Como en otras ocasiones, este discurso es sólo el epílogo, y en este caso sabemos que se trata de una deuterología, pronunciada en el segundo día del proceso. La acusación es de corrupción, malversación de fondos y traición, y aunque va dirigida contra Ergocles el discurso parece querer implicar indirectamente a todo el grupo de amigos de Trasibulo. El proceso tuvo lugar el 389 aC, al año siguiente de la campaña de Trasibulo.
Efectivamente, en 390 aC Trasibulo, el reinstaurador de la democracia, partió de Atenas con una flota de cuarenta naves para lograr mantener en el Egeo oriental una presencia naval que contrarrestara la de los lacedemonios. Nos cuenta Jenofonte que la campaña fue exitosa, y que el comportamiento de Trasibulo fue generoso y patriótico. Pero también nos dice que tomó botín para pagar al ejército, lo que provocó que en Aspendo los nativos asaltaran el campamento ateniense y mataran a Trasibulo, entre otros. El orador de este discurso, que presenta a un Trasibulo ambicioso dedicado a enriquecer a sus amigos, nos cuenta que la Asamblea exigió el regreso de la expedición para que entregaran lo recaudado y rindieran cuentas. Muerto el jefe de la expedición, acusaron al que parece ser su colaborador más cercano y partícipe de algunos hechos de la campaña, Ergocles.
Pese a la brevedad del discurso, el orador insiste en los cargos y trata por todos los medios de suscitar la irritación de los jueces contra el acusado: recuerda cómo se iba enriqueciendo mientras la ciudad empobrecía; expone sus intentos para convencer a Trasibulo de que establezca la oligarquía; y menciona el hecho de que sus amigos andan intentando sobornar a los atenienses. Finalmente se alude al tópico de la ejemplaridad del castigo.
El resultado de este proceso lo sabemos gracias al discurso Contra Filócrates, también lisíaco: Ergocles fue condenado a muerte y sus bienes fueron confiscados, aunque no se encontraron los treinta talentos que se suponían en su poder.
Atenienses: los cargos presentados son tan numerosos y terribles que no podría Ergocles, a mi entender, pagar reparación condigna a vuestro pueblo ni aun muriendo muchas veces por cada uno en particular de los delitos por él cometidos.
Por ello es justo que vosotros os defendáis imponiendo ahora el castigo a este hombre, y que mostréis a todo el mundo que no existe tanto dinero como para que os dejéis dominar por él hasta el punto de no imponer el castigo a los culpables.
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