Komoidía: la Comedia Antigua

De las antiquísimas procesiones de comparsas, que cantaban y bailaban por las calles, deriva etimológicamente el nombre de «comedia». Nuestro conocimiento sobre estos orígenes y sobre el desarrollo de la Comedia Antigua es excesivamente parcial, dado que las únicas obras que conservamos completas proceden de la mano de Aristófanes (y podrían no responder a un modelo genérico).

Al parecer, su reconocimiento por el Estado fue algo más tardío que en el caso de las tragedias, y comenzaron a ser representadas en la festividad de las Dionisias Urbanas del 486 aC. Entorno al 440 aC también empezaron a representarse en las Leneas.

Las comedias clásicas están contenidas en el marco de la vida en la polis, y sirven de cauce para la crítica política, social, cultural y literaria. Igualan o incluso superan en extensión a las tragedias; transmiten, con la risa, un mensaje de enorme seriedad; alternan lo grotesco y chabacano con efusiones del mayor lirismo, y poseen una estructura formal complicadísima. El poeta cómico (a diferencia del trágico) debe inventar sus argumentos, y se le exige poner al público en antecedentes. Pero al mismo tiempo este hecho lo exime de dar una consistencia psicológica más firme a sus personajes, algo que resultaría inexcusable en una tragedia.

La Comedia Antigua influyó posteriormente a autores europeos de la talla de Rabelais, Cervantes, Swift o Voltaire, que copiaron la técnica de hacer pasar un ataque político como una simple bufonada. El legado continúa, e incluso pueden verse rasgos comunes en el humor de los Monty Python.

Dejando aparte los autores de los que conocemos poco más que los nombres, a continuación presentamos un buen número de comediógrafos.

Según la tradición, Susarión de Mégara logró transmitir, hacia 580 aC, la comedia megarense, basada en bufonadas y burlas, al demo ático de Icaria, el lugar más antiguo de adoración de Dioniso y origen de la tragedia griega. Estas farsas aún no incluirían actores o argumento, pero al parecer ya aparecerían las primeras composiciones métricas para el coro. De Susarión sólo se ha conservado un yambo, y aún éste procede de Estobeo (siglos V-VI): «Escuchad, pueblo; éstas son las palabras de Susarión, hijo de Filino, desde Tripodisco de Mégara: las mujeres son una perdición; pero no es posible vivir en una casa sin perdición. Casarse o no casarse; ambas son funestas».

Antes de la evolución completa del género, existió un comediógrafo que vendría también a influir en la Comedia ateniense. Su nombre era Epicarmo, y existen diversas teorías sobre su lugar de nacimiento (ocurrido en torno al 550 aC). Usó, sin embargo, el dialecto dórico de Siracusa. Lugar al que acudiría en el 470 aC, a la corte de Hierón, y donde coincidiría con Esquilo. Moriría unos diez años más tarde. Sus obras trataron muchos temas, desde ética y filosofía hasta medicina y ciencias naturales. Escribió un gran número de textos destinados al mimo, llevó a la comedia asuntos míticos (si se hace caso a los títulos de las obras) e introdujo algunos personajes-tipo, como el parásito, el visitante o el filósofo. Dos de sus obras más exitosas fueron Agrostinos («Habitante del campo» o «Patán»), en la que trataba cómicamente el mundo rústico, y El matrimonio de Hebe, donde aparece un Heracles glotón. De los diez libros que reunían sus obras, sólo nos han llegado escasos fragmentos, gracias a comentarios de autores posteriores. Diógenes Laercio y Jámblico lo hacen alumno de Pitágoras.

Junto a Epicarmo, Aristóteles hace a Formis creador de la comedia. Sería el primero en introducir actores con las túnicas alcanzando los tobillos, y en adornar la escena con pieles teñidas de púrpura.

Pratinas, más que comediógrafo, era un experto en el drama satírico (parece que pertenecían a este género 32 de las 50 obras atribuidas a este autor). Como Tespis y Frínico, se interesó por la música y la coreografía.

De los iniciadores de la Comedia Antigua en el Ática, los primeros nombres asociados a victorias en los certámenes son Quiónides y Magnes, pero sabemos poco más de ellos. De Quiónides, nos dice la Suda (recordemos que en el siglo X) que ganó el primer certamen de las Dionisias, y nos transmite los títulos de algunas de sus obras. De Magnes sabemos algo más gracias a Aristófanes, quien en Los caballeros, critica el olvido que el público ateniense reserva para sus comediógrafos. Al recordar a Magnes alude a los disfraces usados por los coros en algunas de sus piezas (Tañedores de lira, Aves, Lidios, Mosquitos, Ranas). Su obra debió ser imitada por los comediógrafos posteriores, a tenor por esos títulos.

