Odisea, canto decimonoveno: Coloquio de Ulises y Penélope. El lavatorio o reconocimiento de Ulises por Euriclea

Ulises y Telémaco guardan las armas, para que los pretendientes no puedan encontrarlas cuando más van a necesitarlas. Luego, Ulises acude a hablar con Penélope, y su hijo se va a dormir.
La doncella Melanto vuelve a reprender a Ulises por permanecer en la casa, pero Penélope defiende a su huésped, y comienza a preguntarle sobre su patria y linaje, al tiempo que cuenta largamente la trampa del sudario de Laertes. Ulises se hace pasar por Etón, hermano de Idomeneo, y cuenta a Penélope algunas cosas de Ulises. Ella, emocionada, le entrega vestiduras nuevas y hace que Euriclea lave sus pies y manos.
Se nos cuenta entonces cómo Ulises recibió siendo joven la herida de un jabalí en una rodilla, que le dejó cicatriz, la cual reconoce en seguida la vieja ama. Ulises la hace callar y mantener el secreto.
Penélope consulta al "viejo mendigo" sobre un sueño, en el que un gavilán mataba a los veinte gansos de su hacienda: el gavilán representa a Ulises, y los gansos a los pretendientes, destinados a morir. Luego, la esposa le comunica su intención de promover un certamen: el agujero del mango de las doce hachas, por donde deberá pasar una flecha lanzada por el arco de Ulises.

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