La escuela de Mégara, una de las
líneas de pensamiento socrático, fue fundada por Euclides (quien no debe ser confundido con el geómetra de Alejandría), uno de los seguidores de Sócrates. El calificativo de «escuela» debe matizarse convenientemente, pues no siempre se tienen claras las relaciones maestro-alumno, y se piensa más bien en posiciones parecidas que parten de influencias comunes.
Las ideas iniciales de Euclides parecen una fusión del pensamiento eleático y el socrático, por lo que también se le considera sucesor de la
escuela de Elea. Por ejemplo, Euclides identificó la Unidad (definida por Parménides como eterna e inmutable) con la forma del dios socrática (Idea de dios en la
terminología platónica), y lo llamó Razón, Bien, Sabiduría, etc. Pero Euclides no estaba interesado en la esencia, sino en el Bien: lo que importa es el bien moral y la voluntad de la persona para alcanzarlo.
Estilpón continuó la tendencia eleática, introduciendo un monismo estricto y negando la posibilidad de cambio o movimiento. En el campo de la ética, Estilpón promovía la libertad, el autocontrol y la autosuficiencia, aproximándose así a posiciones cínicas. Algunos de los sucesores de esta línea de pensamiento (Diodoro Crono y Filón de Mégara) desarrollaron la lógica de tal manera que pueden ser considerados una escuela nueva, y son llamados erísticos o dialécticos. Reexaminaron la lógica modal e iniciaron un debate sobre las proposiciones condicionales, siendo así precursores de la lógica estoica.
A través de Estilpón, la influencia megárica llega a los erétricos. Por su parte, Zenón de Citio, que fundó el estoicismo a partir de ideas de la escuela cínica, estudió o compartió ideas con Estilpón, Diodoro Crono y Filón.
Una lista de los filósofos megáricos puede dar buena muestra del desconocimiento que tenemos sobre sus obras y pensamiento, salvo contadas excepciones. Las noticias nos llegan a través de Vidas de los filósofos más ilustres, obra de Diógenes Laercio (siglo III) y en ocasiones por ciertas notas de la Suda (siglo X). Por si la distancia en el tiempo entre estas obras y los autores de que hablan no fuera suficiente, debemos notar que existía la costumbre (o creencia) de formar relaciones de profesor-alumno en función de las ideas desarrolladas por los pensadores, lo cual puede distorsionar la visión que nos ha quedado de ellos.
Euclides de Mégara
Su vida se desarrolló aproximadamente entre el 435 y el 365 aC. Uno de los presentes en la muerte de Sócrates, cuyas palabras tenía en tanta estima como para, según una anécdota, infiltrarse en Atenas vestido de mujer durante uno de los períodos en que a los megarenses se les prohibía la entrada. Supuestamente, tras la muerte de su maestro regresó a Mégara, donde dio refugio a algunos de sus seguidores, entre ellos un joven Platón. A continuación fundaría la escuela que tratamos, que acabaría llegando al siglo de vida. Sus alumnos directos más importantes serían Ictias (que lo sucedería en la escuela), Eubúlides de Mileto, Clinómaco de Turio y Trasímaco de Corinto.
Usó el diálogo y el método erístico para defender sus tesis, generalmente extrayendo consecuencias absurdas de las conclusiones de las ideas contrarias a su pensamiento. Conservamos el nombre de seis diálogos escritos por Euclides (Lamprias, Esquines, Fénix, Critón, Alcibíades y Amatorio), pero ninguno nos ha llegado salvo en un epítome de Diógenes Laercio. Como ya hemos indicado, sostenía que el Bien era único, eterno e inmutable, y que no existía nada opuesto a lo Bueno (ya que el no-ser no puede existir sin convertirse en una especie de ser, y dado que la esencia del Ser es lo Bueno). Sostenía, como Sócrates, que el conocimiento es virtud, y que sólo con el estudio de la filosofía podía entenderse el mundo.
Clinómaco de Turio
Vivió en la primera parte del siglo IV aC. Al parecer, su énfasis en la lógica y la dialéctica puede ser considerada como la fundación de una nueva escuela, la de los dialécticos o erísticos. La Suda lo hace alumno directo de Euclides de Mégara, y profesor de Brisón de Acaya (éste sería, a su vez, el instructor de Pirro, fundador de los escépticos).
Ictias de Mégara
Hijo de Metalos; discípulo de Euclides, y su sucesor al frente de su escuela a mediados del siglo IV aC. Fue colega de Trasímaco de Corinto. Diógenes de Sínope, el cínico, le dedicó un diálogo.
Trasímaco de Corinto
No conocemos casi nada de él. Seguramente aprendió de Euclides, siendo compañero de Ictias. A su vez, habría sido maestro de Estilpón.
Pasicles de Tebas
Hermano del cínico Crates (nexo entre los cínicos y los estoicos). Supuesto discípulo de Euclides y supuesto maestro de Estilpón, aunque más bien sería contemporáneo de este último.
Eubúlides de Mileto
Discípulo de Euclides, de quien al parecer era sobrino. Fue maestro de diversos dialécticos, como Apolonio Crono y Eufanto. Tal vez escribió un libro acerca de Diógenes de Sínope, el cínico. Su fama se debe al establecimiento de argumentos paradójicos -aunque algunas se adscriben a Diodoro Crono-. Siete de ellas son famosas: la paradoja del mentiroso (un hombre dice que miente; si es verdad, entonces no miente; si no es verdad, entonces es falso que mienta), las tres paradojas sobre el desconocimiento de personajes que resultan ser familiares (Electra, el inadvertido y el velado), la paradoja del montón o sorites (basada en que, si unos pocos granos de arena no forman un montón, y si añadimos un grano más tampoco; cómo es posible llegar a algo que sí llamamos montón), la paradoja del pelado (parecida a la anterior, pero basada en el desconocimiento en que arrancar un pelo de una cabellera convierte al sujeto en calvo) y la paradoja del cornudo (tienes lo que no has perdido; no has perdido cuernos; luego eres un cornudo).
Eufanto de Olinto
Más que filósofo, Eufanto fue historiador y poeta trágico. Discípulo de Eubúlides, fue maestro de Antígono, quien posteriormente guerrearía contra los otros sucesores de Alejandro Magno y se nombraría rey de Macedonia (306 aC). Además de varias tragedias, Eufanto escribiría Sobre la monarquía, libro que dedicaría a Antígono.
Apolonio Crono
Nacido en Cirene, fue discípulo de Eubúlides y maestro de Diodoro Crono. Sólo nos quedan simples menciones por Diógenes Laercio y Estrabón.
Diodoro Crono
Llamado el Dialéctico, sobrenombre que traspasó a sus hijos. Hijo de Ameinias de Yaso, vivió en algún momento de su vida en la corte de Ptolomeo Sóter (principios del siglo III aC). Su fecha de muerte se calcula en torno al 284 aC. Entre sus alumnos se contarían Filón de Mégara y Zenón de Citio.
Aunque la influencia de los megáricos es clara, no se sabe con certeza si perteneció a la escuela, o cual fue la relación con los otros pensadores de la línea. Por eso se ha pensado en una escuela de dialécticos iniciada por Apolonio Crono o tal vez por Clinómaco. De las doctrinas de Diodoro nos han llegado únicamente fragmentos, y ni siquiera conocemos los títulos de sus obras.
Profundizó en la dialéctica, buscando una teoría de demostraciones y proposiciones hipotéticas. Así como pensaba que el espacio era indivisible e imposible el movimiento (había negado las aporías de Zenón de Elea para negarlo), en el campo de la lógica rechazaba que la noción fundamental pudiera dividirse. Negó la entrada en existencia y la multiplicidad tanto en tiempo como en espacio, y consideraba que todos los objetos formaban parte de un único compuesto de infinitas partículas indivisibles. Tal vez fue el autor de algunas de las paradojas que se le asignan a Eubúlides. Rechazaba la creencia de que el lenguaje fuera ambiguo, y achacaba cualquier error o incertidumbre en la comunicación a los hablantes.
Dio una solución al problema aristotélico de los contingentes futuros (si un hecho del futuro puede verse en el presente como verdadero o falso) usando para ello lo que se llamó el argumento dominante (si un hecho no ha sucedido, se deduce que en el pasado era una certeza que no pasaría; como toda certeza en el pasado es necesaria, era necesario que en el pasado el hecho no sucediera; como una imposibilidad no se puede deducir de lo que es posible, siempre es imposible que el hecho sucediera; luego si un suceso no será cierto en el futuro, nunca lo habrá sido ni lo será).
Estilpón de Mégara
Vivió aproximadamente entre los años 360 y 280 aC. Fue el sucesor de Ictias al frente de la escuela megárica, aunque antes pasó por el círculo cínico, ya que supuestamente fue discípulo de Diógenes de Sínope.
Fue maestro de diversos
pensadores erétricos (Menedemo y Asclepíades), estoicos (Zenón de Citio) y escepticos (Timón el Silógrafo). Ateneo (en el siglo III) nos da el nombre de otra alumna: Nicareta, una hetera de buena familia; Diógenes Laercio la hace su amante.
El concepto ético de Estilpón se aproximaba al de los cínicos y estoicos. Aplicó las ideas de la escuela eleática a la doctrina del bien, consistente para él en la impasibilidad del alma. En un pequeño fragmento conservado clasifica los bienes en tres tipos (bienes del alma, bienes del cuerpo, bienes externos), para demostrar que el exilio no arrebata el bien. Criticó la teoría platónica de la imitación entre la realidad sensible y el ser, pues para él lo universal no está contenido en lo individual y concreto: la esencia de los objetos no puede ser alcanzada por los predicados sobre ellos.
Brisón de Acaya
Tal vez alumno de Estilpón y Clinómaco, y supuestamente maestro del cínico Crates de Tebas, el escéptico Pirrón de Elis, y el cirenaico Teodoro el Ateo. Confundido muchas veces con el algo anterior en el tiempo Brisón de Heraclea (un sofista que trabajó en la aproximación del valor de pi).
Filón el Dialéctico
Llamado Filón de Mégara, aunque en realidad su ciudad de procedencia se desconoce. Famoso por los diálogos con su maestro, Diodoro Crono, sobre la idea de lo posible y los criterios de cumplimiento en las proposiciones condicionales. Como Aristóteles, sostenía que no sólo es posible lo que es, o será, sino también lo que es adaptable a la finalidad concreta del objeto en cuestión.