En las Dionisias de 421 aC, y pocos días antes de la firma de la Paz de Nicias, esta obra quedó segunda, entre Aduladores de Éupolis y Cofrades de Leucón. Los diez años de la Guerra Arquidámica (la primera fase la Guerra del Peloponeso) habían sido durísimos para ambas potencias. Aunque los primeros años habían sido propicios a Atenas (a pesar de la correría anual que los espartanos, superiores en tierra, hacían por el Ática, que era únicamente una molestia), y la victoria de Cleón había hecho que se negara cualquier intento de tregua, la suerte de la guerra cambió por algunos pequeños errores y, sobre todo, por el estrepitoso fracaso en Delio (donde, por cierto, intervino como soldado Sócrates). Brásidas, nuevo navarco de Esparta, decidió atacar a las ciudades que garantizaban el abastecimiento ateniense, y centró su interés en las ciudades costeras de Tracia. Mientras tanto, Cleón abandonaba la política prudente (que tan buenos resultados había dado a Pericles) y se enfrentó en batalla a Brásidas en el verano de 422. Ambos murieron allí. En otoño, el rey Plistoanacte y el moderado Nicias iniciaron las negociaciones que cristalizaron en la llamada Paz de Nicias al año siguiente.
La comedia de La paz es claramente un intento de apoyar esas negociaciones. El tema es la prolongada ausencia de Paz (hecha diosa por el comediógrafo) de la Hélade; mientras que el tema cómico es protagonizado por Trigeo, un viñador. Los dioses han dejado al mando a Guerra, que tiene prisionera a Paz y se dispone a acabar con los helenos. Es necesario realizar un viaje al cielo para liberarla, y Aristófanes parodia así el Belerofontes de Eurípides (425aC), que narraba el inútil intento del héroe corintio por ascender al cielo montado en Pegaso.
A continuación, el resumen de la obra:
Dos esclavos hacen el prólogo: su señor, Trigeo, ha comprado un gigantesco escarabajo pelotero volador, al que ellos deben alimentar con excrementos. Aparece Trigeo a lomos de su escarabajo, dispuesto a ascender al cielo. El héroe cómico reclama la atención de su montura, y también del encargado de manejar la grúa que los llevará por los aires a ambos.
Atento a esto otro: ten cuidado de no caerte desde ahí, no sea que te quedes cojo y proporciones a Eurípides un argumento y vengas a dar en tragedia.
Enseguida llega a las puertas de la morada de Zeus, y acude a su llamada Hermes: ambicioso y completamente indiferente respecto al género humano, cambia su actitud en cuanto se le ofrece un pedazo de carne. Hermes le explica que los dioses han partido del cielo, y que Guerra tiene prisionera a Paz en una cueva.
Guerra, ante la muerte de Brásidas y de Cleón, entra a buscar un nuevo mazo para machacar a los helenos, lo que es aprovechado por el héroe. Junto a Trigeo (sin que se explique cómo) aparece un coro de «panhelenos», hombres de todas las ciudades y de todos los oficios. Hermes los descubre, pero la promesa de que todas las fiestas de los hombres le serán dedicadas y la entrega de una copa de oro llena de vino consiguen su silencio. Vuelve todo el coro al trabajo, mas no tiran todos en la misma dirección, así que Trigeo se queda sólo con los labradores, cuyo esfuerzo conjunto consigue la liberación de la diosa.
Paz aparece con Opora (Buenacosecha) y Teoría (Delegada-en-la-fiesta). Pero todavía no se digna a hablar con los hombres, y es Hermes el que dialoga de nuevo con Trigeo. Hermes expone la interpretación de Aristófanes acerca de la génesis de la Guerra del Peloponeso (muy distinta a la de Tucídides y muy crítica con Pericles), y Trigeo cuenta que Hipérbolo se ha hecho con el control de la Asamblea y que Sófocles se muestra últimamente muy afecto al dinero. Trigeo se dispone a regresar a casa del brazo de las muchachas.
Llega la parábasis del coro de labradores del Ática, que pide el premio para el poeta, llegando a usar la primera persona.
Ya en casa, Trigeo se dispone a casarse con Opora y a entregar a Teoría al Consejo, para lo que se cuestiona a qué personas encargará dicha tarea, introduciendo una serie de equívocos de naturaleza obscena. Tienen luego lugar una serie de escenas episódicas, donde se presenta por tres veces el contraste entre pacifistas y belicistas y la diferente fortuna de unos y otros en los tiempos de paz: un recitador de oráculos, un fabricante de aperos con un armero, y unos niños que cantando revelan quiénes son sus padres (y que son aceptados o rechazados por Trigeo sin contemplaciones). Con el himeneo y el canto ritual del coro finaliza la obra.
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