Posiblemente este discurso sea sólo una invención de Platón, usado en el Fedro para realizar una crítica a la retórica. Sin embargo, han manado ríos de tinta en torno a este tema, y los estudiosos no se ponen de acuerdo. Los argumentos lingüísticos, que serían definitivamente objetivos, son usados por ambas tendencias (considerarlo lisíaco o platónico). También cabría la posibilidad de que no fuera ni de uno ni de otro, sino que en tiempos de Platón el discurso corriera con el nombre de Lisias.
Sea como fuere, nos encontramos con un discurso incompleto, pues su frase inicial forma una suerte de transición con un comienzo que contendría una argumentación positiva («Sobre mis asuntos ya tienes información...»). Precisamente, es el primer defecto que le atribuye Sócrates en el diálogo platónico: lo considera acéfalo. El resto sería la demostración de la proposición inicial («hay que conceder los favores al que no ama antes que al que ama»), basada en entimemas, a veces encubiertos, relacionados con el éthos del enamorado y del no enamorado. Los argumentos se agrupan en cuatro axiomas que señalan aspectos negativos del enamorado, siendo el primero el fundamento de toda la argumentación: a) los enamorados están enfermos (su amor dura lo que su deseo, luego se arrepienten); b) los enamorados dejan traslucir sus sentimientos (lo que es un inconveniente para la moralidad); c) la amistad perdura menos con un enamorado (tratan de apartar a su amado del trato con otros, y se prendan del cuerpo antes de conocer el carácter); y d) los enamorados no mejoran a sus amados (nunca los reprenden, y su raciocinio es menor debido a su deseo).
El discurso es repetitivo y sus ideas no son particularmente brillantes, pero sin embargo la estructuración no es muy diferente de la encontrada en los discursos forenses de Lisias. De aquí llega otra crítica de Sócrates: su desorden y falta de trabazón.
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