Discurso complementario al principal, realizado por un amigo como conclusión o peroración. Si se acepta la mención de la ciudad de Acre, lugar en el que Farnabazo concentró un ejército de unos veinte mil griegos para luchar contra Egipto en el 374 aC, este año sería la fecha más probable para la muerte de Nicóstrato, y por tanto para el proceso.
Nicóstrato había vivido once años lejos de Atenas, entregado a la vida militar como mercenario. A su muerte, su fortuna fue objeto de una batalla legal. Al menos cinco demandantes, con argumentos no muy convincentes, reclamaron la herencia de inmediato, pero desistieron ante la solidez de la demanda de Hagnón y Hagnoteo, primos hermanos de Nicóstrato por parte de padre. Un tal Caríades, sin embargo, solicitó la herencia presentando un acta de últimas voluntades de Nicóstrato, en la que le nombraba hijo adoptivo y le legaba su fortuna.
El problema es que los hermanos Hagnón y Hagnoteo solicitan la sucesión de Nicóstrato, hijo de Trasímaco, y Caríades reclama la de Nicóstrato, hijo de Esmicro: se trata de dos personas diferentes, así que los hermanos, en palabras de Iseo, «tendrán que dedicar más argumentos a probar que Nicóstrato era hijo de Trasímaco que a que no hizo testamento».
El orador, con el fin de llegar al corazón de los jueces, se limita a recordar los hechos, sin presentar pruebas. Se defiende la primacía del parentesco sobre el testamento (insistiendo en el buen comportamiento de los hermanos hacia el difunto y hacia la ciudad), y se intenta desacreditar al adversario, presentando a Caríades como un sinvergüenza huido de la justicia, sin relación con Nicóstrato.
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