentación es más que suficiente para un caso con una base jurídica tan débil como éste.
Esta causa constituye la culminación del caso sobre Ergocles (cuyo discurso acusatorio también es obra de Lisias): fue condenado a muerte, pero cuando se confiscaron sus bienes no aparecieron los treinta talentos que supuestamente había malversado. Se sospechó entonces que la cantidad había ido a parar a manos de alguno de sus amigos, y Filócrates fue la cabeza de turco elegida. El proceso, por tanto, pertenece al mismo año que el anterior o, a lo sumo, al siguiente: 389-387 aC.
No sabemos qué indicios podían existir de su culpabilidad, pero el acusador no aporta más que probabilidades, alegando que Ergocles lo había nombrado administrador de sus bienes y trierarca, todo ello debido a su amistad. De aquí se pasa a una presunción de culpabilidad, y el orador afirma que el acusado debe demostrar que no tiene los treinta talentos o que Ergocles no los robó y fue condenado injustamente (lo que constituye una trampa perversa, pues eso le enfrentaría a toda la Asamblea). Además, el discurso se centra en la capacidad del acusado para sobornar, y asegura que ha comprado testigos que declararán su enemistad con Ergocles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario