El Saco de Troya

La mayoría de fuentes antiguas, incluyendo la Crestomatía de Proclo, atribuyen este poema a Arctino (el mismo que la Tabula Borgiana hacía autor de la Titanomaquia y que la Tabula Iliaca hacía autor de la Etiópida). Si fuera esto cierto, su composición sería de finales del siglo VIII aC.

El resumen de Proclo sobre este poema queda como sigue:
A esto suceden los dos libros del Saco de Troya de Arctino de Mileto, cuyo contenido es el siguiente:
Los troyanos, recelosos por el asunto del caballo, en círculo a su alrededor discuten qué debe hacerse. Unos opinan que se le despeñe, otro, que se le queme. Otros aseguran que, como objeto sagrado, deben ofrecérselo a Atenea. Al fin prevalece la opinión de estos.
Entregados a la alegría, se banquetean, en la idea de que se han librado de la guerra.
En ese mismo momento aparecen dos serpientes que matan a Laocoonte y a uno de sus hijos.
Desazonados por el prodigio, los compañeros de Eneas se retiran al Ida.
Sinón, que antes se había introducido subrepticiamente en la ciudad, levanta las antorchas para hacer señales a los aqueos.
Los que llegan por mar de Ténedos y los del caballo de madera atacan a los enemigos y tras dar muerte a muchos toman la ciudad al asalto.
Neoptólemo mata a Príamo, que se había acogido al altar de Zeus Herceo.
Menelao, una vez que encuentra a Helena se la lleva a las naves después de matar a Deífobo.
A Casandra la arrastra por la fuerza Áyax, hijo de Ileo, que se lleva a la vez la imagen de madera de Atenea. Irritados por ello, los griegos deciden lapidar a Áyax, pero él se acoge al altar de Atenea y se salva así del peligro que lo amenazaba.
Luego los griegos zarpan y Atenea maquina su perdición en el mar.
Después de que Ulises mata a Astianacte, Neoptólemo toma como recompensa a Andrómaca y reparten el resto del botín.
Demofonte y Acamante descubren a Etra y se la llevan consigo.
Luego, tras incendiar la ciudad, degüellan a Polixena sobre la tumba de Aquiles.
En este poema debía tomar gran importancia el robo del Paladión, episodio que difería del presentado en la Pequeña Ilíada, pues allí se habla de dos Paladiones y, según Dionisio de Halicarnaso (en Arqueología Romana), Arctino escribió que solo existía uno, y que los aqueos se hicieron solo con una copia.

Se trataría luego el tema del famoso caballo de Troya. Por un resumen del Epítome (de pseudo-Apolodoro), se cree que el poema de Arctino nombraba a Casandra (la profetisa a la que nadie creía), además de a Laocoonte, advirtiendo sobre el peligro del caballo. Aparece aquí una nueva diferencia con el poema de Lesques, pues Eneas se aleja de la ciudad al ver que las serpientes devoran a Laocoonte, mientras que en la Pequeña Ilíada era hecho prisionero por Neoptólemo.

Otra pequeña divergencia aparece con el personaje de Sinón, que aquí cobra una importancia secundaria, y es capaz de introducirse en la ciudad y hacer la señal a las naves desde la ciudadela (y no desde la tumba de Aquiles). También la muerte de Astianacte es diferente, pues esta vez muere arrojado de la torre por Ulises, a petición de los griegos.

El sacrilegio contra Atenea cometido por Áyax Oileo es una de las versiones de este hecho. En otras narraciones el acto impío era violar a Casandra ante la imagen de la diosa. Esta historia se mantuvo en el tiempo, y en época histórica, las familias nobles de Lócrida (la patria del personaje) enviaban a sus hijas para servir a Atenea en Troya.

Tenemos un pequeño escolio a Eurípides para explicar que Agamenón, además de devolver a los teseidas a Etra, madre de Teseo, les ofreció otros regalos:
A los Teseidas les concedió obsequios el poderoso Agamenón, así como al ardido Menesteo, pastor de pueblos.
Otro breve fragmento, del gramático Diomedes, quiere hacer ver que Arctino creó el metro yámbico, al derivarse de un personaje llamado Yambo. Es imposible ubicarlo dentro de la narración del poema:
Yambo permaneció un momento a horcajadas con un pie por delante del otro, mientras sus miembros en tensión se robustecian y tomaban un vigoroso aspecto.
Por último, un fragmento algo más extenso nos deja un escolio de la Ilíada. En él se trata de la comparación entre los médicos Macaón y Polidario:
Pues su propio padre, el famoso Sacudidor de la tierra, les concedió dones a ambos, pero a uno lo hizo más glorioso que a otro.
Al uno lo dotó de manos más ligeras, para sacar dardos de la carne, para cortarlos y para sanar las heridas todas. Al otro en cambio le puso en el pecho todo el esmero para reconocer lo oculto y para curar lo incurable. Él fue el primero que reconoció los ojos brillantes y la mente aturdida de Áyax cuando enloqueció.

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Si desea saber más sobre la épica arcaica o consultar la bibliografía utilizada, visite nuestra entrada al respecto.

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