Tirteo

Las fuentes sobre la vida de Tirteo no son fiables en absoluto. Nos dicen que fue un ateniense al que, para cumplir las instrucciones de un oráculo, los espartanos llamaron no solo como poeta, sino incluso como general. Los detalles sobre su persona se van volviendo más imaginativos conforme transcurre el tiempo: en las fuentes antiguas Tirteo, llamado como estratego, se queda entre los lacedemonios como ciudadano y mentor de la juventud; en Pausanias se le hace cojo y tonto; y en Porfirio tiene deformes todos los miembros. Al mismo tiempo, esta caracterización lo va convirtiendo en un ser prodigioso: su capacidad de influir con la palabra (para animar a la lucha) se traslada a una explicación física basada en la fuerza de su voz, similar al sonido de una tuba (que él mismo habría inventado) y capaz de hacer huir a los mesenios.

Respecto a su nacionalidad ateniense, puede sospecharse de la propaganda de los propios atenienses, como un efecto de su tendencia hegemónica durante el siglo V aC y ese motivo tradicional sobre el poeta errante o el poeta extranjero, llegado de centros culturales. Esta propaganda ha llegado al punto de que a Esparta no se le reconoce ningún poeta «nativo». La lengua usada en los versos no puede servirnos esta vez para dilucidar la cuestión: el dialecto predominante es el jonio, por lo que se ha visto en Tirteo un representante continental de la tradición elegíaca de origen jonio. Y aunque algún estudioso defiende que la redacción original tuvo que ser en dorio (para ser entendida por aquellos a quienes exhortaba: la masa guerrera espartana) y que luego la transmisión modificó el dialecto, no parece haber una prueba evidente para ello, dadas las escasas variaciones léxicas. En definitiva, la nacionalidad espartana está afirmada en los propios versos, y aunque pueden tenerse dudas por aquello del «yo poético», no hay una explicación plausible que nos permita negarlo.

Con Tirteo entra en el género lírico por primera vez la cuestión del papel del poeta y su poesía en la sociedad en la que vive. Sus funciones son variadas: rememorar los hechos, exhortar a los ciudadanos a actuar en momentos de crisis, o reflexionar sobre la moral. Los versos conservados de nuestro autor nos permiten observar la evolución interna que trata de superar la brecha entre aristocracia y damos (la asamblea de ciudadanos espartanos, el organismo gubernamental más cercano a la democracia que tuvo la ciudad), y desviarla hacia la distinción hilotas (mesenios) y libres (espartanos) que se dio tras la victoria de Esparta sobre Mesenia en la segunda de sus guerras (hacia 640-600 aC, lo cual nos da cierta idea sobre la cronología de Tirteo hacia finales del siglo VII aC). Esto hace que el papel del poeta sea configurar una ideología de la comunidad y una identidad basada en la diferencia con el «otro».

En los versos de Tirteo encontramos un cambio en la función de la exhortación con respecto a la épica: de un nivel meramente narrativo, se pasa aquí a buscar un efecto inmediato y real entre la palabra y la acción guerrera. El poeta destaca los valores de la sociedad espartana, con insistencia en la repercusión que la conducta individual tiene en la colectividad.

Los fragmentos conservados son bastante breves, como en otros casos de poetas antiguos, y no sabemos si existe una unidad entre ellos o proceden de obras diferentes. Las fuentes antiguas nos hablan de una Eunomia, pero este no es el título que le dio el poeta, sino un nombre común aplicado en la Antigüedad a las obras que hablan sobre el buen gobierno y el texto legal que lo rige. Así, otros hablan al referirse a estos fragmentos de una «constitución» de los lacedemonios. Con respecto a otros fragmentos, algunos son englobados en unos supuestos cinco libros que incluirían consejos expresados mediante elegías y cantos de guerra. En general, todos ellos se dedican a alabar la valentía, a recordar el honor y la gloria alcanzados por quien lucha (aunque muera).

Dejamos aquí un par de los fragmentos:

Sobre la condición de los mesenios, obligados incluso a llorar por gente hacia la que no tenían más relación que la del vasallaje:
Oprimidos como asnos por pesadas cargas,
a sus amos aportan, obligados por dolorosa necesidad,
la mitad de todo el fruto que sus campos producen.
A sus amos lloran por igual sus esposas y ellos,
cuando a alguno le alcanza el maldito destino de la muerte.
 Una de las variantes en que se anima a la valentía guerrera:
¡Tened valor, pues sois del linaje del invencible Heracles:
aún no tuerce Zeus con desprecio la cabeza!
No temáis a la multitud de enemigos ni seáis presa del pánico
y que cada hombre vaya derecho hacia las primeras filas, sosteniendo su escudo,
que su vida se le torne aborrecible y las negras divinidades
de la muerte tan queridas como los rayos del sol;
pues sabéis hasta qué extremo las acciones de Ares,
que de llanto inunda, son aniquiladoras.
Conocéis bien la índole de la dolorosa guerra y vosotros, jóvenes,
os habéis encontrado en compañía de fugitivos y de perseguidores,
pues aquellos que, aguantando unos junto a otros,
tienen la audacia de ir al combate cuerpo a cuerpo en las primeras filas
mueren en menor número y salvan al ejército que les sigue,
mientras que si los guerreros se aterrorizan, perdido está el valor.
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Para saber más sobre la elegía: Elegíacos antiguos. Allí encontrará la bibliografía utilizada.

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