Conocemos mejor a Cratino, del que desconocemos sus fechas de nacimiento y muerte pero sabemos que seguía vivo, aunque ya anciano, en el 423 aC. Usó su agudo ingenio para verter una crítica política en sus obras, en las que amplió en número de actores a tres. Aristófanes tiene unas palabras para Cratino. De él ensalza la poesía y alaba sus antiguos éxitos, pero critica su lenguaje soez y en Los caballeros dice: «Ahora, en cambio, no le compadecéis, cuando le veis decir necedades, caídas como están ya las clavijas de su lira, sin tensión sus cuerdas y resquebrajadas sus junturas». El propio Cratino se burló de su propio abuso de bebidas alcohólicas en su comedia Pytíne (La botella), que venció a Las nubes de Aristófanes en 423 aC. En ella el poeta abandona a su esposa Comedia por Methe («la Embriaguez»). Cratino añadió a la Comedia muchos temas que luego serían imitados por otros autores, como el momento de Los Omnividentes en que se burla de los sofistas. También sabemos que criticó a Aristófanes por sus exagerados textos, así como por imitar el estilo de Eurípides. Se ha querido ver en este tipo de cruces de insultos una competencia entre autores llena de inquina.

Pienso, empero, que estas gracias y burlas son una manera de honrar a los competidores, al hacerlos aparecer en sus obras. Dentro del lenguaje y de la presentación temática que contienen las comedias, no hay en las referencias a otros autores esa crueldad que puede verse en otras partes. Tengamos en cuenta que se presentaban cinco comedias en cada una de las dos festividades, y que los primeros, segundos y terceros premios iban rotando de unos a otros, sin una clara hegemonía por parte de ningún autor (la preponderancia de Aristófanes es debida a los receptores de sus obras con posterioridad). No me cuesta tanto ver en esas palabras críticas, más que un insulto, un guiño a otros creadores que, muy probablemente, estarían unos cerca de otros mientras las obras se representaban, que se copiaban unos a otros los temas, y de los que, en algunos casos, la clara influencia parece definir casi una relación de maestro y alumno. Esas críticas eran, asímismo, una forma de hacer otra gracia muy del gusto del público, que disfrutaba de esa competencia tanto como hoy nos gusta encontrarla en las obras.

Un escolio (comentario interpolado) en Los caballeros de Aristófanes asegura que Crates inició su carrera como actor en la compañia de Cratino. Su primera victoria tuvo lugar a finales de la década del 450 aC o principios de la siguiente, y Aristóteles (un siglo más tarde) afirma que fue el primer ateniense en abandonar el estilo yámbico y en componer obras con una trama coherente, siguiendo el ejemplo de los poetas cómicos sicilianos. De él sólo conservamos los títulos de un buen montón de obras, y algunos fragmentos papiráceos.

De otros poetas sólo la Suda nos deja algunos títulos, y poco podemos añadir. Hérmipo de Atenas, hijo de Lisis y hermano del poeta cómico Mirtilo, usó el género para criticar la política de Pericles y el inicio de la guerra con los lacedemonios. Hegemón de Tasos creó, según Aristóteles, un nuevo género de parodia consistente en modificar o cambiar algunos versos de poemas conocidos para transformar lo sublime en ridículo. Sofrón, autor de mimos, escribió diálogos en prosa, usando el dialecto dórico y un lenguaje popular, repleto de coloquialismos y proverbios. Contenían personajes masculinos y femeninos, describiendo escenas de la vida diaria de la Sicilia griega, algunas en serio y otras en clave de humor. La Suda asegura que Platón los usó como inspiración, y puede notarse su influencia en Teócrito y Persio. Frínico fue acusado por Aristófanes de usar trucos vulgares para buscar la risa fácil, de plagio y de usar argumentos de poca cultura.

De Éupolis, contemporáneo de Aristófanes, sabemos que representó su primera comedia en la década del 430 al 420 aC, probablemente en 429 aC. La Suda nos indica que lo hizo con diecisiete años, por lo que nacería en el 446 aC. Era hijo de Sosípolis. Murió poco después de 415 aC. Aunque no se conserva ninguna obra, nos han llegado algunos títulos y un puñado de fragmentos. Por ellos sabemos que su estilo y su temática no diferían mucho de aquellos que podemos ver en Aristófanes. Parece ser que colaboró con éste en la creación de Los caballeros, aunque luego se distanciaron por ciertas acusaciones de plagio.

La importancia de Aristófanes, ya en tiempos clásicos, y la conservación de sus obras, supera en mucho a las de sus contemporáneos. Su vida y su obra se tratan en una entrada individual.

De los siguientes autores, que desarrollaron su obra a comienzos o mediados del siglo IV aC, tampoco tenemos muchas noticias, y aunque suelen ser adscritos a la Comedia Antigua, su estilo bien podría representar el paso hacia la Media. Ferécrates fue famoso por su inventiva, y autores posteriores alabaron la elegancia y pureza de su ático. De sus supuestas dieciocho obras sólo nos han llegado los títulos y más de un cuarto de millar de fragmentos dispersos. Teleclides es otro autor de la misma época, del que únicamente tenemos seis títulos y un puñado de fragmentos. En Los anfictiones presentó una époda dorada de abundancia. Platón el Cómico escribió varias obras que, a juzgar por los títulos, satirizaban a personalidades políticas de la época. Fililio introdujo algunas innovaciones menores en la escenificación, como el uso de antorchas encendidas. A Nicócares, hijo de Filónides, le atribuye Aristóteles la Deilíada («cobardía»), una parodia burlesca de la Ilíada, que no ha llegado a nuestros días.

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