Tras la batalla de Leuctra (371 aC), Esparta pierde la hegemonía en la Hélade, que pasa a manos tebanas. Tras la primera invasión tebana del Peloponeso (369 aC), los hilotas y mesenios reconstruyen la ciudad de Mesenia (que había sido destruida por los espartanos un siglo atrás). Tebas ofrece la paz (en 366 aC) imponiendo, entre otras condiciones, que se reconozca la independencia de la nueva Mesenia, lo que aceptan Corinto y otros aliados de Esparta. Ante la asamblea espartana, Arquidamo III, hijo del rey Agesilao, se alza para condenar el abandono de Mesenia. No defiende su sistema político, sino la propia identidad de Esparta y su presencia dentro de la comunidad de estados griegos.
¿Pronunció realmente este discurso Arquidamo, o es un nuevo ejercicio retórico de Isócrates? La crítica, tanto la antigua como la moderna, no se pone de acuerdo a este respecto. La obra está en la línea del Plateense y el Nicocles, en los que Isócrates pone sus ideas en boca del personaje que pronuncia el discurso. También cabe preguntarse cómo el ateniense Isócrates defiende el imperialismo de Esparta. el ideal panhelénico del autor harían poco atractivas para él estas rencillas entre griegos. Además, su enemistad hacia Tebas ya había quedado clara en el Plateense.
La fecha de la obra podría coincidir con el 366 aC, año en el que las Helénicas de Jenofonte sitúan las primeras disensiones entre Esparta y sus aliados.
El discurso se abre con una captatio benevolentiae en la que Arquidamo explica qué motivo le lleva a atreverse a hablar, a pesar de su juventud: que la ciudad vota «cosas indignas de ella» y que son los jóvenes quienes marchan a la guerra. Recuerda que los espartanos siguen luchando en libertad: antes para mandar sobre otros, en ese momento para no hacer lo que mandan los tebanos. Ataca los consejos de los aliados de Esparta, a quienes tacha de cobardes, y luego pasa a recordar la llegada de los dorios al Peloponeso (el mito de los hijos de Heracles), donde se cuenta cómo se tomó Mesenia, que por tanto es de los espartanos por derecho, lo mismo que su propia patria.
Seguidamente recuerda cómo en ocasiones los más débiles han vencido en las guerras, como les sucedió a los atenienses durante las Guerras Médicas, al tirano Dionisio frente a los cartagineses, o a Amintas de Macedonia contra los ilirios. Presenta también varios ejemplos de la Guerra del Peloponeso, en la que los espartanos ayudaron a diversas ciudades frente al dominio ateniense, para reflejar la vergüenza que sería aceptar las condiciones tebanas. Repasa los posibles aliados contra Tebas, incluyendo a los peloponesios de gobierno democrático, cuyas ciudades han caído en la anarquía.
Propone entonces un plan de acción: enviar a ancianos, mujeres y niños a diversos lugares seguros, y partir a la guerra a cualquier lugar que se elija, obligando así a sus enemigos a pedir su retorno y a entregarles Mesenia, pues tendrían miedo de un ejército tal. Finalmente, acaba el discurso con diversas expresiones para recordar las gestas de los antepasados y la necesidad de emularlos.
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