Nota: existe un mitógrafo helenístico del mismo nombre, así como otro Pisandro, también épico, del siglo III aC.
La fecha de producción del poeta Pisandro puede realizarse solo de forma muy indirecta: dado que Rodas (donde se encuentra Camiro, la patria del poeta) explora el Mediterráneo oriental a mediados del siglo VII aC, es ahí donde muchos estudiosos sitúan la producción de la Heraclea, como trasunto de ese interés colonizador.
La Suda indica que Pisandro escribió una obra sobre los trabajos de Heracles en dos libros, además de otros poemas que se le atribuyeron de forma errónea. Dice allí que «fue el primero que le confirió la clava a Heracles», ejemplo del afán innovador de este poeta, que se siente libre para transformar los detalles de la leyenda. Algunos de ellos quedaron dentro del canon, pues por ejemplo Teócrito nos informa de que «dijo cuántos trabajos llevó a cabo Heracles».
Por todos estos datos podemos suponer con bastante seguridad que la Heraclea de Pisandro trataba los famosos doce trabajos. Por los testimonios que nos llegan sabemos que trataba del león de Nemea (golpearlo con una clava y usar su piel después de matarlo parece que fueron innovaciones de Pisandro), la hidra de Lerna (según Pausanias, es posible que en las versiones anteriores a la de Pisandro el monstruo solo tenía una cabeza), la cierva de Cerinea, los pájaros de Estínfalo (que Pisandro convirtió en devoradores de personas, e hizo a Heracles expulsarlas con el sonido de unos crótalos –en lugar de matarlas–), el robo del ganado de Gerioneo, la búsqueda de las manzanas de oro en el Jardín de las Hespérides y, seguramente, el jabalí de Erimanto.
Para confirmar esta última aparición debemos basarnos en el siguiente verso (convertido en un proverbio, a decir de Hesiquio), en el que aparecen los centauros (que intervienen al inicio de esa leyenda):
No hay sentido común entre los Centauros.
No tenemos testimonios sobre el resto de trabajos (la limpieza de los establos de Augías, la captura del toro de Creta, así como de Cerbero, la búsqueda de los caballos de Diomedes y la consecución del cinturón de Hipólita, reina de las amazonas).
Además de los doce trabajos, debían tratarse otras leyendas sobre Heracles, como su campaña contra Troya o sus aventuras en occidente. Por ejemplo, quizá trataba el tema de los Cércopes, cuando escribe los siguientes versos, conservados por un escolio a Aristófanes:
En las Termópilas, la diosa de ojos de lechuza, Atenea, hizo brotar para él aguas termales, junto al cantil de la mar.
Desconocemos el contexto del siguiente verso, conservado por Estobeo:
No debe provocar indignación el decir incluso una mentira para salvar la vida.
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Si desea saber más sobre la épica arcaica o consultar la bibliografía utilizada, visite nuestra entrada al respecto.
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