Poetas arcaicos menores

Todos los restos conservados son posteriores a los nueve poetas mayores, y su influjo se deja notar en dos líneas de autores.

Por un lado, la lírica monódica desarrollada en la parte continental de Grecia. Diferente de la monodia desarrollada en las islas (Alceo, Safo, Anacreonte), tiene como representantes a mujeres cuyas vidas transcurren entre los siglos VI y V aC (Telesila de Argos, Mirtis, Praxila de Sición, Corina de Tanagra). Son poetisas muy metidas en cultos locales y en sus coros, creadoras de poemas míticos o himno-religiosos. Las poetisas de Argos crearon himnos y banquetes, mientras que las beocias añadieron diversas leyendas menos conocidas.

Por otra parte, conservamos escasos fragmentos de la escuela ditirámbica fundada en Atenas por Laso de Hermíone, a fines del VI aC. Atenas se había convertido en una potencia política importante, lo que se refleja en su cultura; es el momento de los orígenes del teatro, y el momento en que Laso abandona su patria peloponesia para llegar a Atenas, donde nada menos que Píndaro será su alumno. A su escuela se unen diversos autores, que dominarán el panorama literario hasta fines del siglo V aC: Apolodoro, Pratinas, Cidias, Lampocres, Diágoras, Ión, Melanípides, Licimnio,... Laso, en la corte de Hiparco, renuncia a los largos relatos de Estesícoro, y crea un arte sofisticado, internacional, que potencia al máximo la palabra, la danza y la música: surge el estilo ditirámbico (criticado por Aristófanes) a base de palabras compuestas creadas por el poeta y de alusiones difíciles de seguir. Estilo que será más extremado con la llegada a fines del V aC de otra revolución musical: la del nuevo nomo (composición monódica) y el nuevo ditirambo (composición coral). El carácter teatral es una característica de este estilo, en el que el poeta (y el coro, cuando lo hay) realizan la representación mímica del mito.

Este panorama literario tiene interés para contrastar la monodia lesbia con la continental, y para conocer el ambiente musical y literario del que dependen Píndaro y Baquílides, así como su continuación en fecha posterior. Desde finales del VI hasta el IV aC encontramos muchos fragmentos anónimos y algunos poetas conocidos, pero de la mayoría se conservan únicamente algunas palabras. Entre otros, encontramos un fragmento de Euripides (a favor de Alcibíades) y otro de Aristóteles (a la virtud de Hermias). Escribimos a continuación algunos de estos nombres, pero únicamente si el fragmento nos resulta interesante, o por su extensión es posible resumirlo. Añadimos también algunos fragmentos de autor desconocido.

~ Corina de Tanagra, con los fragmentos finales de un concurso mítico en los que discuten los montes Citerón y Helicón y canciones sobre relatos de la tradición beocia.

~ Laso de Hermíone:
Canto a Deméter y a Core esposa de Clímeno, llevando mi himno, que grita dulce cual la miel, a la grave armonía eolia.
~ Pratinas de Fliunte, sobre las innovaciones del poeta:
... no arando la tierra ya labrada, sino buscándola sin cavar.
~ Diágoras de Melos:
De acuerdo con la divinidad y la fortuna se les cumple todo a los hombres.
~ Ión de Quíos, sobre el lucero de la mañana:
Aguardamos al astro de la aurora, viajero del aire, que se anticipa a la blanca ala del sol.
~ Praxila de Sición:
Guárdate, amigo, del escorpión que hay bajo cada piedra.
~ Timoteo de Mileto, con el bello poema Los persas (sobre la derrota de la flota de Jerjes):
... honrad el pundonor, que ayuda al valor que lucha con la lanza.
Y cuando el Rey contempló aquel ejército confuso que se retiraba, emprendiendo la huida, cayendo de rodillas daba tormento al cuerpo y dijo agitado por las olas de sus desgracias: ¡Oh, ruina de mi casa y funestas naves griegas, que habéis aniquilado la juventud numerosa embarcada en las naves!
~ Telestes de Slinunte, sobre el descubrimiento de la flauta por Atenea.

~ Arifrón de Sición, con un peán a la Salud.

~ Filóxeno de Citera, con El Cíclope o Galatea, un trasunto de su propia experiencia. Filóxeno sedujo a la flautista amante de Dionisio el Joven de Sicilia, y éste lo apresó. Posteriormente, el poeta cobró venganza con este ditirambo, en el que presentaba al tirano como el Cíclope, a la flautista como Galatea, y a él mismo como Odiseo, seductor de Galatea en el poema.

~ Filóxeno de Léucade, que describe con detalle una cena con su simposio final.

~ Fragmentos anónimos:
No están ahí en el medio los dones disputados de las Musas para que se los lleve el primero que llegue.
Te traigo esta miel que he recogido de Safo.
Odio a un compañero de bebida de buena memoria.

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