Seguimos para este autor la edición de Biblioteca Gredos, con la traducción y las notas de Juan Manuel Guzmán Hermida introducidas por Juan Signes Codoñer.
Aunque Isócrates pueda parecer un autor de segunda fila frente a la oratoria de Demóstenes o a la filosofía de Platón y Aristóteles, las ideas que defendió, tanto en educación como en política, acabaron triunfando. Su modelo educativo, basado en la retórica, conformó el sistema de enseñanza helenística e hizo extensiva la literatura a grandes segmentos de la población. Sólo el movimiento neoplatónico de la época imperial romana convirtió el modelo educativo de Platón, basado en la dialéctica, en uno de los ejes culturales del mundo antiguo. Del mismo modo, su defensa de la concordia entre las ciudades griegas y la lucha contra los persas como superación de las desavenencias encontraron fiel reflejo en la política de Filipo II de Macedonia. Isócrates supo intuir el cambio que se avecinaba en el mundo griego, y le dio forma en sus escritos y su labor de maestro; algunos le han llamado oportunista por ello, profeta otros.
Isócrates nació en 436 aC, en el demo ateniense de Erquía, hijo de un acomodado fabricante de flautas. De su período juvenil, dominado por la guerra del Peloponeso, poco sabemos, pero es claro que tuvo que realizar su servicio militar. En la lista de sus supuestos maestros pueden encontrarse el sofista Pródico de Ceos y el orador Terámenes, pero nada de esto es seguro. Sí está más clara su relación con Gorgias, de quien tomó la prosa poética como modelo para su estilo, aunque evitando los excesos y distanciándose de él de forma crítica en sus propios escritos.
Su obra está compuesta por veintiún discursos y nueve cartas. En ellos configura un estilo propio construido con un léxico sencillo, cuidando los efectos formales (eufonía de palabras, cláusulas rítmicas al cerrar las frases) y expresando ideas complejas en largos periodos encadenados de forma que la lectura resultara fluida y natural. Su respeto hacia la tradición poética estará más centrado en su aspecto formativo (de ahí la alta consideración hacia los poemas gnómicos) que en el formal (y por ello el papel secundario concedido a Homero).
La carrera literaria de Isócrates se inicia a partir del 404 aC, con el fin de la guerra contra Esparta. Su familia se había arruinado a consecuencia del conflicto, e Isócrates se vio obligado a componer como logógrafo discursos judiciales para sustentarse. Ignoró siempre esta parte de su producción, aunque es posible que de ella surgiera su vocación literaria.
Hacia el 390 aC (aunque la fecha concreta es discutida), Isócrates funda su propia escuela en Atenas. Por si fuera poco, el número de alumnos creció gracias a la fama de su Panegírico (380 aC). Entre ellos encontramos algunos famosos, como el general Timoteo, los historiadores Éforo de Cime y Teopompo de Quíos, los oradores Hipérides e Iseo o el trágico Teodectes. La procedencia diversa de estos alumnos permitió el establecimiento de contactos personales con diferentes gobernantes griegos, a los que luego dirigiría Isócrates buena parte de sus discursos.
La guerra social entre Atenas y sus aliados (357-355 aC) marcó un cambio en la política y la obra de Isócrates, y afectó también a su prestigio. El ascenso de la Macedonio de Filipo II dejaba sin lugar a la hegemonía ateniense que Isócrates había defendido. Poco después, todavía en el 354 aC, se vio obligado a escribir su Antídosis: un ciudadano elegido para asumir la carga denominada trierarquía (los costes del equipamiento de un barco de guerra), denuncia a Isócrates y reclama un intercambio de bienes con él. Isócrates perdió el proceso, y escribió la obra en descargo, como un alegato ante sus conciudadanos en el que se defiende de las falsas acusaciones y recorre su vida y sus ideas. Tras varios años de silencio, Isócrates recupera la iniciativa política y su prestigio con el discurso A Filipo (346 aC).
Los años siguientes vieron un recrudecimiento de la tensión entre Atenas y Macedonia, y el prestigio de Demóstenes, orador contrario a Filipo aumenta considerablemente. En esta situación escribe el envejecido Isócrates su Panatenaico, concluido en 339 aC. Al año siguiente, las tropas atenienses y tebanas fueron derrotadas en Queronea, y según se cuenta, Isócrates, contrario a este enfrentamiento armado, consternado y cansado, se dejó morir. Pocos meses después, Atenas lo honró junto con los soldados caídos en combate, como una víctima más de la guerra. Su influencia posterior fue enorme, y tanto en el mundo griego como en el romano muchos autores imitaron su estilo y analizaron su obra.
Esta sería, pues, una lista de sus obras, a las que podríamos añadir un conjunto de cartas de autenticidad discutida:
- Discursos judiciales: Contra Eutino, Contra Calímaco, Contra Loquites, Sobre las bigas, Trapecítico y Eginético. Todos ellos fueron escritos entre 403 y 390 aC. Sabemos que al menos tres fueron contestados durante el proceso por discursos preparados por Lisias.
- A Demónico. Conjunto de proverbios y sentencias. De fecha indeterminada, y de autoría incierta.
- Contra los sofistas. Una suerte de «declaración de principios» al abrir su escuela de retórica, en el 390 aC.
- Elogio a Helena. Discurso retórico levemente posterior al anterior.
- Busiris. Discurso retórico que puede fecharse entre 390 y 385 aC.
- Panegírico (380 aC).
- Plateense (374-371 aC).
- A Nicocles (hacia el 374 aC).
- Nicocles (372-365 aC).
- Evágoras (370-362 aC).
- Arquidamo (¿366 aC?).
- Sobre la paz (357-355 aC).
- Areopagítico (357-354 aC).
- Antídosis (354/353 aC).
- A Filipo (346 aC).
- Panatenaico (339 aC).
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