Solón

Se calcula que Solón nació hacia el 640 aC, aunque la única fecha confirmada de su biografía es la de su labor como arconte (594/593 aC). Murió en algún momento del gobierno del tirano Pisístrato (que ascendió al poder en 560 aC), pues lo atacó en sus poemas.

Las fuentes antiguas, poco numerosas, suman a la producción poética de Solón una actividad política, así como legislativa. Se le atribuyen además sentencias filosóficas de estilo délfico, convirtiéndolo en uno de los semilegendarios Siete Sabios. Ya Heródoto (siglo V aC), lo nombra en tres ocasiones en sus Historias: en un supuesto encuentro con Creso, rey de Lidia, donde Solón se muestra con esa faceta de sabio proverbial; en otro encuentro anacrónico, con Amasis, donde se ilustra su faceta como legislador; y por último en su faceta de poeta, al hablar de la muerte de Aristocipro y de las elegías que le dedicó Solón. Estas referencias de Heródoto son testimonio de esa leyenda sobre el «filósofo itinerante», a la búsqueda de aprendizaje, que rodea a Solón en primer lugar y que después se asociará también a otra serie de autores.

Esta leyenda contribuye al sesgo dado a la biografía de Solón, pues el enfoque de cualquier biografía variará según el interés de su autor y la naturaleza de su obra. De Solón habla Aristóteles, que se concentra en datos técnicos sin dejar de valorar su actividad. Diodoro de Sicilia y Diógenes Laercio muestran datos inexactos o directamente legendarios, y Plutarco, aunque más riguroso, no deja de presentar episodios poco veraces.

Sin embargo, estas biografías nos permiten vislumbrar en su núcleo la actividad política de Solón, lo que, al combinarse con la obra conservada con su nombre, permite llegar a algunas certezas históricas, que conforman lo que se sabe de Solón: modificó las instituciones de gobierno, ejerció una actividad legislativa de carácter reformador y revisó las tradiciones sociales y culturales.

En primer lugar, no cabe duda de que Solón llevó a cabo una importante renovación de las instituciones y tradiciones. Le tocó vivir los tiempos en que la vieja organización social, con raíces en la Edad de Bronce, mantenía desigualdades sociales y conflictos entre una minoría aristocrática y una amplia población desfavorecida. Su nombre acabaría asociado a la nueva legislación que consolidó el concepto de «ciudadanía» y fortaleció la cohesión cultural e institucional ateniense.

Hay que advertir, por supuesto, que la figura de Solón se vio manipulada a lo largo del tiempo, hasta el punto de ser visto en el período clásico como un sabio inspirado y venerable. Como sucede con otros autores antiguos, se confunde así el concepto de autoría con el de «autoridad». Esto hace que muchas de las leyes atribuidas a él deban ser vistas con cierto margen de inseguridad, y lo mismo podría decirse de sus poemas.

Los fragmentos atribuidos a Solón muestran aún así una gran coherencia como conjunto poético, y conforman un valioso testimonio de la forma en que el autor vertía su ideología al verso propio del simposio. Por supuesto, también podemos pensar que los fragmentos conservados responden a una selección que pretendía mostrar aspectos muy concretos de esta ideología o de su actividad, y en este caso los aspectos unificadores e individualizadores procederían más de los creadores de la selección que del propio Solón.

Estos aspectos propios de la poesía solónica conservada serían en primer lugar la combinación entre la poesía épica y la tradición de poesía exhortativa. Esta última, más propia de la tiranía que de la democracia, resultaba de gran eficacia en su contexto político. Por otra parte, otro rasgo característico de Solón es el desarrollo de los versos troqueo y yámbico, que acabarán integrados en la poesía dramática: el poeta innova en morfológica y léxico, y une el vocabulario ático con la lengua épica antigua.

En resumidas cuentas, la obra de Solón constituye un medio excepcional para conocer muchos aspectos de la historia y la sociedad ateniense de la época. Desde el punto de vista de lo literario, nos revela la relación entre poesía y actividad política, así como la evolución de la elegía y el yambo, en la que se armoniza la influencia de la épica, la propia tradición del género y las innovaciones producidas en la Atenas arcaica. Los fragmentos conservados incluyen cierta variedad compositiva, más propia de la antigua tradición jonia que de la Atenas arcaica en que se desarrolla la actividad de Solón.


