Nos encontramos con el último de los tres grandes trágicos, tras Esquilo y Sófocles. Seguimos para este autor la edición de la Biblioteca Clásica Gredos, con traducción y notas de Alberto Medina González y Juan Antonio López Férez para las primeras diez obras, y de J. L. Calvo, Carlos García Gual y L. A. de Cuenca para las otras nueve. También existe otra edición posterior, revisada, con introducción por Carlos García Gual en el primer caso y de A. Bernabé en el segundo.
La leyenda contaba que Eurípides había nacido el mismo día de la batalla de Salamina (480 aC), y el Mármol Pario (una estela de ese material encontrada en Paros) sitúa su nacimiento en 484 aC. Fue su padre el mercader Mnesarco o Mnesárquides, del demo ático de File, y su madre, Clito, pertenecía a un alto linaje. Nació en Flía, una aldea del Ática famosa por los templos de Deméter y de Eros, y de muchacho participó en las ceremonias religiosas tan íntimamente unidas a la danza que se daban en aquel tiempo. Con sólo cuatro años vivió la invasión persa, y durante buena parte de su vida disfrutó de la exaltación patriótica y del ideal de libertad que las victorias helénicas otorgaron a ese período. Sin embargo, la decepción que destilan sus últimas obras reflejan la amargura de comprobar cómo la democracia era incapaz de resistir los afanes imperialistas que acabarían conduciendo a la guerra del Peloponeso y al desastre político e ideológico.
En 466 aC fue efebo (es decir, realizó el servicio militar ateniense), y parece seguro que durante su juventud participó en certámenes atléticos y gimnásticos. Sintió una afición especial por la pintura, pero muy pronto sus intereses giraron hacia el teatro. Conocía con detalle las doctrinas de Anaxágoras, Protágoras y Pródico, y tuvo estrecha relación con Sócrates. Sintió gran indiferencia por la vida política de su ciudad, y todos los testimonios nos hablan de un autor solitario y retraído. De su vida amorosa sólo sabemos que se casó dos veces: con Melito y con Quérile o Quérine. Tuvo tres hijos: Mnesárquides, Mnesíloco y Eurípides el Joven. Hacia el 408 aC, quizá desengañado por los acontecimientos, se retiró a Macedonia, a la corte del rey Arquelao. Murió en Pella dos años después.
La sociedad ateniense conservadora vio un peligro en la crítica racionalista de la tragedia de Eurípides, como también del pensamiento de Sócrates o los sofistas, tal y como se ve reflejado por las comedias de Aristófanes (de las once conservadas, en tres se ocupa de Eurípides, y en el resto se descubren alusiones y ataques a su vida y pensamiento). Justamente esos ataques de Aristófanes se han visto por los biógrafos posteriores como históricos, cuando únicamente perseguían la hilaridad del populacho. Verbigracia, la pintura que Eurípides realiza de las mujeres sin duda escandalizó al pueblo medio ateniense, poco habituado a la profundización en la complejidad femenina y mucho menos a que las mujeres filosofaran con lucidez y desparpajo. Pues bien, el poeta gozó en la Antigüedad de una inmerecida fama de misoginia, gracias a ciertas escenas de Aristófanes donde juega con el conocido esquema cómico del mundo al revés.
Aunque no podía rechazar el mito, que era parte esencial del teatro griego, Eurípides logró adaptarlo a las exigencias de los nuevos problemas ideológicos. Como Jenófanes, no veía la divinidad en las figuras antropomórficas que le había legado la tradición, y se sirvió del mito como reflejo de la sociedad de su tiempo (por ejemplo, comparando mentalmente la guerra del Peloponeso con la de Troya, aunque sin llegar a representar figuras reales mediante personajes concretos, como se ha querido ver en algún momento), y así adoptaba una nueva versión cuando le era necesario. Su teatro está alimentado por las nuevas doctrinas filosóficas (que asoman por doquier, pero no sistemáticamente), el auge de la retórica (la argumentación calculada preside los diálogos de sus obras, como si asistiéramos a un debate en el tribunal) y un realismo «burgués» (entiéndase el anacronismo terminológico: la expresión alude a la pérdida de la rigidez que el heroísmo otorgaba a los personajes de Sófocles o Esquilo).
