Démades: Introducción. Sobre los doce años


Contamos para este autor con la traducción realizada por José Miguel García Ruiz, quien se encarga también de escribir la introducción y las notas del volumen publicado por la editorial Gredos.

Lo que no podremos encontrar, empero, es una biografía de Démades escrita en la Antigüedad, por lo que los pocos datos biográficos nos llegan dispersos en obras de sus contemporáneos (y solo por su relación en los tribunales), o bien de escritores ya posteriores.

Hijo de Démeas, un armador del demo de Peania, Démades murió en el año 319 aC. Como para entonces era ya un anciano se calcula que la fecha de su nacimiento puede situarse hacia el 380 aC. No gozó de una educación especial, y se jactaba de haber aprendido de la tribuna de oradores atenienses. Aunque tal vez estemos frente al orador más brillante de su tiempo, mereció escasa estima como persona, y ni siquiera se molestó en esconder que aceptaba gustoso los sobornos. Lo encontramos ya como oponente de Demóstenes en 349 aC, a propósito de la guerra de Olinto.

Su habilidad, sin embargo, le permitió situarse al frente del Estado por espacio de dos décadas tras la batalla de Queronea (338 aC), a raíz de la cual fue hecho prisionero. Tras haber sido enviado a Atenas como portavoz de Filipo, volvió con Esquines y Foción para negociar la paz que llevaría su nombre. En adelante, Démades sería uno de los más destacados miembros del partido promacedonio.

Fue procesado por Hiperides tras la batalla de Queronea, ya que propuso que se rindieran honores a un cierto Eutícrates, que estaba al servicio de Filipo. En 336 aC, cuando Alejandro entra en Tesalia, se le requiere de nuevo para interceder por Atenas ante Macedonia, y de nuevo cuando al año siguiente el rey exigió la rendición y entrega de los cabecillas atenienses. Con la ayuda de Foción, pudo resolver la amenaza, y como recompensa le fue concedida una estatua de bronce en la plaza del mercado, y comidas gratuitas en el Pritaneo.

A partir del año siguiente, y también con Foción, participó en el control de los asuntos externos, y acompañó a Licurgo, su posterior enemigo, en dos misiones: a Delfos, en 330 aC, para asistir a la dedicación de un nuevo templo, y a Oropo, al año siguiente, para inspeccionar ciertos juegos.

En los años siguientes su popularidad decreció, sobre todo cuando en el 323 aC, fue declarado convicto de aceptar regalos de Hárpalo. También tuvo que pagar una multa por intentar deificar a Alejandro, y por presentar mociones ilegales perdió el derecho a participar en asuntos públicos.

Pero en 322 aC se le necesitó de nuevo como mediador, cuando Antípatro amenazaba con invadir el Ática. De nuevo, con Foción, se las ingenió para aplacar al regente de Macedonia. Colaboró también con la nueva oligarquía ateniense, al proponer que los jefes democráticos huidos fueran condenados a muerte, lo que supuso el final de Demóstenes e Hiperides.

En el 319 aC, Démades se dirige a Macedonia junto a su hijo Démeas, con el fin de solicitar a Antípatro que retire sus tropas de Muniquia. Pero fue descubierta una carta que tres años antes había escrito a Pérdicas, en la que invitaba al general a invadir Macedonia. Esto supuso que Démades y su hijo fueran jugados en Atenas, y condenados a muerte.

En cuanto a sus dotes como orador, Démades fue considerado el más talentoso e ingenioso, y al parecer sobresalía especialmente en los debates improvisados. Sin embargo, de su obra solo se ha conservado, de forma fragmentaria, el discurso Sobre los doce años.

En esta obra Démades repasa sus éxitos en la política ateniense, y justifica los fracasos de la ciudad como intervenciones de sus enemigos. Se trata sin lugar a dudas de la defensa contra una acusación personal, realizada en algún momento posterior a la muerte de Alejandro. Tal vez para no perder el derecho a hablar en público o, más probablemente (puesto que habla de la ejecución como pena) para no perder la vida.

