Esquines: Introducción

Para este autor seguiremos el texto publicado por la editorial Gredos, con las traducciones, notas e introducciones realizadas por José María Lucas de Dios. La obra incluye no sólo los discursos de Esquines y las cartas que se le atribuyeron en el pasado, sino también diversos testimonios, o referencias a su vida y obra realizadas por autores clásicos posteriores.

A pesar de contar con algunas fuentes clásicas para el estudio de este período, en particular la Biblioteca de Diodoro Sículo, las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo (que nos llegan gracias al epítome de Justino), y varias Vidas de Plutarco, las obras más importantes para conocer a este autor son los tres discursos suyos que conservamos, junto con los enfrentados a dos de ellos por parte de su rival político, Demóstenes. Estas cinco piezas oratorias fueron pronunciadas dentro de un contexto judicial, pero se refieren a un trasfondo más amplio, pues se enfrentaban dos formas de ver la actuación política de Atenas durante el siglo IV aC. Es interesante que ambos no sólo no coinciden en la interpretación de los hechos, sino ya en su propia exposición. En esa contienda que ocupará la vida de ambos oradores, la crítica moderna casi siempre se ha dejado llevar por el favoritismo hacia Demóstenes.

La fecha de nacimiento de Esquines no está clara. En el Contra Timarco (año 345 aC) dice tener cuarenta y cinco, lo que situaría su nacimiento en el 390-389 aC. Ésta es la opinión mayoritaria. Sin embargo, se ha conjeturado con corregir el texto por «cincuenta y cuatro», lo que se aproximaría a la biografía de Apolonio, en la que se dice que Esquines murió con setenta y cuatro a la caída de la democracia (año 322 aC). Estos datos nos situarían entre el 399 y el 396 aC.

En cuanto a su familia e infancia, Esquines nos presenta un entorno familiar acomodado, al servicio siempre de Atenas. Demóstenes es hiriente y tendencioso, y trata de desprestigiarle socialmente. Lo más probable es que su padre, Atrometo, fuera un maestro de escuela que enseñaba letras, y en algún momento de finales del siglo V aC y los años noventa del IV aC estuviera en Asia como mercenario. Su madre, Glaucótea, debió de ser sacerdotisa de un culto poco importante. Poco se sabe de su etapa de juventud.

Por el propio Esquines sabemos de su participación en las campañas militares de Atenas: patrullas de fronteras entre 372 y 370 aC, escolta del convoy a Fliunte en 366 aC, batalla de Mantinea (362 aC) y las dos expediciones contra Eubea (357 y 348 aC). Por Demóstenes sabemos que desempeñó cargos menores en la vida pública de la ciudad, dentro del secretariado de diversos magistrados, hasta que ascendió a lector de documentos en el Consejo y la Asamblea. Actuó también como actor de tragedias.

Esquines contrajo matrimonio hacia el 348 aC con la hija de Filodemo de Peania, un hombre rico e influyente. Sabemos que en el 343 aC contaba ya con tres hijos pequeños. Por esos años Esquines se relaciona con figuras destacadas de la política ateniense, como el general Foción o, quien será determinante, Eubulo, líder de los moderados y administrador del fondo para espectáculos. La educación paterna de Esquines, su excelente voz, y su experiencia en el mundo institucional, lo convierten en un agente idóneo para Eubulo.

Aunque entra en la escena política tardíamente, su progresión será rápida, y en el conflicto de Olinto (348 aC), ya se encuentra entre los protagonistas: Tras la caída de esta ciudad ante Filipo II de Macedonia, se extendió entre los atenienses cierto entusiasmo bélico, y Eubulo presentó una propuesta para enviar a todas las ciudades griegas delegados con la invitación para visitar Atenas y discutir las medidas a tomar contra el avance macedonio. En la defensa de esta moción ante el Consejo y la Asamblea intervino Esquines, consiguiendo una entusiasta aprobación, y él mismo fue comisionado para visitar las ciudades del Peloponeso. En el invierno de 348/347 aC, Esquines visitó Megalópolis, pero su propuesta cayó en saco roto: la distancia entre las ciudades griegas parecía infranqueable.

