Hiperides: En defensa de Euxenipo

La única obra de Hiperides que se conserva completa, el discurso Pro Euxenipo, está fechada, como el Contra Atenógenes, entre 330 y 324 aC. Por un lado, porque Olimpia es mencionada como soberana de Dodona, y por otro porque Licurgo, que falleció en el 324 aC, estaba entre los acusadores.

Tras la batalla de Queronea, Filipo había devuelto a Atenas la ciudad de Oropo, y de inmediato el terreno que no estaba consagrado había sido dividido en cinco lotes, que se repartieron entre las diez tribus. Sin embargo, se descubrió después que uno de los lotes, ubicado en una colina, había sido anteriormente asignado al héroe Anfiarao (mítico adivino y rey de Argos), por lo que debía ser devuelto. Para esclarecer el asunto se nombró una comisión formada por tres ciudadanos, que debían pasar una noche en el templo de Oropo para que el dios les revelara la verdad durante el sueño (procedimiento denominado enkoímêsis o énklisis {incubatio}).

Formaba parte de dicha comisión Euxenipo, un rico ateniense, propietario de minas, que al parecer nunca había intervenido en política. Fue él quien informó, al día siguiente, de que el sueño había sido favorable a las dos tribus que habían recibido dicho lote. Un tal Polieucto de Cidántidas, sin embargo, propuso que las dos tribus devolvieran el lote, y que esta pérdida fuera compensada por las otras ocho tribus. El proyecto de ley no salió adelante, y Polieucto fue multado.

Más tarde, con la ayuda de Licurgo, presentó una acusación contra Euxenipo porque consideraba que se había dejado sobornar y había falsificado el sueño revelado por el dios. El proceso fue iniciado por un discurso del propio Licurgo, que se encargó de rebatir un defensor desconocido. Los segundos discursos fueron pronunciados por Polieucto para la acusación y por Hiperides en la defensa. Este último es el discurso que nos ocupa, y el único conservado del proceso.

Dado que la acusación fue introducida mediante el excepcional procedimiento de la eisangelía (reservado para los traidores y para quienes atentaran contra la democracia, así como para los oradores que aceptaran sobornos), en el exordio se denuncia el abuso que se hace de este proceso. También defiende a Euxenipo de las acusaciones que lo hacen estar a sueldo de los macedonios y haber conseguido su riqueza de forma poco honesta.

Se trata de un tema más serio que aquel que ocupaba el Contra Atenógenes, por lo que el tono del discurso es más elevado. Encontramos así al mejor Hiperides, que a la sazón contaba con casi sesenta años: a la lucidez en la argumentación y el orden en que se distribuyen las partes se añade la ligera pero mordaz ironía que empapa toda la obra, así como los bien conseguidos retratos de Euxenipo y Polieucto.

Esta es la sinopsis del discurso, a partir de la numeración de sus epígrafes:
  • 1-8. Mención a los jueces y repugnancia ante el abuso de las eisangelías. Ejemplos de personajes acusados con este tipo de procesos, pero que renunciaron a su defensa y se exiliaron de la ciudad. Bondades de las competencias específicas en los órganos jurídicos atenienses. Explicación de los motivos que cubre la eisangelía.
  • 9-13. Lo extraño que resulta que Polieucto desee que se juzgue a Euxenipo mediante una eisangelía por aceptar sobornos, pero sin que se tenga en cuenta que no es un orador, lo que hace que el procedimiento no sea el adecuado. Conveniencia de la participación de otras personas en la defensa, que Polieucto negó en su discurso. La ayuda pedida por Polieucto en un juicio anterior, y en este mismo, para el que ha llamado al mismísimo Licurgo.
  • 14-18. Comienza la narración de los hechos: la estancia de Euxenipo en el templo, la repartición de las tierras de Oropo entre las tribus, la propuesta de Polieucto. En las palabras del orador se deja entrever que el presente caso sería un acto de venganza por parte de Polieucto, ya que alude en un par de ocasiones a la denuncia y la multa que tuvo que afrontar.
  • 19-26. La acusación de filomacedonismo se basa en que Euxenipo permitió que Olimpia (madre de Alejandro, a la sazón en el gobierno de Macedonia) adornara con una nueva copa la estatua de Salud (Higía). El orador rebate esta acusación exponiendo que Euxenipo nunca ha hablado en favor de Macedonia ni ha hospedado a macedonios en su casa, como otros ciudadanos sí han hecho. Al respecto de esa acción, recuerda que los atenienses restauraron la estatua de Dione en la ciudad de Dodona, que entonces estaba en manos de Olimpia. Si ella no estuviera autorizada a adornar la estatua ateniense, ¿por qué los atenienses iban a poder restaurar una estatua en territorio macedonio?
  • 27-36. Lo innecesario de la acusación. Algunas acusaciones realizadas por Hiperides, en particular la eisangelía contra Filócrates, que permite al orador que la compare con el presente caso. Polieucto no cita los decretos, acusa a un ciudadano particular en una causa reservada a oradores y añade asuntos que no pertenecen al juicio. Entre estos detalles destaca el hecho de que Euxenipo sea rico, una circunstancia que el discurso de Polieucto parece querer aprovechar para poner a los jueces en contra del acusado. Un par de ejemplos de sicofantas que no lograron su objetivo, pues los tribunales desestimaron las denuncias presentadas contra hombres ricos.
  • 37-41. El buen ciudadano no aporta al Estado pequeñas ventajas, sino que se preocupa del futuro del mismo, de la concordia entre los ciudadanos y de la reputación de la ciudad. Solicitud de ayuda a los jueces. De nuevo, inconveniencia del proceso de eisangelía para el caso presente.

Hiperides: Contra Atenógenes

Éste es uno de los discursos mejor conservados de Hiperides, aunque se ha perdido el exordio. Está fechado entre 330 y 324 aC, ya que en el propio texto se dice que han pasado ciento cincuenta años desde la batalla de Salamina (ocurrida en 480 aC), pero no parece que el decreto de Alejandro que permitía el retorno de los exiliados griegos (324 aC) haya sido pronunciado.

El discurso trata un tema particular. Epícrates, el cliente de Hiperides, fue atraído por un jovencito, esclavo de Atenógenes (un meteco de origen egipcio) y embaucado por la ex-amante de éste, una alcahueta llamada Antígona. Con estos engaños Epícrates firmó un contrato por el que se quedaba no solo con el muchacho, sino con su padre, llamado Midas, y su hermano, además de con la perfumería que regentaba esta familia (propiedad de Atenógenes), un negocio cargado de deudas.

Todo favorecía a Atenógenes, pues no existía disposición legal alguna que anulase los contratos estipulados con intención dolosa. Por este motivo Hiperides solicitaba a los jueces que se atuviesen al espíritu de la ley, más que a la letra. Tal vez, a falta de leyes, se presentó una querella por daños. La exposición de los hechos es muy cómica, dibujando un cuadro de costumbres digno de una comedia, donde los personajes hablan con naturalidad y gracia.

Hiperides compuso dos discursos para este proceso, aunque del segundo, que tal vez pronunció el propio orador, solo se conservan citas de otros autores. Se trata de uno de los mejores ejemplos del estilo de Hiperides, pues este tipo de causas se adaptaban mejor a sus facultades.

