Este diálogo pertenece a una causa de examen o escrutinio llevado a cabo por el Consejo de los Quinientos. En este tipo de causas se trataba de saber si el candidato reúne las condiciones exigibles para ser ciudadano, y si ha cumplido sus obligaciones civiles y militares. Pero parece que tanto el candidato como sus objetores, cuando los hubiere, aprovechaban en ocasiones las preguntas sobre religión y el trato dado a los padres como punto de partida para justificar un examen más completo. Por otra parte, el escrutinio poseía una mayor complejidad para magistraturas más importantes.
En este caso, Mantíteo, joven aristócrata, ha sido elegido para ocupar una magistratura, o tal vez un puesto de consejero. Sus adversarios le han acusado de servir en la caballería con los Treinta (basándose en que su nombre aparece en la tablilla de los reclutadores) y hacen algún tipo de alusión a sus largos cabellos (típicos en los caballeros).
El discurso supone la parte principal del caso (la compuesta por Lisias), y termina bruscamente. Su fecha de composición se situaría entre el 394 aC (año de la batalla de Coronea, que es nombrada en el discurso) y el 389 aC (año de la muerte de Trasibulo, a quien se alude irónicamente, por lo que suponemos que estaba vivo al ser pronunciado el discurso).
Es una pieza corta, con la típica construcción lisíaca de personajes: Mantíteo es representado como un joven despierto, con ambiciones pero ingenuo, generoso con sus compañeros, valeroso y alejado de vicios. Todo ello en una narración jurídicamente innecesaria, ya que se basa en que los adversarios han aludido negativamente a su carácter moral.
Además, como alega contundentemente, no estaba en Atenas en la época de los Treinta, su presencia en la tablilla de los reclutadores es menos significativa que su ausencia en la lista de caballeros sujetos a la devolución de la asignación y, por si fuera poco, los Pactos del Pireo anularían su participación (esto último no se dice en el discurso). Como no le queda nada por refutar, se dedica a poner de relieve su buena disposición para la guerra, desarrollando dramáticamente su participación en los años posteriores a la derrota en la guerra del Peloponeso.
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