Considerablemente más largo que los diálogos que le preceden cronológicamente, en el Gorgias intervienen tres interlocutores (quien da nombre al diálogo, Polo y Calicles), que conversan con Sócrates sucesivamente, admitiendo quien toma la palabra que el anterior ha cometido un error. La falsa escena puede situarse en algún momento entre 427 y 405 aC, aunque es bastante obvio que el diálogo fue escrito tras el primer viaje a Sicilia de Platón.
Parece escrito apasionadamente: pesa mucho más el vigor de las afirmaciones profundamente sentidas que el rigor lógico deseable. Probablemente ello se deba a algún tipo de crisis personal: con cuarenta años, a su regreso de Sicilia, Platón tiene acumulada una experiencia enorme, aunque poco agradable, debido a la guerra y la situación en Atenas, además de la injusticia cometida contra su maestro.
No está claro si el objetivo principal del diálogo es hablar sobre la retórica o sobre la moral. Debemos tener en cuenta que toda la justicia de Atenas, y todas las decisiones políticas, se llevaban a cabo mediante un orador que convencía a su público; no era difícil confundir oratoria y política (y, de hecho, el término griego rhetor sirve para ambas esferas por igual). Así pues, podríamos decir que Platón lleva a cabo en este discurso un ataque contra la política ateniense, pero a través de la retórica: se discuten los principios morales que conducen al bienestar político.
Éste es el resumen, separado por los epígrafes de los manuscritos, numerados del 447 al 527.
- 447-448 - Llegan Sócrates y Querefonte en el momento en que Gorgias ha terminado una de sus disertaciones. Hablan brevemente Querefonte y Polo sobre el arte de Gorgias.
- 449-461a - Sócrates manifiesta que, como orador y maestro de retórica, Gorgias debe estar en condiciones de decir cuál es el objeto de su arte. Para Gorgias, la retórica es el arte que trata de los discursos. Pero Sócrates afirma que otros conocimientos versan sobre discursos (como la medicina, si la obra trata de la curación de enfermos). Gorgias entonces especifica que se trata de los discursos que producen la persuasión sobre lo justo y lo injusto, aunque para él si un orador convence de algo injusto, no debe culparse a la retórica. Para Sócrates, sin embargo, quien conoce lo justo es justo, y el justo no puede obrar injustamente {Algo falaz, por supuesto, pero clave en el pensamiento socrático-platónico: el conocimiento hace bueno al conocedor}.
- 461b-481a - Interviene entonces Polo. En su opinión, Gorgias se equivoca al pensar que el orador debe conocer lo justo. Tiene lugar uno de los temas importantes del diálogo: el mayor mal es cometer injusticia. Afirmación inadmisible para Polo, que cita el caso de Arquelao, quien reina en Macedonia, y es feliz, a pesar de sus numerosos crímenes. Sócrates expone que la injusticia afecta al alma, y sin un castigo que le libre de ella el sujeto permanece en la mayor de las desgracias. En ese caso, como lo mejor para el injusto es pagar la pena, la retórica está fuera de lugar.
- 481b-505b - Calicles, fiero defensor del derecho del más fuerte, sucede a Polo en la conversación. Asombrado, supone que Sócrates ha hablado en broma, y expone la distinción entre naturaleza y ley: por naturaleza es más feo sufrir injusticia; por ley, en cambio, cometerla. Las leyes están establecidas por los débiles para contener y atemorizar a los fuertes. Valiéndose de pasajes de los poetas, ridiculiza a Sócrates con el pretexto de aconsejarle, pues piensa que la filosofía es nociva para un hombre maduro. Sócrates cree necesario aclarar el sentido que da Calicles al concepto de «más fuerte»: el capaz de alimentar las mayores y más numerosas pasiones. A pesar de las dos alegorías (de procedencia pitagórica) que pronuncia, Sócrates no convence a Calicles de que la vida moderada es mejor que la disoluta. Entonces entabla una conversación encaminada a demostrar que el placer y el bien no son la misma cosa, hasta llegar a la conclusión de que unos placeres son buenos y otros malos. Expone que puede aunarse política y filosofía en una oratoria que tienda al bien de los ciudadanos. Bien entendido como orden, moderación y justicia: el castigo y la reprensión son mejores que el desenfreno que Calicles había defendido.
- 505c-527 - Calicles abandona la discusión, y Gorgias solicita que Sócrates establezca las conclusiones de la conversación: el hombre moderado es justo, y el justo, feliz; por tanto, hay que huir del desenfreno y practicar la justicia. La verdadera política, según Sócrates, es la que él ejercita; pero como no trata de agradar, sino de procurar el mayor bien a los ciudadanos, le sería muy difícil defenderse si su vida corriera peligro. Termina el diálogo con el mito sobre el juicio de los muertos y el destino final de las almas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario