Posiblemente el mejor de los diálogos de Platón, y también el más ameno. Combina la pintura de las situaciones rica en detalles y la expresión de los problemas filosóficos más difíciles con el más alto refinamiento composicional. Pertenece al período medio o de madurez, en el que se aborda la naturaleza ontológica de las diversas Ideas. El método socrático de preguntas y respuestas aparece sólo fugazmente, y encontramos sin embargo un duelo de discursos sobre el amor. Parecía ser un género en boga en el siglo IV aC, si bien no hemos conservado prácticamente nada (debido, como en otros casos de literatura sobre el amor -Safo, Anacreonte, Alceo, comedia nueva-, a la quema por parte del clero bizantino).
El diálogo tiene lugar tras una comida, en el momento llamado sympósion. Los personajes que acompañan a Sócrates forman la segunda generación de sofistas, siendo discípulos de las grandes personalidades de este movimiento: Fedro de Lisias, Pausanias de Pródico, Erixímaco de Hipias, Agatón de Gorgias. Los discursos de estos personajes parecen contener referencias al diálogo Lisis, que trataba sobre la «amistad», bien refutando alguno de sus conceptos, bien ampliando una parte del mismo. La intervención de Sócrates, basada en un supuesto diálogo anterior mantenido con Diotima, sacerdotisa de Mantinea, va contestando en orden inverso a los cinco primeros oradores.
Ésta es el resumen de la obra, siguiendo los epígrafes de los manuscritos (numerados del 172 al 223):
- 172-173 - Escena introductoria. Es un pequeño prólogo que sirve como marco, aunque su diálogo no vuelve a reanudarse ni en el transcurso de la narración ni al final de la obra. En él, Apolodoro, un reciente y fiel admirador de Sócrates, se tropieza con varios amigos, ricos hombres de negocios, que le piden que les cuente lo ocurrido en la celebración de la victoria del poeta trágico Agatón, ocurrida varios años atrás (en 416 aC, mientras que el supuesto encuentro tendría lugar en el 400 aC, y la composición del diálogo por Platón entre 384 y 379 aC). Poco antes, otro conocido suyo, de nombre Glaucón, le había pedido lo mismo, pues tuvo conocimiento del asunto por boca de un tal Fénix que, a su vez, se había informado de Aristodemo, fiel discípulo de Sócrates presente en la reunión. Precisamente es de Aristodemo de quien procede la información que cuenta Apolodoro, quien pudo confrontar algunos puntos con el propio Sócrates. Finalmente, comienza la narración de los acontecimientos según Aristodemo.
- 174-178a - Introducción: Llegada de Sócrates a la casa de Agatón. Propuestas de Erixímaco (que beban moderadamente, puesto que la mayoría de los presentes había bebido mucho el día anterior; y por otro lado, siguiendo la idea de Fedro, que cada uno pronuncie un discurso de alabanza en honor de Eros).
- 178b-180b - Discurso de Fedro. Poco interesante, es un himno a la divinidad: define lo que es un dios y enumera los dones que otorga. Eros es el más antiguo de los dioses (siguiendo a Hesíodo y otros autores cosmogónicos), es el causante de los mayores bienes para los hombres, e inspira valor y sacrificio (como lo demuestran los ejemplos de Alcestis, Orfeo y Aquiles). Fedro entiende por éros la pasión sexual, especialmente la que se da entre personas del mismo sexo. Su énfasis en el adiestramiento militar y su despectiva referencia a lo musical hace que parezca más un discurso de un espartano que de un ciudadano ateniense.
- 180c-185c - Discurso de Pausanias. Intenta profundizar en la esencia de Eros, advirtiendo que, de la misma forma que existen dos Afroditas, la celeste y la popular, hay también dos Eros: el Eros popular prefiere más el cuerpo, mientras que el celeste prefiere el alma. Si la intención es buena y tiene como fin el perfeccionamiento moral e intelectual de los amantes, cualquier acto homosexual está justificado. Mas la actitud de los griegos es diversa según las regiones (Beocia y Élide lo aceptan; Jonia y Asia Menor lo condenan; Atenas mantiene una postura complicada y ambivalente).
- 185d-185e - Primer interludio: el hipo de Aristófanes le impide llevar a cabo su discurso y debe ceder su turno. Erixímaco demuestra su pedantería al proporcionar una triple receta para solucionar su hipo.
- 186-188 - Discurso de Erixímaco. Se siente capacitado por sus conocimientos de medicina para ir más allá de lo que Pausanias había dicho, e insistir en la naturaleza cósmica de Eros como fuerza que actúa en el conjunto de la naturaleza. Su concepto del Eros se basa en la armonía: establece un contraste entre el Eros bueno y las buenas consecuencias de la reconciliación de los opuestos, y el mal Eros y las consecuencias del fracaso. No condena el Eros vulgar, sino que lo recomienda con cautela y sin exceso.