Este es el resumen del discurso, con la numeración de sus epígrafes:
  • 1-6. Suplica a los jueces un trato favorable. Añade que los acusadores tienen ventaja sobre los acusados, ya que hablan los primeros y pueden, por tanto, mover más a su favor el ánimo de los jueces. «Algo terrible acontece, jueces, a muchos de los que juzgan; pues, así como la enfermedad de los ojos, al confundir la visión, impide contemplar lo que se encuentra delante, así también un discurso injusto que se introduce en las mentes de los jueces no les permite abarcar la verdad debido a su agitación interior». Se queja de la difamación de que es objeto por parte de sus acusadores. Apoyado en una gran seguridad, afirma estar dispuesto a morir si se demuestra su culpabilidad.
  • 7-8. Habla de su nacimiento, de su falta de recursos, y de la entrada en la vida política.
  • 9-16. Las anteriores propuestas de Démades: paz con Filipo. Alejandro sube al poder y amenaza a la ciudad. Démades firma la paz, pero no es merecedor de ningún reproche.
  • 17. La actuación de Demóstenes y Licurgo como enemigos de Alejandro. Los oradores recriminaban a Démades que no aprobara...
  • 18-65. Breves fragmentos a los que es difícil asignar una posición en el discurso, o siquiera un amago de continuidad y coherencia. Un par de ejemplos: «Una palabra en vano proferida aguza las espadas, pero hábilmente dispuesta embota hasta las afiladas lanzas: el gobierno consigue más que la fuerza». «El miedo a la guerra, como la oscuridad, no tiene el mismo aspecto cuando se presenta que cuando se aleja».

Hiperides: Epitafio o discurso funebre

El discurso compuesto en honor de los caídos en la guerra lamíaca, quizá el último escrito por Hiperides, fue pronunciado en 322 aC, durante los funerales públicos acostumbrados entre los atenienses.

La obra fue muy admirada en la Antigüedad, aunque algunos críticos modernos la tachan de ser artificiosa y fría. Sin embargo, debe notarse que bajo las normas del discurso fúnebre se oculta la sinceridad inspirada del autor. El género del discurso fúnebre, uno de los principales dentro de la oratoria de aparato, tenía unas reglas rígidas y convencionales, como la confesión del orador sobre su incapacidad para realizar la tarea, la alabanza a los muertos, la consolación a los afligidos familiares, o el tributo a los antepasados y a la gloria de la ciudad. Sin descuidar estas reglas, Hiperides supo ser innovador, por ejemplo cuando centra la alabanza en un solo hombre, el general Leóstenes, al que parangona con la propia ciudad de Atenas, o cuando alude a la vida del Más Allá, algo ajeno al género.

El discurso resulta también una obra de carácter político, al exhortar a los ciudadanos a finalizar la empresa por la que habían caído Leóstenes y los suyos, lo que aseguraría la libertad de Atenas y de Grecia.

Esta es la sinopsis del discurso, siguiendo la numeración de sus epígrafes:
  • 1-3. Exordio. Contraste entre la inhabilidad del autor y la grandeza de la tarea que se le ha confiado. División del argumento.
  • 4-9. Aspectos usuales de los discursos fúnebres, como el elogio de Atenas, y de la raza y educación de los caídos.
  • 10-14. Elogio de Leóstenes, con el resumen de sus acciones de guerra.
  • 15-16. Las alabanzas a los soldados están indisolublemente unidas a las de su jefe.
  • 17-26. Motivos que encendieron en los combatientes el valor y el coraje. «En efecto, nunca persona alguna, de las que vivieron, luchó ni por una causa más bella, ni contra enemigos más poderosos, ni con menores medios».
  • 27-40. Solemne glorificación de los caídos.
  • 41-43. Epílogo. «Es difícil tal vez consolar a los que están en medio de tales padecimientos; pues las aflicciones no se calman ni con la palabra ni con la ley; antes bien, la naturaleza de cada uno y el afecto hacia el muerto fijan el límite de su penar».