Uno de los diálogos platónicos más controvertidos, debido a las disputas suscitadas en torno a su comprensión. Es extraño y paradójico, y tanto la autocrítica de la primera parte como la aporética sobre el Uno de la segunda parecen cuestionar la propia teoría de las Ideas. Este hecho, y el silencio de Aristóteles respecto a esta obra, llevó a algunos estudiosos del siglo pasado a rechazar la autoría platónica. Por su parte, los discursos antitéticos de la segunda parte han sido interpretados de diferentes maneras, desde una simple polémica humorística que reduciría al absurdo la doctrina eleática del Ser-Uno, hasta una acentuación de la interpretación teológica del Uno. Se examinan dos hipótesis: si el Uno es, o si el Uno no es; pero este examen se queda en la exposición de las contradicciones que se siguen a cada hipótesis. Es, de alguna manera, un remedo de la dialéctica de Zenón, gran maestro de los discursos dobles. Una dialéctica que busca crear diversas falacias mediante el uso indiscriminado del vocablo «es», confundiendo la identidad y el uso copulativo.
Éste es el resumen y comentario de la obra (se añade en cursiva lo ajeno al propio discurso), siguiendo los epígrafes de los manuscritos, que van del 126 al 166:
- 126-127d - Introducción. Céfalo y dos amigos llegan a Atenas procedentes de Clazómenas y son conducidos por Glaucón y Adimanto a casa de Antifonte, para que les relate el diálogo que en otro tiempo mantuvieron Sócrates, Zenón y Parménides, que él mismo oyó a Pitodoro.
- 127e-137c - Primera parte. Objeciones a la teoría de las Ideas.
- 127e-130a - Crítica de Sócrates a los argumentos de Zenón. Zenón niega la multiplicidad (tal y como Parménides afirma que Todo es uno), y Sócrates cree superar esta visión con la introducción de la doctrina de las Ideas.
- 130b-134 - Objeciones de Parménides a la teoría de las Ideas. Son objeciones que surgen de la relación entre las cosas y las Ideas (según la teoría de las Ideas, tal y como se muestra en el Fedón, las cosas sólo son reales por su «participación» en una Idea): Argumento del «tercer hombre» (la autopredicación de las Ideas {que la Justicia es justa, la Piedad piadosa, o la Belleza bella} invalidaría la teoría; sin embargo esta predicación es en realidad una identidad {decir «la Justicia es justicia» vale tanto como decir que la Justicia es idéntica a su propia esencia, a «lo que es ser justo»}). Las Ideas como pensamientos (tesis de Antístenes, introducida por Socrates para superar el argumento anterior; pero como ya se estableció en República, el pensamiento se realiza sobre algo que existe). Las Ideas como paradigmas o modelos (en ese caso, la cosa se asemejará a la Idea, pero la Idea se asemejará a la cosa, y se necesitará otra Idea que dé cuenta de tal semejanza, volviendo así al argumento del «tercer hombre»; mas el error es aquí suponer que la relación original-copia {es decir, Idea-cosa} sea reversible). Incognoscibilidad de las Ideas (si las Ideas son entidades por sí mismas, separadas del mundo sensible, la falta de relación las haría incognoscibles; de mismo modo, las cosas serían incognoscibles a los dioses, que participan del Conocimiento en sí; no obstante vuelve aquí a confundirse la Idea con la ejemplificación perfecta de ella {es decir, con una cosa}, y a un dios con una sola Idea). Se abre con estas objeciones la separación entre el orden inteligible y el orden sensible, como si se tratase de dos mundos enteramente distintos: el de las Ideas, siempre idénticas e inmutables, y el de la multiplicidad cambiante de los sentidos. Pero estas objeciones no van contra la teoría de las Ideas, sino contra cierta manera de expresarla, basada en considerar las Ideas como cosas.
- 135a-135c - Las Ideas, supuestos necesarios del pensamiento. El propio Parménides da por sentado que la teoría de las Ideas es básicamente verdadera. Si no hubiera Ideas, algo estable en el devenir, el conocimiento sería solamente transmitido por las sensaciones, múltiples y cambiantes, y no podría explicarse. La teoría es verdadera, pero necesita más rigor y precisión.
- 135d-136d - El ejercicio dialéctico. Parménides exige entonces que el método de trabajo explore las diferentes opciones y sus consecuencias, para cada una de las Ideas. Sócrates le pide que desarrolle alguna hipótesis.
- 136e-137c - La hipótesis sobre el Uno. La formulación de la propia hipótesis (si el Uno es o no es) ya resulta ambigua. Se tratará en toda la segunda parte de dilucidar si cada Idea es en sí misma, lo que supondría que es una, y por tanto participa de la Unidad. Ésta se presentaría como la condición de toda Idea, y sería una exigencia de la teoría.
