Teognis

Aunque no puede negarse la existencia histórica de un personaje con el nombre de Teognis, intentar reconstruir una biografía resulta cuanto menos difícil.

Los dos libros de la colección de poemas en dístico elegíaco que nos han llegado con el nombre de Teognis son el ejemplo más antiguo de antología de composiciones. Conforman un conjunto homogéneo en cuanto a temática e ideología se refiere, pero debe tenerse en cuenta que reflejan una recopilación compleja, mediante la cual se establecía un modelo de poesía que, tras nacer en los simposios aristocráticos de la Mégara arcaica, circuló de viva voz entre los siglos VI y IV aC. Durante un tiempo su desarrollo oral coexistió con los textos fijados, hasta que ya a partir del IV aC se produce el proceso de selección y reorganización, que incluye la separación de poemas eróticos en un libro aparte (que algunos estudiosos consideran un añadido tardío, al no hallar citas sobre ellos en autores antiguos).

Es posible que dentro de esa colección exista un núcleo de poemas propios del tal Teognis. La fama de su obra poética habría impulsado la adición de poemas asignados a su nombre, de tradición popular o incluso de otros autores, por simple semejanza temática o formal. Por otro lado, hay un pasaje atribuido a Jenofonte según el cual Teognis solo escribió «sobre la virtud y la maldad de los hombres». Algún estudioso niega incluso la existencia del poeta; según esta hipótesis, la colección de poemas sería solamente el producto de una acumulación de la tradición poética megarense. No hay que olvidar que también de Homero se han expuesto este tipo de ideas. Para congeniar ambas teorías, se ha propuesto (como en el caso de Homero) que existiera antes de Teognis una tradición poética principalmente oral, usada por el poeta para crear ese modelo inicial que comentamos.

En general, la selección de poemas contiene una cierta universalidad (dentro de su ideología aristocrática), lo cual causa que su ubicación histórica y cronológica resulte desvaída. Sin embargo, sí es posible encontrar algunas referencias que, por ejemplo, permitan identificar la Mégara del poema con la que se hallaba en el istmo de Corinto, y no con su colonia (del mismo nombre) fundada en Sicilia hacia el 725 aC. Algunos, empezando por Platón, creyeron lo contrario, y asignaron patria siciliana al poeta, pero ya los comentaristas antiguos del filósofo le contradijeron.

En cuanto a la cronología, hay discrepancias entre los estudiosos que sitúan el período de actividad de Teognis en la época del tirano Teágenes (hacia el 630-607 aC) y aquellos que rebajan la datación a los decenios centrales del VI aC, ya que las fuentes antiguas sitúan a Teognis entre las Olimpíadas 59 y 57 (entre el 559 aC y el 541 aC) y se menciona en una poema una invasión persa identificada con la expedición de Jerjes en 480 aC (aunque dicha composición podría ser obra de un poeta posterior). Ningún argumento esgrimido por los estudiosos parece definitivo, pero ambas teorías pueden convivir si suponemos que el período más antiguo sirve como origen de una tradición elegíaca megarense de contenido político, que sería la usada por Teognis posteriormente.

La propia colección muestra cierta incoherencia secuencial, pues los fragmentos que ofrecen algún pequeño dato que permite datarlos (aunque sea aventuradamente) no parecen estar ordenados cronológicamente. La temática parece seguir cierta lógica en los primeros fragmentos, pero estos se van haciendo más dispares, con algunos retornos a temas anteriores. La mayoría de estudiosos están de acuerdo por estos motivos en considerar que los poemas de Teognis conservados son en realidad una antología (o incluso una antología de antologías). Esto explicaría también la coincidencia de versos con otros atribuidos a Mimnermo, Solón y Eveno. Sin embargo, hay diversas teorías sobre la suerte de la colección: recopilaciones ateniense y alejandrina luego refundidas en época bizantina, acumulación sobre una antología previa de poemas sueltos en época helenística, reunión de dos florilegios en época imperial y posterior adición del libro II, colección de cantos simposíacos de diferentes épocas con mínima aportación del verdadero Teognis... Casi hay más teorías que estudiosos del tema.

En cuanto a la obra conservada, y si dejamos de lado todas estas teorías y disquisiciones sobre la verdadera autoría, el libro I comienza con un proemio triple: después de pedir la ayuda de Zeus se invoca a Apolo, a Ártemis y a las Musas y Gracias. Enseguida se refiere al tal Cirno, a quien se dirigen sus consejos aristocráticos, y se disculpa (captatio benevolentiae) por no poder agradar a todos. Dichos consejos inciden en juntarse con los buenos y alejarse de los malos, desconfiar de quienes se encuentran en el poder (que «antes no conocían ni el derecho ni las leyes»), fiarse solo de unos pocos amigos (pues «Nada hay más difícil que reconocer al hombre falso, / Cirno, ni hay nada de más valor que la precaución»), ser piadoso y preferir la virtud a la riqueza, no obtener esta injustamente, o evitar asuntos imposibles.

Varias composiciones, entreveradas con los consejos, son súplicas a Zeus en las que solicita que no le lleguen desgracias o que no se ponga en su contra, que le dé fuerzas para acabar con sus enemigos o que le acoja cuando muera. En algunas se deja ver ese ambiente del simposio («no despiertes, Simónides, a quien de nosotros duerma / si, cargado de vino, un dulce sueño de él se ha apoderado»), o se exalta al combate, aunque no se desee sufrir la guerra («Mas es vergonzoso no mirar de frente la guerra, origen de lágrimas / que se presenta cabalgando sobre veloces caballos»).

El libro II, mucho más breve, empieza y acaba con poemas dedicados a los dioses del amor (Eros y Afrodita). Las palabras dedicadas a Eros subrayan tanto los efectos positivos del amor como los negativos (con ejemplos proporcionados por diversos mitos), y entroncan al parecer con un antiguo motivo de probable ascendencia épica. Por su parte, el cierre se realiza con una acumulación de epítetos de Afrodita con cierto tono ritual, sin dejar de lado el tema del amor ineludible. Los poemas adquieren cierta validez universal al estar dirigidos a jóvenes anónimos (erómenos). Algunos ejemplos son similares a los anteriores, como no abandonar a un amigo por conseguir otro o no dejarse influir por habladurías, pero se centran en el tema amoroso («Gozarás del amor que hace ya tiempo se ha alejado, / pero ya no serás dueño del que pase a tu lado»), incluyendo el desamor o incluso el odio («Ten cuidado con mi odio y con tu transgresión, y en tu espíritu graba / que, como pueda, me vengaré de tu falta»). Se repiten ciertas imágenes, como la descripción del amor no correspondido como una huida o la comparación con el milano para describir la volubilidad de carácter.

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Para saber más sobre la elegía puede leer nuestra entrada sobre los Elegíacos antiguos, a los que pertenece Teognis. Allí encontrará la bibliografía utilizada.

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