- 189a-189b - Segundo interludio: Aristófanes se prepara para hablar.
- 189c-193d - Discurso de Aristófanes, construido más sistemáticamente que los demás. Su intervención puede dividirse en dos partes: el mito (dividido a su vez en la descripción del estado antiguo de la humanidad -seres de dos cuerpos unidos- y los avatares por los que ha pasado -división por su arrogancia; regalo de la procreación-) y las consecuencias derivadas del mismo (definición del amor como búsqueda de la otra mitad de uno mismo; nivelación del amor homosexual; búsqueda no sólo de la satisfacción de un impulso, sino de algo más que no se sabe precisar).
- 193e-194d - Tercer interludio: recelos de Sócrates ante el discurso de Agatón. Duda de su propia habilidad (o simula hacerlo) para ofrecer un discurso satisfactorio tras la intervención de Agatón, y trata de comprometerlo en una argumentación filosófica, pero es advertido por Fedro.
- 194e-197 - Discurso de Agatón. Se centra en la naturaleza misma del dios Eros (el más joven de los dioses; bello, tierno y delicado; incompatible con la violencia;...), para pasar a describir sus dones a los hombres. Discurso algo pobre en contenido, de estilo gorgiano, y acogido con aplausos en señal de cortesía al anfitrión.
- 198-199c - Cuarto interludio: siguen los recelos de Sócrates. Le manifiesta al médico Erixímaco que no puede pronunciar un discurso sin atenerse a la verdad, algo que han olvidado el resto de comensales.
- 199d-201c - Refutación de Sócrates a Agatón, con su técnica habitual. Hace reconocer a Agatón tres aspectos importantes: Eros es deseo de algo, Eros desea algo que no tiene, y Eros, por tanto, ni es bello ni bueno.
- 201d-212b - Intervención de Sócrates, siguiendo su propio diálogo con Diotima, años antes. Puede dividirse en dos grandes apartados: uno sobre la esencia y propiedades de Eros, y otro sobre sus efectos en los hombres. Finaliza con un epílogo en el que confiesa creer en lo que Diotima le dijo y, en consecuencia, honra por ello a Eros. Los puntos más importantes son los siguientes: a) Eros no es ni bueno ni malo, ni bello ni feo, sino algo intermedio entre todo ello; de ahí que no sea un dios, sino un daímon que hace de intermediario entre lo mortal y lo inmortal. b) Esta naturaleza le viene de su origen, pues es hijo de Penía (Pobreza) y Poros (Recurso), lo que forma sus características (búsqueda infatigable y adquisición, pérdida, muerte y resurrección). c) Todo deseo es deseo de lo bueno, y en último extremo Eros es deseo de poseer siempre lo bueno. d) Los seres humanos obtienen una especie de inmortalidad mediante la reproducción; pero Eros es un deseo de procreación de lo bello. e) Pruebas de la búsqueda de la inmortalidad obtenemos en el impulso de todos los seres por criar y proteger su prole, en la búsqueda de la fama póstuma y en la labor artística y legislativa de los fértiles en cuanto al alma. f) La manera correcta de acercarse a las cosas del amor es ascender hasta la comprensión de la Belleza en sí, lo cual se lleva a cabo en tres fases: ascensión a lo bello y sus diversos grados a través del cuerpo, alma y conocimiento; la Belleza en sí y sus atributos; creación, por parte de la Belleza en sí, de la verdadera virtud y, con ello, la inmortalidad.
- 212c-215a - Quinto interludio: llegada de Alcibiades, borracho y acompañado de otros compañeros (entre ellos una flautista), dispuestos a coronar a Agatón.
- 215b-222b - Discurso de Alcibiades: elogio de Sócrates. Lo compara con las figuras de silenos (especie de sátiros) que albergan en su interior estatuillas de dioses, y pasa a exponer el extraordinario efecto que producen en él sus enseñanzas morales. Narra la historia de su fallido intento de seducción de Sócrates, donde se demostró que el filósofo aparentemente ama a los jóvenes bellos, pero en realidad lo que le interesa es su valía interior. Alaba luego su resistencia física y su actitud en las batallas.
- 222c-223d - Escena final, en la que irrumpe un nuevo grupo de juerguistas. Algunos comensales se marchan, otros se duermen. Finalmente quedan despiertos Sócrates, Aristófanes y Agatón, enfrascados en una conversación sobre la naturaleza de la comedia y la tragedia. Sócrates sostiene que es labor del buen poeta componer tanto una como la otra, pero sus interlocutores se encuentran ya muy cansados, y se duermen. El filósofo se marcha al Liceo en compañía de Aristodemo, y pasa el día como de costumbre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario