Semónides

Como sucede con otros autores antiguos, se dispone de muy escasos datos sobre su vida, y no todos son fiables. Por si fuera poco, algunas fuentes lo confunden con el también jonio Simónides de Ceos.

La mayor parte de los testimonios lo sitúan en la primera mitad del siglo VII aC, pero sin razones de peso.
Cierta hipótesis lo pasaría a la segunda mitad del mismo siglo: dado que se sabe que Semónides partió de Samos para dirigirse a la isla de Amorgos, puede llegar a pensarse que tuvo algo que ver en el asesinato de Demóteles, tirano de Samos (hacia el 600 aC). Pero podría haber muchos otros motivos para la partida del poeta, sobre todo si se tiene en cuenta que se le relaciona con la fundación de las tres ciudades principales de la isla. Los testimonios que hablan de esta colonización de la isla de Amorgos, ya posteriores, rebajan también la datación, pero en general las referencias biográficas tienen un paralelismo muy sospechoso con la vida de Arquíloco y su relación con la colonización de Tasos.
Otra propuesta, basada en la relación temática con las teorías cosmológicas imperantes en las diferentes épocas, rebaja la datación aún más, hasta la segunda mitad del siglo VI aC: la descripción de las mujeres hechas de tierra y de mar estarían relacionadas con la armonía de los elementos y la teoría de los humores. Una hipótesis, de cualquier forma, basada en unos pocos versos y que podría explicarse por una tradición poética independiente de las especulaciones filosóficas.

Como sucedía con Arquíloco, se menciona en fuentes posteriores (Luciano) que existió un personaje a quien el poeta dirigía sus invectivas, aunque el estado de conservación de los textos nos hace imposible corroborar ese dato.

Los textos de Semónides se conservan en su mayoría gracias a la Antología de Estobeo, que reunió, en el siglo V dC, una obra destinada a ser instrumento educativo para su hijo. Unos pocos proceden de Ateneo. La selección convierte al autor en una suerte de pedagogo, a través del yambo, sobre cuestiones vitales, como la conciencia de la muerte, la pequeñez del ser humano ante la divinidad o la maldad de las mujeres (sic). Podría pensarse, incluso, que la finalidad del poeta era exclusivamente moralizante, pero esto se debería al sesgo que le impone la selección de Estobeo.

Conservamos unos cuarenta fragmentos atribuidos a Semónides, muchos de los cuales se reducen a una sola palabra. Unos cuantos están compuestos por uno o dos versos, y aunque parecen sentencias, el sentido en muchas ocasiones se escapa al faltarles contexto. Hay, empero, un par con bastante enjundia.

El primero, con dos docenas de versos, nos recuerda la brevedad de la vida humana y las muchas formas en que pueden acabar sus días. Una versión del carpe diem al que le falta un posible "antídoto" que el poeta parece adelantar en los últimos versos, al censurar una excesiva obsesión por la vivencia cotidiana. Otros fragmentos conservados, más breves, podrían ser parte de la misma obra por su temática. Toman la forma de sentencias de valor general (como «Nadie hay libre por completo de críticas ni de calamidades»).

El fragmento más largo, con 118 versos, trata de señalar la maldad de la mujer al compararla con diferentes animales (así como con la tierra y el mar) a partir de los que habría sido creada por los dioses (cerda, zorra, perra, burra, comadreja, yegua presumida, mona, abeja -la única buena-). La mujer sería un mal enviado por los dioses a los hombres, que no pueden librarse de ellas.

Ananio

Solo hay dos testimonios sobre Ananio (aparte de aquellos donde se conservan los fragmentos de su obra). Tzetzes, en una nota escrita en una obra de Licofrón, pone a Ananio al nivel de Arquíloco. E Hiponacte le tilda de insigne yambógrafo.

También aparece su nombre en un tratado gramatical algo tardío (el Tractatus Harleianus, de autor anónimo), donde se le asigna como especialidad el trímetro yámbico isquiorrógico.

De cualquier forma, la información es prácticamente nula, y su asignación al siglo VI aC es pura conjetura: uno de sus fragmentos cita a Pitermo de Teos (autor de escolios compuestos en el modo jónico), y a su vez es citado por Epicarmo. Por tanto, se deduciría que su vida se situó entre la de ambos autores. Pero Ateneo, que es quien nos transmite el fragmento donde se cita a Pitermo, indica que no se sabe con certeza si el verso es de Ananio o de Hiponacte. Una confusión que se repite con otros fragmentos.

Su obra conservada se reduce a seis fragmentos, cuatro de ellos trímetros. El primero es la parodia de una plegaria a Apolo, en la que se burla de los diferentes lugares que se atribuían la residencia de la divinidad. El primer verso es citado por Aristófanes en Las ranas. El segundo es un único verso (Del oro dice Pitermo que nada vale lo demás) que quizá podría estar relacionado con el tercero, donde compara el valor del oro con los higos (para gente encerrada solo con estas dos cosas). El cuarto es el siguiente:

Con mucho te quiero a ti más que a ninguna
persona, lo juro por la berza.

El quinto fragmento, este en tetrámetros y más extenso, es una listita de alimentos (pescados y carnes) que son gratos en cada temporada.

El último fragmento, de clasificación insegura, se reduce a una única palabra (Tubo).