- 137d-166 - Segunda parte. Hipótesis sobre el Uno. Estudiadas por Parménides mediante preguntas al joven Aristóteles.
- 137d-142a - Primera hipótesis: si el Uno es uno. En ese caso no es múltiple, ni un todo de partes (pues entonces no sería Uno, sino «muchos»); no tiene límites, ni extensión, ni figura (pues no tiene partes). No está en reposo ni en movimiento (y, de hecho, ni siquiera puede estar en un lugar, pues no puede estar en contacto con nada al no disponer de partes). No es idéntico ni diferente (si fuera idéntico a algo, ya no sería uno, y tampoco puede ser idéntico a sí mismo pues entonces participaría de la Identidad, y debe ser estrictamente uno; del mismo modo, no puede ser diferente, pues la pura unidad no admite mezcla con la alteridad). No es semejante ni desemejante; ni igual, ni desigual (por parecidas razones) Será ajeno al tiempo (puesto que no puede ser más viejo o más joven que otra cosa). Será por tanto incognoscible y nada se podrá decir de él, ya que se ha separado la pura unidad, de la existencia, del «Ser» (considerándola mezcla y por tanto ajena a la unidad).
- 142b-155d - Segunda hipótesis: si el Uno es. Es un Uno-Ser (participa de la unidad y de la existencia). Por tanto es un todo de partes (uno y múltiple). Del Uno, el Ser y lo Otro (lo que no es ni es uno) se generan los números infinitos. El Uno es múltiple en sí, al participar de todas las partes. Por el argumento contrario que en la hipótesis anterior llegamos a las siguientes afirmaciones: Tiene extensión y figura. Está en sí mismo y en otro. Está en movimiento y en reposo. Idéntico y diferente. Semejante y desemejante. En contacto y no contacto. Igual y desigual. Participa del devenir. El Uno es cognoscible, pero al perder su propia condición de unidad.
- 155e-157b - Tercera hipótesis: si el Uno es y no es. Variante de la anterior, situada en el cambio, en el llegar a ser, donde se realizan las contradicciones a un mismo tiempo.
- 157c-159a - Cuarta hipótesis: si el Uno es, ¿qué serán los Otros? Toman parte de la unidad, aunque no podrán ser tomados individualmente más que como pluralidad. Son ilimitados, y al mismo tiempo participan del límite (el Uno). Tendrán todas las determinaciones opuestas de la segunda hipótesis: serán semejantes y desemejantes, idénticos y diferentes, etc.
- 159b-160b - Quinta hipótesis: si el Uno es uno, ¿qué serán los Otros? No se podrá decir que sean ni idénticos, ni diferentes, ni móviles, ni inmóviles, ni tan siquiera tendrían número, ya que no poseerían parte en la unidad. Ni tan siquiera serán pensables como «otros».
- 160c-163b - Sexta hipótesis: si el Uno no es, ¿qué se sigue? Aunque no es, es sujeto de relaciones: cognoscibilidad, distinción respecto a los Otros, determinación, etc. Aunque no es, de algún modo es, puesto que lo hacemos sujeto del no ser.
- 163c-164b - Séptima hipótesis: si el Uno no es de ningún modo, ¿qué se sigue? Esto es parte de la teoría del Parménides histórico, que redujo la negación a la total ausencia del ser, a la nada. Suponer que el Uno no es significa suponer que no hay unidad del Uno, y no podrá determinarse nada de este Uno respecto de sí mismo, pues carece de mismidad, ni respecto de los Otros, porque suponerlo diferente sería convertirlo en algo. Por tanto, la negación no exige un sujeto, pues es simplemente la máscara gramatical de un sinsentido.
- 164c-165d - Octava hipótesis: si el Uno no es, ¿qué serán los Otros? Sólo podrá hablarse de la alteridad de los Otros entre sí, al no poder compararlos al Uno, y se mostrarán como «multitudes» indefinidas e ilimitadas; nunca podrá encontrarse una parte indivisible que sea su principio, pues no habrá unidad.
- 165e-166b - Novena hipótesis: si el Uno no es en absoluto, ¿qué se sigue para los Otros? Nada puede ser ente, ni siquiera en apariencia (como sí sucedía en la anterior).
- 166c - Conclusión general, forzada, artificiosa: si hay Uno o no lo hay, tanto el Uno como los Otros, son todo y no lo son, parecen serlo y no lo parecen.
Gracias por tu explicación. Esclareciste muchas de mis dudas acerca de este complicado discurso.
ResponderEliminarUn placer. Y muchas gracias por el comentario.
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