Hiponacte

La patria de Hiponacte fue Éfeso, uno de los enclaves griegos más importantes ya desde tiempos arcaicos. La relación de esta ciudad y del resto del mundo griego con las civilizaciones cercanas en el continente asiático es en buena parte contradictoria: en determinados momentos de su historia la hostilidad llega al punto del enfrentamiento armado, pero también es evidente la admiración y el influjo cultural entre uno y otro lado. La obra de Hiponacte refleja esta contradicción, como enseguida veremos.

Como es habitual entre estos autores antiguos, los datos biográficos deben ser extraídos de referencias y hallazgos indirectos. Hay una referencia a un exilio del poeta en Clazómenas, y es probable que esto corresponda al período inmediatamente posterior a la toma de Éfeso por el general Hárpago, que tuvo lugar en 541 aC. Proclo, por su parte, databa la madurez del poeta en época de Darío (522-486 aC). En resumen, podemos situar la vida de Hiponacte en la segunda mitad del siglo VI aC.

En la vida de Hiponacte pueden verse puntos en común con la biografía semificticia de otros yambógrafos, como son el encuentro con un personaje que le transmite su poder (en el caso de Hiponacte, la anciana Yambe) y la finalidad denigratoria de las composiciones, ya que al parecer hubo cierta rivalidad entre el poeta y dos escultores: Búpalo y Atenis.

Como en el caso de Arquíloco, este enfrentamiento se teñirá de un halo de leyenda. En cualquier caso, gracias a que Plinio nos dejó la genealogía de estos escultores, y dado que fue hallada una estatua (datable hacia 540-537 aC) con los nombres del padre y del abuelo de ambos, esta rivalidad nos permite confirmar el período vital del poeta. Según las fuentes, Búpalo habría representado deforme a Hiponacte en una escultura con motivo de una fiesta religiosa, pero la violencia que le causaron las burlas del poeta hicieron que se ahorcara. Se refleja aquí una confrontación entre manifestaciones artísticas, una contraposición entre el poder de las artes plásticas y la fuerza de la palabra. Sin embargo, en las composiciones de Hiponacte se nombra a una mujer, Arete, por lo que la rivalidad entre ambos parece haber sido mucho más terrenal.

Otros personajes, además de los citados escultores, aparecen en los fragmentos de Hiponacte, como el pintor Mimnes o el alfarero Esquílides. Pero no podemos aportar datos sobre su relación exacta con el poeta o su posición en la sociedad, más allá de lo planteado por el autor. Aún menos si se tiene en cuenta, insistimos, la dificultad para distinguir entre el nivel ficticio de la composición y la vida real. Por ejemplo, hay un sacerdote, llamado Cicón, que parece protagonizar unos rituales parodiados, pero no tenemos constancia de que sea así realmente.

Hiponacte usó en sus composiciones el dialecto jónico oriental, pero debido a su situación geográfica aparecen algunos vocablos lidios. Son numerosos (si se compara con otros autores) los términos que no pueden encontrarse en ningún otro lugar (lo que se conoce como un hápax), aunque algunos de ellos son compuestos de otras palabras, con un uso paródico o cómico (por ejemplo, trenzamimbres, alzafaldas o coitoveloz). Un recurso que también usa de forma abundante la comedia ateniense, como hemos visto múltiples veces con Aristófanes. El léxico popular y las características del yambo se funden con ciertos rasgos más característicos de la épica, y los diminutivos y formas coloquiales aparecen junto a recursos poéticos como las asonancias o los paralelismos.

En el aspecto métrico, el autor se muestra aún más original. Su creatividad le ha granjeado el honor de ser considerado creador del coliambo (una variedad del trímetro yámbico con la penúltima sílaba larga, en lugar de breve). El efecto rítmico era descrito como una «cojera», y de ahí que se llame a este verso «yambo cojo». Las fuentes clásicas describen el efecto cómico de rasgo estilístico. Paradójicamente, no se ha conservado ninguna obra de Hiponacte que use el verso que en la Antigüedad recibió su nombre (hiponacteo), y que está muy presente en la poesía coral.

Los yambos de Hiponacte conservan esa finalidad inmediata crítica: el vituperio es empleado para reforzar la estructura tradicional de la sociedad del poeta, a pesar de que sus versos parezcan atentar contra los cimientos de esa misma sociedad. Estamos aquí ante un proceso de catarsis, por tanto. Al mismo tiempo, la evolución del género y su adaptación al medio jonio del siglo VI aC pueden verse en tres características de la poesía de Hiponacte:

  • Transpone situaciones cotidianas a un escenario mítico parodiado. Toma motivos de Homero, por ejemplo, y los fusiona con sus personajes contemporáneos, incluido el propio poeta (que vendría a ser Ulises). La referencia mítica le sirve a Hiponacte como ejes de coordenadas donde situar la recreación de su realidad.
  • Recurre a la parodia ritual para reforzar la eficacia de la sátira yámbica y remarcar el beneficio para la sociedad. Varios fragmentos hacen referencia al rito purificatorio llamado pharmakós, una suerte de sacrificio con paralelismos en el chivo expiatorio de los pueblos semíticos, pero con una víctima humana que no acaba ejecutada. A pesar de que algunas fuentes afirmen que sí existía una muerte ritual, están siguiendo la descripción poética, que refuerza el sacrificio del personaje en beneficio de la comunidad. Así, en Hiponacte el elegido para este sacrificio es el más feo y deforme, y al llevar al extremo los detalles del ritual obtiene su comicidad: la eliminación del despreciable ser (por feo) es beneficiosa para la sociedad.
  • Describe las escenas con gran vivacidad y abundancia de elementos obscenos y escatológicos. Aunque sigue aquí la tradición de la literatura yámbica, Hiponacte se muestra mas realista y descarnado.

Como se ha comentado más arriba la influencia de Hiponacte se nota en la comedia ateniense (a pesar de que no sea muy mencionado en el siglo V aC), tanto en el léxico compartido como en las situaciones escenificadas. Aristófanes, de hecho, llega al punto de mencionar el asunto de Búpalo y el nombre de Hiponacte. Con posterioridad, autores como Cércidas de Megalópolis, Fénice de Colofón o Herodas lo tomaron como modelo. Por su parte, Calímaco se identifica con el poeta al comienzo de sus yambos. Entre los romanos, es Catulo donde encontramos una influencia más palpable (mezcla de humor y escarnio, uso de diminutivos).

Los fragmentos de Hiponacte conservados (unos dos centenares, si se cuentan los dudosos) proceden principalmente de una edición alejandrina que contenía una colección de composiciones yámbicas. Como en el caso de otros poetas, luego aparecen muchos fragmentos dudosos, atribuidos por autores posteriores y glosas etimológicas. Además, también como en otros casos, muchos fragmentos son tan breves que no dan posibilidad de averiguar el contexto en que se producen o siquiera un significado exacto.

Una pequeña selección de las composiciones de Hiponacte, donde pueden verse los recursos comentados:

Que de hambre se quede seco y que, expulsado como víctima expiatoria,
se le golpee siete veces en la verga.
Hermes, querido Hermes, cachorro de Maya, Cilenio,
te suplico, pues no hago más que tiritar de mala manera
y me rechinan los dientes...
concede un manto a Hiponacte y una capita,
sandalitas, zapatillitas y sesenta
estáteros de oro del otro platillo.
¡Atenea Málide, ayúdame! Y te suplico que, ya que me ha tocado
un amo estúpido, no me lleve yo las bofetadas.
Dos son los días más gratos que una mujer te da:
cuando te casas con ella y cuando la llevas a enterrar.

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