Demóstenes: Contra Aristócrates

En el año 352 aC Demóstenes escribió este discurso para un tal Euticles, del demo de Tría. Sin embargo, en la trama real del discurso se enfrentan Demóstenes y el comandante de mercenarios Caridemo, antiguo lugarteniente de Ifícrates, quien le había protegido.

Siguiendo las huellas de Ifícrates, Caridemo se puso a las órdenes de Cersobleptes, hijo del rey de Tracia, y se convirtió en su cuñado. Caridemo, al que los atenienses habían otorgado el derecho de ciudadanía, estaba en posición de ayudar a Atenas, empeñada en ese momento en la guerra contra Filipo de Macedonia. Los amigos atenienses de Caridemo elaboraron un decreto según el cual quien se atreviese a matarlo podría ser aprehendido en cualquier lugar del territorio aliado, y quienes facilitaran asilo al asesino serían excluidos de la alianza.

El decreto fue acogido por el Consejo, pero al llegar a la Asamblea Euticles lo rechazó, alegando ilegalidad por parte de su autor, Aristócrates. Como hemos dicho, detrás de Euticles estaba Demóstenes, quien desde que había tomado parte como trierarco en la desastrosa campaña de Tracia, había concebido antipatía hacia Caridemo. Para el orador, además, aprobar ese decreto suponía que Atenas renunciara a la provincia del Quersoneso Tracio (de importancia vital para controlar el Helesponto y la ruta del trigo procedente del Ponto), debido a que el proyecto de Cersobleptes era unificar Tracia, dividida entre su principado y los de sus dos hermanos.

En resumidas cuentas, el discurso afirma que el decreto de Aristócrates no debe aprobarse porque otorgaría a Caridemo, brazo derecho de Cersobleptes, privilegios que harían reaccionar a los otros príncipes tracios en contra de los intereses de Atenas.

Más adelante, sin embargo, se vería que tal vez hubiese mejorado la situación la existencia de un imperio fuerte en Tracia, pues Filipo arrebató a los hijos de Berisades su principado, y Amádoco sumó el otro al bando de Filipo, en contra de Cersobleptes. Tracia, dividida, cayó en poder de Macedonia.

Aún así, los argumentos jurídicos y morales de Demóstenes son impecables. La moción, de ser aprobada, acabaría con las garantías de un proceso legal (pues en el supuesto del asesinato se ignoraría la presentación de pruebas irrefutables, la defensa del presunto culpable, la objetividad de los jueces, etc). Así que Demóstenes se lanza a analizar diversas leyes establecidas, para comprobar que la del decreto las incumple por diversos motivos. Por otra parte, dice el alegato, no sería digno del mérito ateniense convertirse en guardianes de un comandante de mercenarios que fue tiempo atrás enemigo de Atenas. Ésos son los argumentos que, muy por extenso, esgrime Demóstenes.

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