Esta es la sinopsis del discurso que comienza, como ya hemos indicado, directamente con la narración. Se sigue la numeración de sus epígrafes:
  • 1-5. Epícrates, que no se entiende con Atenógenes, se dirige a Antígona, a la que considera una aliada segura. En su segunda visita ella le comunica que Atenógenes está dispuesto a libertar a Midas y sus dos hijos por cuarenta minas.
  • 6-7. Entrevista de Atenógenes y Epícrates propiciada por Antígona. Atenógenes propone ceder a Midas y a sus dos hijos por contrato, en el que se incluye su almacén de perfumes.
  • 8-12. Epícrates descubre la trama urdida contra él y decide proceder judicialmente.
  • 13-17. Un pacto injusto carece de valor legal. Se citan cuatro leyes en apoyo de esta afirmación.
  • 18-22. Atenógenes es culpable de fraude, ya que debía conocer el importe de las deudas. De lo contrario, debe someterse a la ley sobre las deudas de esclavos.
  • 23-25. Atenógenes pretende que el demandante no quería comprar solo al muchacho, lo cual es absurdo.
  • 26-28. Llamamiento a la benevolencia de los jueces.
  • 29-34. Historial negativo de Atenógenes, como lo demuestra su conducta traidora en Trecén.
  • 35-36. El demandante invita a los jueces a dar un veredicto favorable.

Licurgo: Contra Leócrates

Esta obra, la única conservada de forma más o menos intacta de Licurgo, fue pronunciada en el año 330 aC, poco antes del discurso Sobre la corona de Demóstenes. Su contenido es resultado directo de la batalla de Queronea: Licurgo, como fiscal en el proceso, persigue a aquellos que en los momentos de mayor peligro para la ciudad son capaces de abandonarlo todo para salvar sus propias vidas.

Leócrates era un ateniense acomodado, un herrero que, al enterarse de la derrota frente a Filipo, reunió sus pertenencias y embarcó rumbo a Rodas. Allí difundió el rumor de que la propia Atenas había sido tomada por el rey macedonio. Trasladado a Mégara, Leócrates se dedicó al comercio de grano durante los seis años en que residió allí como extranjero. De hecho, a su cuñado Amintas le había vendido todas sus propiedades en Atenas, aunque finalmente regresó a la ciudad ocho años después de su marcha. En este momento Licurgo presenta contra él una acusación por traición.El proceso terminaría con la salvación de Leócrates por un solo voto.

La tesis del orador es la siguiente: la huida de Leócrates no solo supone un acto de cobardía, sino un crimen contra la patria que debe ser castigado con la muerte. Recurre a argumentos morales más que jurídicos, lo que prueba su patriotismo radical. Entre los agravantes de la conducta de Leócrates cita las dificultades del resto de ciudadanos y el abandono de la ciudad y de sus dioses. Por este punto, serían los dioses los que clamarían venganza, y recordando leyendas y versos antiguos, Licurgo describe lo que se entendía antaño por patriotismo.

El discurso está por tanto lleno de motivos generales en torno al patriotismo, pero sus argumentos son poco convincentes, y es poco probable que Leócrates infringiera alguna ley al abandonar la ciudad. El texto, eso sí, sirve para no dejar dudas sobre la ética personal de Licurgo: admiración hacia el pasado y desprecio hacia el presente, sacralizando los valores políticos y sometiendo la vida privada de los ciudadanos a las exigencias comunitarias.

Esta es la sinopsis del discurso, siguiendo la numeración de los epígrafes:
  • 1-6. Súplica a los dioses para hacer de Licurgo un demandante digno. Su acusación es impopular pero imparcial.
  • 7-15. Leócrates ha cometido un crimen y debe recibir su castigo.
  • 16-27. Historia del crimen: huida a Rodas; llegada a Mégara y disposición de sus propiedades en Atenas; supresión de sus dioses domésticos; tráfico ilegal de trigo.
  • 28-35. Cuando Leócrates fue recusado, se negó a presentar a sus esclavos como testigos, lo que es signo de culpa.
  • 36-54. La huida tuvo lugar durante una grave crisis, con los ciudadanos concentrados en la defensa de Atenas. Elogio de los caídos en Queronea; igual que ellos son distinguidos con honores, Leócrates debe ser castigado.
  • 55-74. Refutación de los posibles argumentos de Leócrates: no actuaba como comerciante (y en cualquier caso, no tendría derecho en aquel tiempo), la acción de cada individuo es importante, y la conducta de Leócrates no puede estar más alejada de la de aquellos atenienses que abandonaron su ciudad a propósito de Salamina.
  • 75-130. Apelación al pasado: respeto tradicional hacia los juramentos (75-82); patriotismo de Codro e historia de piedad filial, con el ejemplo del sacrificio de la hija de Cefiso (83-101); influjo del espíritu de Homero en los héroes de Maratón y del de Tirteo en los héroes de las Termópilas (102-109); ejemplos de rigor atenienses, como el castigo de Frínico y de Hiparco (110-127); ejemplos de severidad espartana, como el castigo de Pausanias (128-130).
  • 131-148. Nulos sentimientos de Leócrates y sus abogados e insistencia en su traición a los atenienses.
  • 149-150. Licurgo ha cumplido con su deber. Solo resta que los jueces cumplan con el suyo.

