Diálogo de la primera época, o tal vez del grupo de transición (según qué rasgos se resalten).
Los dialogantes son Sócrates, Hipias de Élide, aclamado por su gran cantidad de saberes (pero a quien Platón echaba en cara que no tuviera una escala de valores adecuada), y Éudico, discípulo de Hipias, que hará las veces de mediador. En la situación representada, Hipias acaba de dar un discurso o una clase sobre Homero. Su alumno invita a Sócrates a dialogar con él, y el filósofo plantea una pregunta: ¿cuál de los dos grandes personajes de la mitología, Aquiles y Odiseo, es mejor? Sócrates demostrará la ignorancia de Hipias, pues desde el planteamiento inicial de éste (la bondad moral es un tipo de sabiduría) lo conducirá a una paradoja (quien hace el mal voluntariamente es moralmente mejor que quien lo hace sólo involuntariamente y por ignorancia). Lo que los razonamientos han alcanzado no puede admitirlo el sentido común, y el diálogo finaliza en una aporía: no se llega a una conclusión, y los dialogantes reconocen su ignorancia.
El diálogo se sostiene por una serie de paradojas, con sutilezas no demasiado diferentes de las habituales entre los sofistas que Platón tanto criticaba. Por ejemplo, se dice que no hay diferencia entre el mentiroso y el hombre veraz, pues ambos conocen la verdad (uno la esconde, el otro la muestra); también que el mentiroso es superior al hombre veraz (pues el primero disimula la verdad con conocimiento, mientras el segundo puede equivocarse y engañar a los demás involuntariamente). En ningún otro diálogo la discusión se lleva hasta tal absurdo. Se ha intentado probar que la obra no salió de la pluma de Platón, dada la poca gracia y el escaso interés de este diálogo, pero la cantidad de veces en que es nombrada por Aristóteles (en su Metafísica) lo hace prácticamente imposible.
Para el resumen seguimos los epígrafes de la versión manuscrita, numerados del 363 al 376.
- 363-364b - Escena inicial en la que se presenta la situación y enseguida se plantea la cuestión a tratar.
- 364c-372a - Hipias parece identificar a los astutos con los mentirosos (como Odiseo). Sin embargo, Sócrates le hace ver que los mentirosos, al ser los más capaces, también pueden ser los más veraces: son las mismas personas, y no completamente contrarios. Lo hace despacio, pasando por diversas ciencias, y no deja de aprovechar para burlarse irónicamente de la mera acumulación de saberes por parte de Hipias. Sócrates vuelve a insistir en que la mentira no diferencia a Aquiles de Odiseo, pues el primero también miente al amenazar con su partida de Troya, y luego no llevarla a cabo.
- 372b-376 - Insiste Sócrates en la conclusión de que los que hacen el mal voluntariamente son mejores que los que lo hacen involuntariamente (a pesar del sentido común y de lo que puedan decir las leyes), pero está dispuesto a que Hipias le saque de su error a través de las consabidas preguntas capciosas. En este caso, realiza una comparativa entre una característica moral y diversas cosas físicas: un corredor bueno que corra lento y mal a propósito seguirá siendo mejor que uno que lo haga involuntariamente. {Pero esta comparativa no puede llevarse a cabo de manera adecuada, pues cuando se dice que es preferible un esclavo que obre mal y cometa errores voluntariamente, antes que uno que lo haga involuntariamente, y a pesar de que Hipias deja continuar a Sócrates y el diálogo sigue adelante, la respuesta lógica es una negativa rotunda y tajante: al esclavo que no sabe se le puede enseñar, al que sabe pero obra mal es mejor no tenerlo como esclavo}. Finalmente, ante la dificultad de que este razonamiento conduzca a un resultado lógico, Sócrates no se extraña de que el hombre común (él mismo) no pueda hacerlo, pero lo terrible es que tampoco lo hagan los sabios (Hipias y los suyos).
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