Pieza confusa hasta la exasperación, evidentemente no forense (es un ejercicio retórico o un discurso privado) y cargada de otros defectos (demasiadas antítesis y juegos de palabras, pero poco arte en la construcción de la frase y una ausencia casi completa de ritmo), que no puede ser de Lisias. Ciertas expresiones apuntan a una fecha tardía y a su ubicación en un círculo retórico.
El planteamiento, real o ficticio, es como sigue: el acusador anónimo pertenece a una sociedad privada, una suerte de club ateniense con fines religiosos y sociales (quizá también políticos), cuyos miembros se prestaban apoyo financiero y legal. Mas como toda sociedad, se generaban roces entre sus miembros, e incluso odios profundos que podían rozar los límites de lo delictivo. El acusador, miembro incómodo de su club, objeto de chismes, habladurías y desdenes, presta doce minas a otro miembro, Policles, con la garantía de un tercero, Hegémaco, bajo la prenda de un caballo enfermo. Cuando el animal muere, otro miembro de la sociedad calma al acusador, asegurándole que recibirá su dinero, pero al ir a reclamarlo, le advierten que no tiene derecho. Busca entonces ayuda legal dentro del club, pero ésta también le es negada.
En su discurso, además de exponer el motivo de su denuncia se dedica a enumerar los chismes y las calumnias de unos contra otros, hasta que, como conclusión, declara renunciar a su pertenencia a la sociedad.
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