Licurgo: Introducción

Usaremos para este autor el libro Oradores menores, editado por Gredos, con traducción y notas de José Miguel García Ruiz, así como una introducción a cargo de Cristóbal Macías Villalobos.

De entre las fuentes antiguas, la principal es Vidas de los diez oradores, obra atribuida durante mucho tiempo a Plutarco. Esta biografía se basó en una obra de Cecilio de Caleacte (del siglo I aC, pero dependiente de una vida escrita por Filisco poco después de la muerte del orador), y como apéndice incluyó un decreto del 307 aC, propuesto por Estratocles en honor de Licurgo. Fuentes posteriores (Foción, la Suda) se basan en el pseudo Plutarco.

Licurgo nació en Atenas hacia el 390 aC (se desconoce la fecha exacta, pero era algo mayor que Demóstenes). Fue hijo de Licofrón, de la familia de los Eteobútadas, familia aristocrática pero unida a la causa democrática y vinculada con el ejercicio de cargos religiosos hereditarios: el sacerdocio de Atenea Poliada para las mujeres y el de Posidón Erecteo para los hombres, cargo que ejerció el propio Licurgo. Este origen contribuiría a la integridad y rigidez moral que le caracterizaron.

De su mujer, Calisto, tuvo tres hijos: Habrón, que tendría una importante carrera política, Licurgo y Licofrón, que le daría una única nieta, llamada también Calisto.

El pseudo Plutarco lo hace discípulo de Platón, y es cierto que algunos detalles, como la admiración filoespartana y la idea del sacrificio del individuo al Estado, podrían proceder de sus ideas. De Isócrates habría tomado algunos rasgos de estilo y expresiones.

En los asuntos públicos intervino tardíamente, cuando ya superaba el medio siglo de vida. Es posible que acompañara a Demóstenes en la embajada enviada a diversas ciudades en 343 aC, tras la invasión de Epiro por Filipo. Poco después de la batalla de Queronea quedó al frente de la hacienda pública durante un período de doce años, y se encargó de llenar las arcas incluso arriesgando sus propiedades, pues bajo su garantía personal solicitó préstamos particulares para atender las necesidades más urgentes. También supervisó la política militar, y bajo su administración se reforzaron los muros de la ciudad, se acumuló un arsenal en la Acrópolis y se aumentó la flota. También se encargó de que se restituyeran las estatuillas de oro de la Victoria que fueron usadas para sufragar los gastos bélicos durante la guerra del Peloponeso, de sustituir la madera por la piedra en el teatro de Dionisio y de terminar el estadio iniciado por Filón.

En 335 aC, cuando Alejandro tomó Tebas, los macedonios solicitaron la entrega de Licurgo, Demóstenes y otros antimacedonios, aunque la demanda se retiró tras la intervención de Démades y Foción. Por su labor en la ciudad fue coronado muchas veces, pero también sufrió ataques de sus enemigos. Incluso tras su muerte, ocurrida en 324 aC, su sucesor en el cargo, Menesecmo, le acusó de malversación. Los hijos de Licurgo fueron encarcelados, aunque recibieron la ayuda de Hiperides y Demóstenes.

