Hacia el 390 aC (aunque la fecha concreta es discutida), Isócrates funda su propia escuela de retórica en Atenas. El discurso que inaugura este período es Contra los sofistas, un verdadero programa de intenciones de su escuela, aunque en su forma conservada sea únicamente un proemio de un desarrollo más amplio que se ha perdido. Encierra un alegato contra la enseñanza dialéctica y contra los maestros de oratoria política.
Isócrates se pronuncia principalmente contra dos escuelas: la erística (esto es, los polemistas o aficionados a la discusión por sí misma), que teoriza sobre problemas éticos; y la que se dedica a enseñar elocuencia política mediante técnicas fijas. Isócrates es partidario, por su parte, de adaptar la técnica oratoria a las cualidades de cada uno y al asunto que trata. Retórica y filosofía serán para él conceptos idénticos, e insistirá en la conciencia moral que deben tener los buenos oradores. El discurso aparece dividido en dos partes, dedicadas una a la filosofía de la dialéctica, y otra a la virtud política.
Éstos son algunos fragmentos interesantes:
Si todos los que intentan educar quisieran decir la verdad y no se comprometieran a más de lo que pueden cumplir, no les tendrían en mal concepto los ciudadanos comunes, pero ahora, los que se atreven a fanfarronear muy irreflexivamente, han hecho parecer que deciden más sensatamente quienes eligen la molicie que quienes se ocupan de la filosofía.
Se jactan de saber el futuro, pero no son capaces de decir ni de aconsejar nada de lo que es preciso para el presente.
Veo que las difamaciones no se producen sólo contra los que se equivocan, sino que también son acusados al mismo tiempo todos los demás que se dedican a esta ocupación.
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