El fragmento elegíaco más largo (con 76 versos) ha pasado a ser llamada Elegía de las musas, aunque parece un título poco acertado. Constituye una reflexión sobre el poder y la justicia de Zeus frente a la insensatez humana, así como una lamentación por la inseguridad que rodea la existencia. Esta obra estaría acorde con el pensamiento arcaico representado por Hesíodo o Esquilo, tal como lo reflejará Heródoto, por lo que permite conocer en parte el pensamiento moral y teológico de Solón. El poema se organiza como una concatenación de pensamientos, y puede ser dividido en tres partes:
  • Primero encontramos una invocación a las Musas, que puede dividirse entre las peticiones del poeta (al estilo tradicional de Hesíodo) y la explicación sobre los dos tipos de riqueza, la de origen divino y la obtenida por el ser humano. Concluye con la mención de la «ate», el castigo que reciben aquellos que se obcecan con la riqueza humana.
  • La segunda parte, la más extensa, ocuparía los versos del 16 al 62. En ella se explica la forma en que el castigo de Zeus llega a los humanos y la ingenuidad de estos, que se afanan en sus míseras vidas de indiferencia («boquiabiertos nos deleitamos con vanas ilusiones». Esto se ejemplifica con el azar que domina el éxito o el fracaso en diversas ocupaciones: marinero o comerciante, agricultor, artesano, poeta, adivino y médico.
  • La última parte se inicia con la mención de la Moira, el Destino, y sirve como recapitulación. Se nombra de nuevo la «ate» y se recalca la forma en que Zeus interviene.

No parece haber duda de que tres pequeños fragmentos corresponden a la elegía llamada Salamina. En ella, Solón exhortaba a los atenienses a recuperar la isla frente a las aspiraciones de Mégara, ciudad rival. Adecuada para su ejecución pública, el propio Solón la hacía equivalente a un discurso público, pero en verso (aunque esto podría ser también una ficción en un contexto simposíaco). Los biógrafos de Solón (Plutarco, Polieno, Diógenes Laercio) coinciden en que existía una ley que impedía plantear propuestas en relación con la recuperación de la isla, y en que por tanto Solón fue muy audaz al romper este silencio obligatorio.


Buena parte de los demás fragmentos elegíacos (un total de 25) parecen responder al poema que fue llamado Eunomia. Era esta Eunomia («buena ley») una de las Horas, hijas de Temis y Zeus, junto con Dike («justicia») y Eirene («paz»). Solón describiría en este poema la situación que constituye el trasfondo de su actividad política y de sus reformas. El tono aleccionador se combina con las advertencias pesimistas («Por obra de sus enemigos enseguida una ciudad llena de atractivo / se consume en conciliábulos, caros a los inicuos»), a veces cercanas a lo apocalíptico, sobre las consecuencias que ciertas conductas pueden acarrear a la ciudad. Algunos fragmentos se limitan a tratar la vida o la vejez de forma general, mientras que en otros hay descripciones de la actitud de los poderosos, de los pobres o de los desterrados. Puede entreverse una estructura en tres partes: un brevísimo proemio a Atenea, la descripción de las funestas consecuencias de la falta de «eunomia» y la expresión de la esperanza de que se alcance una situación equitativa.


Otros 13 fragmentos, aquellos que se encuentran en tetrámetros trocaicos y trímetros yámbicos, abundan en referencias personales relacionadas con la actividad política del autor. El más largo de ellos, por ejemplo, toma la forma de un discurso político poetizado para justificar esa actividad política. «Por ello me busqué protección por todas partes / y me revolví como un lobo rodeado de una jauría de perros».

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Para saber más sobre la elegía puede leer nuestra entrada sobre los Elegíacos antiguos, a los que pertenece Solón. Allí encontrará la bibliografía utilizada.

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