Este discurso está ligado al Contra Androción, ya que el proceso vuelve a ser un intento de Diodoro, asociado a Euctemón, para dañar a su enemigo Androción. En esta ocasión acusa a uno de sus compinches, Timócrates, de ilegalidad al promover una nueva ley.
El asunto venía de lejos. En el 355 aC, un trirreme ateniense (encargado de transportar a Caria a tres embajadores, entre los que se contaba Androción) apresó un barco mercante egipcio. El pueblo ateniense, cuando se les reclamó el cargamento, consideró que los egipcios eran enemigos por hallarse en guerra de secesión con Persia (en ese momento aliada de Atenas). Los trierarcos confiaron la cantidad a los embajadores, en lugar de entregarla directamente al erario público.
Poco después, Aristofonte, en un momento de dificultades financieras para Atenas, hizo aprobar un decreto que exhortaba a los ciudadanos a denunciar a los individuos que retuvieran dinero del Estado. Ese momento fue aprovechado por Euctemón, el socio de Diodoro, para denunciar a los trierarcos por su proceder (aunque una vez más se estaba atacando a Androción). La cantidad adeudada al Estado había aumentado debido al tiempo pasado, y aún más al estar destinada una parte a los dioses (como todo botín), y era ya el triple de la cantidad inicial.
Es entonces cuando entra en escena Timócrates, quien propuso una ley por la cual se prorrogaba el plazo concedido a los deudores del tesoro público, siempre que se presentaran tres garantes y se jurara pagar en un determinado plazo. Pero esta nueva ley, claramente un intento de socorrer a sus amigos, había sido aprobada mediante un procedimiento poco reglamentario, durante una asamblea de nomotetas convocada a toda prisa, sin ser expuesta en un lugar público ni cumplir los plazos prescritos.
Así que Diodoro y Euctemón, en 353 o 352 aC, presentan una denuncia por ilegalidad. Diodoro, con un discurso escrito por Demóstenes, es el primero en hablar, así que ya no nos encontramos, como en Contra Androción, con una duterología, sino con un discurso principal. Un discurso acusatorio de choque, con un exordio que establece los hechos sumaria y vigorosamente, una presentación de las muchas leyes que Timócrates ha desafiado y violado (como hacer que tenga carácter retroactivo), y un listado de las indeseables consecuencias de la entrada en vigor de la nueva ley (anularía veredictos, el deudor podría escapar fácilmente). Finalmente, el discurso trae a colación al propio Androción, auténtico objetivo del discurso, al exponer las verdaderas intenciones de Timócrates, quien pretendía proteger a sus amigos y permitirles salir impunes del robo al Estado.
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