El poeta prefería la acción, la anécdota, lo novelesco, la intriga, y las escenas de reconocimiento (a diferencia de los otros dos grandes trágicos que presentaron obras con poca intriga, concentradas en la exposición de los sufrimientos del hombre sometido a las leyes sobrenaturales). Y esta preferencia se refleja en la estructura del drama. En el prólogo, Eurípides suele referirse a los hechos del pasado que afectan a la situación presente; a veces aparecen profecías, pero en ese caso están subordinadas a la aparición de un dios; resulta monótono, y no es raro que el personaje que lo pronuncia no vuelva a salir a escena. El discurso de entrada suele ir seguido de una segunda escena donde un diálogo o una monodia lírica presenta la situación dramática. El coro está formado normalmente por mujeres que suelen tener cierta relación afectiva con el protagonista; suscita la tensión emocional del oyente al estar situado en lugares exóticos o alejados de su país de origen (griegos en Egipto; troyanos en Grecia); es un añadido inconexo con la totalidad. La función lírica se desplaza del coro a los actores, por medio de una interpretación aislada (monodia) o de dúos (kommoí).
Eurípides recorre todas las posibilidades de alternar trímetros yámbicos con versos líricos, con el propósito de destacar los distintos niveles emocionales que cada metro comporta. Su lengua es la típica de la tragedia, compuesta por un fondo dórico y otro jónico-ático, con grandes coincidencias con términos de los prosistas y abundantes palabras acuñadas por él mismo. Acercándose al método pictórico de la época (skiagraphía, basada en la pintura de sombras, y practicada por pintores como Parrasio, Apolodoro o Zeuxis), los versos se llenan de adjetivos compuestos y de términos que aluden a vivos colores y a juegos de luces. Mezcla libremente los tiempos verbales y usa frecuentemente la anticipación mediante la introducción del estilo directo. En sus diálogos contrapuestos (antilogías) es frecuente la stichomythía, consistente en que cada actor pronuncia un único verso de forma alterna, y no faltan tampoco aquellos discursos que ocupan igual número de versos, a modo de tesis y antítesis.
Eurípides presentó sus primeras obras en 455 aC, aunque como ya es norma entre los clásicos, sus obras de juventud se han perdido para nosotros. Compuso cerca de cien tragedias, cosechando numerosas desilusiones y unos pocos éxitos, pero el hecho de haberse adelantado a su tiempo propició que fuera el autor dramático cuyas obras mejor nos han sido transmitidas (gracias en parte a ser sumado a una selección escolar, realizada a mediados del siglo II). Las siguientes son sus obras conservadas, en la que seguimos una cronología que no puede dejar de ser dudosa. De otras (Alejandro, Antíope, Cretenses, Erecteo, Faetonte, Hipsípila, o Télefo) sólo restan fragmentos papiráceos.
- El cíclope, drama satírico, seguramente de fecha temprana.
- Alcestis, tragicomedia presentada en el 438 aC, última de una tetralogía.
- Medea, tragedia del 431 aC, primera de una tetralogía.
- Los Heraclidas, tragedia de fecha desconocida (probablemente 430 aC), encaja con facilidad entre los dramas escritos en los primeros años de la guerra del Peloponeso.
- Hipólito, tragedia del año 428 aC.
- Andrómaca, tragedia de fecha incierta, pues no fue exhibida en Atenas, pero cercana a Hécuba.
- Hécuba, tragedia presentada en el 424 aC.
- Las suplicantes, tragedia de fecha incierta, debe insertarse en la época creadora de los años iniciales del conflicto bélico con Esparta.
- Heracles, tragedia escrita seguramente entre el 423 y el 420 aC.
- Ion, tragicomedia de fecha incierta (hacia el 420 aC).
- Las troyanas, tragedia compuesta hacia 415 aC, última de una trilogía.
- Electra, tragedia compuesta en 413 aC.
- Ifigenia entre los tauros, tragicomedia de la que es imposible precisar si es anterior o posterior a Helena.
- Helena, tragicomedia presentada en el 412 aC.
- Las fenicias, tragedia compuesta hacia el año 412 aC.
- Orestes, tragedia del 408 aC.
- Ifigenia en Áulide, tragedia situada entre 408 y 406 aC.
- Las bacantes, tragedia compuesta entre el 408 y el 406 aC.
- Reso, una pieza de cuya autoría se duda. Si en verdad fuera de Eurípides, se trataría de una obra temprana.
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