A pesar de la indiferencia hacia este diálogo de críticos y lectores de todos los tiempos, se trata de una de las obras platónicas más inquietas y mordaces. La supuesta escena transcurriría en algún punto entre 415 y 404 aC, aunque el diálogo fue escrito entre 388 y 385 aC
El diálogo se abre y se cierra con una conversación de Critón con Sócrates, que actúa como marco al relato que el filósofo hace de sus discusiones del día anterior con dos renombrados sofistas extranjeros, los hermanos Eutidemo y Dionisodoro. El propósito declarado del diálogo es persuadir al joven Clinias, nieto de Alcibíades, de que es necesario filosofar y ocuparse de la virtud.
Platón despliega recursos efectivamente teatrales: los personajes poseen contornos psicológicos acabados, y las escenas una vitalidad muchas veces notable. Los dos sofistas llegan a mostrarse demasiado caricaturescos y sus argucias resultan de un calibre excesivo. Al mismo tiempo, las transformaciones que se operan en Clinias y Ctesipo parecen un tanto esquemáticas. Pero no puede negarse la habilidad en el armado de las secuencias y en la articulación en un todo de pensamiento y acción.
El siguiente resumen sigue la numeración de los epígrafes de los manuscritos, del 271 al 307.
- 271-275c - Diálogo inicial entre Critón y Sócrates. En primer lugar se comenta la situación del día anterior, con la llegada al vestuario del Liceo, donde está Sócrates preparado para irse, de Eutidemo y Dionisodoro, junto con Clinias, Ctesipo y otros seguidores. Sócrates compara la dialéctica erística de ambos sofístas con el pancracio, el combate griego donde todo vale. Eutidemo y Dionisodoro aseguran poder enseñar virtud más rápido que cualquier otro, y Sócrates decide ponerlos a prueba, diciéndoles que persuadan a Clinias de la importancia de filosofar y ocuparse de la virtud.
- 275d-277c - Relato del primer diálogo con los sofistas. Eutidemo y Dionisodoro juegan con Clinias al preguntarle si los que aprenden son los que saben o los que ignoran, pues utilizan un término que sirve tanto para la noción de «aprender» como para la de «comprender». Dionisodoro admite a Sócrates que todas sus preguntas son así de capciosas, pues cualquiera de las opciones que se responda, podrá ser refutada.
- 277d-282 - Relato de la primera exhortación socrática. Sócrates acude en ayuda de Clinias, explicándole el doble sentido de la palabra. Se dispone él mismo a mostrar su forma de enseñanza, por lo que va preguntando al joven según su manera habitual. Partiendo de la premisa de que todos los hombres quieren ser dichosos o felices, se llega a admitir que el medio para ello son los bienes, aunque no basta sólo con poseerlos sino que es necesario saber usarlos. Finalmente, con falsa modestia, trata de que Eutidemo y Dionisodoro sigan desde aquí, demostrando si es preciso adquirir todo el conocimiento en su totalidad, o bien si hay uno solo que debe alcanzarse para llegar a ser un hombre feliz y bueno, y cuál sería éste.
- 283-288d - Relato del segundo diálogo con los sofistas. Se producen nuevos juegos de ambigüedades, discutiendo sobre si pronunciar una mentira es un enunciado verdadero. Sócrates, cansado de ello, retoma su intento desde el punto en que había quedado.
- 288e-290d - Relato de la segunda exhortación socrática. Con la ayuda de Clinias, indaga acerca de la naturaleza del conocimiento que es necesario poseer para lograr el buen uso de los bienes.
- 290e-293a - Diálogo central entre Critón y Sócrates. El primero interrumpe la narración para asegurarse de lo pronunciado por Sócrates, y entonces se cuenta cómo no llegaron a un resultado satisfactorio en la búsqueda de ese conocimiento, a pesar de que creían haberlo identificado con el del estratego.
- 293b-304b - Relato del tercer diálogo con los sofistas. Eutidemo trata de jugar con Sócrates, pero éste, al responder a sus preguntas no sólo lo que se cuestiona, sino agregando añadidos que precisan el significado de las expresiones, logra eludir las trampas del lenguaje. Luego llega una lucha de falacias cruzadas entre los dos hermanos y Ctesipo, que parece haber aprendido muy bien de su arte erística. Sócrates, finalmente, pone en entredicho este sistema, por no aportar nada e ir en contra de cualquier argumento, y aconseja a los hermanos que tengan cuidado de no mostrar su arte, habida cuenta de la facilidad con que puede transmitirse.
- 304c-307 - Diálogo final entre Critón y Sócrates. El primero cuenta cómo se encontró con alguien, experto en crear discursos, que había visto la escena narrada por Sócrates, y lo criticaba por ello. El filósofo arremete también contra los que, como este nuevo personaje, se encuentran a medio camino de la dialéctica y de la política.
Las secuencias de los diálogos con los sofistas no exhiben otro progreso que el del mayor número de falacias a las que recurren los vanidosos sofistas en las discusiones. Algunas son meras argucias, otras encierran importantes y difíciles problemas, como la naturaleza de la estructura verbal predicativa, la confusión del significado relativo con el absoluto, la que concluye la imposibilidad de contradecir, etc. Muchas se basan en juegos de palabras que deben ser explicados, lo que hace que las notas a pie sean necesariamente extensas. Estas falacias serán después estudiadas por Aristóteles en Refutaciones sofísticas. Por su parte, las secuencias de las exhortaciones socráticas sí que ofrecen un sostenido progreso, como ya se ha visto.
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