Seguimos para este autor la primera edición en nuestra lengua, un volumen de Biblioteca Clásica Gredos que contiene sus obras y las de Andócides, traducidas por Jordi Redondo Sánchez.
Antifonte nació en el demo ático de Ramnunte hacia 480 aC, en el seno de una familia aristocrática. Su padre, Sófilo, le enseñó el arte de la retórica, y enseñándolo a su vez y mediante el ejercicio de la logografía se ganó la vida. Poco más sabemos de su vida (un Antifonte fue arconte en 418/417 aC, pero no sabemos si se trata del mismo personaje), excepto que en 411 aC, a la caída del régimen oligarca de los Cuatrocientos, fue sentenciado a muerte por traición. La condena fue ejemplar: se le confiscaron los bienes, se arrasaron sus propiedades, se prohibió enterrar su cadáver en suelo ático y sus descendientes perdieron los derechos civiles.
A pesar de tan señalada participación política, se dejó ver poco por la Asamblea o el Consejo, enemistado como estaba con la causa de los demócratas, que combatió con ahínco. También nos da una idea de su orgullosa personalidad la negativa a implorar la conmiseración de los jueces, tal y como vemos en uno de los fragmento conservados de su discurso de defensa.
La tradición recoge que Tucídides fue alumno suyo, y aún siendo falsa esa noticia, en el breve elogio que aparece en su Historia, encontramos una inequívoca emoción personal.
Respecto a Antifonte tenemos el problema, descubierto en el siglo I por Dídimo de Alejandría, de que en realidad la tradición unió a dos personajes diferentes, un Antifonte sofista autor de La verdad, Sobre la concordia y Político, y el orador que nos ocupa. La obras de este último incluyen las Invectivas contra Alcibíades, un manual de retórica, un libro de Proemios y epílogos (tal vez un capítulo del anterior), y diversos discursos. Sin embargo, la mayor parte de obras se reducen hoy día a fragmentos, por lo que su estudio se basa principalmente en los discursos, que le llevaron a estar considerado el primero de los diez oradores.
Salvo Sobre el asesinato de Herodes, las otras obras han sufrido el que se las señales como apócrifas. Así, Contra su madrastra por envenenamiento se ha calificado de obra de juventud o destinada a la enseñanza, y las ficticias Tetralogías han salido mal paradas al ser comparadas con la estructura canónica del discurso judicial ático. Pero esto se debe a que contienen rasgos lingüísticos y estilísticos de extrema novedad, muy alejados de un discurso judicial real.
Su estilo es a menudo arcaizante, muy literario a veces, caracterizado por el uso de la antítesis, las repeticiones, y las fórmulas legales y retóricas. Se adapta a registros muy diversos: alterna pasajes casi conversacionales, dominados por las repeticiones y los anacolutos, con otros en los que se recrea en las figuras de alta escuela o incluso contienen períodos rítmicos. No faltan neologismos o alusiones a pasajes y episodios de la literatura y la historia áticas.
Éstas son las obras de Antifonte conservadas:
- Contra su madrastra, por envenenamiento. Acusación por homicidio voluntario, de fecha desconocida.
- Sobre el coreuta. Defensa ante una acusación de homicidio. Del 418 aC.
- Sobre el asesinato de Herodes. También defensa contra una acusación homicido. De entre 417 y 414 aC.
- Las Tetralogías, tres series de cuatro discursos sobre el mismo proceso.
Además de algunos fragmentos de diversas obras, entre las que se incluye el género judicial (como su propio discurso de defensa del 411 aC, Sobre el golpe de estado), la propaganda política (representada por las Invectivas contra Alcibíades) o los manuales técnicos (como Proemios y epílogos). Ningún fragmento tiene una dimensión suficiente como para ser de interés. Las fuentes de estos fragmentos son de dos tipos: las citas de otros autores posteriores, o bien los hallazgos papiráceos.
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