Por lo que respecta a su obra oratoria, la bibliografía antigua habla de catorce o quince discursos, dando el título de algunos. Pero este número correspondería a los publicados, y el total sería mucho mayor si contamos los discursos pronunciados ante la Asamblea para defender las leyes que propuso o los que pronunció como acusador en causas particulares.

En cuanto a su estilo, su principal característica es la llamada deínosis o aúxesis, es decir, la tendencia a magnificar los temas. Sus virtudes son la elevación, la franqueza, la gravedad y la nobleza de espíritu, pero le faltaba gracia: sus obras resultan demasiado ásperas y duras. Un estilo monótono por la repetición de expresiones y construcciones y el tono tenso y elevado de forma uniforme, aunque se incluyen citas de poetas y diversos mitos. Si la influencia de Isócrates se muestra en la armonía de la frase y la claridad del periodo, se aleja de él por la fuerza de su temperamento.

Pueden dividirse sus discursos en tres grupos:
  • Los que defienden su propia administración, que serían pronunciados bien en la rendición de cuentas de su cargo bien como respuesta a una acusación directa.
  • Aquellos sobre cuestiones religiosas, entre los que se cuentan una acusación por impiedad contra Menesecmo, por haber violado las formalidades durante un sacrificio a Apolo con ocasión de una embajada (y que sería la base del odio de este personaje contra Licurgo) y una participación en el proceso entre las familias Croconida y Coironida por algún privilegio sagrado (durante el cual el orador Dinarco actuaría como adversario).
  • Las acusaciones públicas, muchas con trasfondo político, en las que solía pedir la pena capital.
La mayoría de los discursos atribuidos a Licurgo pertenecen a este último grupo, en particular el único conservado, Contra Leócrates. Tenemos noticias de algunos otros:
  • Un discurso Contra Lisicles pronunciado en 338 aC contra el general ateniense acusado de ser responsable de la derrota de Queronea. Del discurso se conserva un breve fragmento, lleno de vehemencia y desprecio, lo que prueba el desconcierto de la ciudad en esas fechas. El proceso se resolvió con la pena capital.
  • El discurso Contra Autólico, que fue pronunciado poco después de Queronea contra este miembro del Areópago que había huido de la ciudad para poner a salvo a su familia. El orador obtuvo también la pena de muerte. Las circunstancias del proceso coinciden con las de Contra Leócrates, y en ambos casos se comprueba la determinación de Licurgo por perseguir conductas individuales censurables.
  • Un discurso Contra Cefisódoto, personaje que en 334 aC había propuesto que se concedieran honores excepcionales a Démades por su trayectoria política. Es un claro ejemplo de proceso con trasfondo enteramente político.
  • Dos discursos Contra Licofrón, de los que se tienen constancia por el discurso de defensa de Hiperides, conservado de forma fragmentaria. El motivo del proceso fue un supuesto adulterio cometido por el hiparco Licofrón, pero detrás se ocultaba un oscuro caso de herencia. Se eligió el tipo de acusación reservado para los crímenes contra la ciudad, alegando que el comportamiento del acusado podía subvertir la institución familiar. Con muchas dudas, el proceso ha sido fechado hacia 333 aC.
  • El discurso Contra Euxenipo, en el que Licurgo actuó de forma parecida al acusar al procesado de haber cambiado los términos de un sueño revelado por el héroe Anfiarao, por el que se obligaba a dos tribus atenienses a devolver un lote de tierras que se les había concedido en Oropo tras la entrega de este territorio por Filipo. De nuevo contamos con el discurso de Hiperides En defensa de Euxenipo, que puede situarse entre 330 y 324 aC.
  • En 324 aC Licurgo participó en el proceso Contra Aristogitón, y su discurso fue pronunciado antes que el de Demóstenes por el privilegio de la edad. El texto de Licurgo contra este sicofanta debía de ser bastante extenso, y se dedicaría a exponer los hechos con un tono tenso.