En el 346 aC, Atenas envía un grupo de diez embajadores para tratar la paz con Filipo. Este número da cuenta de la importancia otorgada al evento, y también hacía posible que estuvieran representadas las diversas tendencias políticas. Curiosamente, Esquines estaría entre el sector más crítico (siguiendo la línea marcada por Eubulo) y Demóstenes entre los promotores de la idea. En su discurso, Esquines al parecer se extendió ampliamente en la reivindicación de Anfípolis por parte de Atenas. Filipo lanzó una contrapropuesta realmente vaga, anunciando que ambos bandos mantendrían sus posesiones y que Atenas sería beneficiada cuando se concretase la paz. Este último punto será una esperanza continua para Esquines, mientras que Demóstenes vería en él una falsedad más de Filipo.

Una vez aceptados los términos por los atenienses y sus aliados, se envió una segunda embajada, para recibir los juramentos de Filipo y conseguir la liberación de los prisioneros atenienses en Macedonia. En esta ocasión, en su discurso Esquines trató el problema de la reciente revuelta en la Fócide y sugirió la conveniencia de frenar el poder de Tebas apoyando a las ciudades beocias. Tras el regreso a Atenas, Filócrates, quien había propuesto inicialmente la paz con Macedonia, propone ahora extender la alianza a los descendientes de Filipo, así que los atenienses prepararon una tercera embajada. Demóstenes, que había acusado al resto de embajadores por su actuación, se abstiene en esta ocasión de participar. Esquines habló a favor de los focenses, que habían sido ya vencidos, y logró que el castigo final no fuera tan duro como el que otras ciudades pedían.

Durante el período conocido como paz de Filócrates (346-340 aC), Esquines llevará una vida más apartada, salvo por el proceso que en 343 aC abre Demóstenes contra él, acusándolo de acción fraudulenta en las embajadas. Finalmente la paz se rompió por un asunto en el Helesponto: Bizancio y Perinto veían con temor el avance macedonio por la Grecia septentrional, y buscaron la ayuda de Atenas, en cuyo seno crecía el sentimiento antimacedonio. Filipo puso sitio a ambas ciudades y se apropió de una flota ateniense que transportaba trigo, a juicio del macedonio suministros para su enemiga Selembria. Los atenienses quebraron la estela donde estaban grabados los términos de la paz, rompiendo literalmente el tratado.

Pero en conflicto frontal fue más cercano geográficamente. Cuando los miembros atenienses del Consejo anfictiónico llegaron a Delfos, fueron acusados por los locrios de Anfisa, aliada de los tebanos, por haber ofrecido al templo unos escudos con inscripciones relativas a la alianza de Tebas con Persia al final de las Guerras Médicas. Esquines, que sustituía a uno de los enviados, realizó una defensa de Atenas tan vehemente que originó la cuarta guerra sagrada, en esta ocasión contra Anfisa. El líder de los tesalios dirigía las fuerzas aliadas, pero entregó las riendas de los ejércitos a Filipo, quien en lugar de dirigirse hacia Anfisa, cambió de rumbo, moviéndose hasta Elatea en la Fócide, lo que en alguna medida permitía suponer una marcha hacia Atenas. El pánico se apoderó de los atenienses, exacerbado por la actuación de Demóstenes, quien expuso ante la Asamblea que ponerse en pie de guerra ostensiblemente animaría a los tebanos. Así que Filipo, si deseaba mantener su hegemonía sobre el Consejo anfictiónico, debía atacar a Anfisa, lo que supondría enfrentarse a Tebas, aliada ahora de Atenas. La lucha armada entre los dos bloques era la única solución, que llegó en la batalla de Queronea (338 aC) donde el macedonio resultó vencedor una vez más. Filipo fue magnánimo con Atenas (a la que envió a su hijo Alejandro para tratar una nueva alianza) y fue algo más duro con Tebas. En invierno, el macedonio convocó en Corinto una conferencia de ciudades griegas que desembocaría en la Liga de Corinto: cada ciudad conservaba su libertad, pero todas ellas se unirían contra aquélla que intentara alterar la situación política. Filipo parecía querer equilibrar y pacificar Grecia, para un posible asalto sobre Persia, donde el papel culturizador de Atenas podría ser fundamental.

Esquines irá desapareciendo una vez más de la escena política, y sólo reaparece en 336 aC, en el proceso contra Ctesifonte. Éste propuso que se concediera una corona de oro a Demóstenes durante las Grandes Dionisias, en reconocimiento a sus muchos méritos políticos. Esquines toma como pretexto la posible ilegalidad de la propuesta para someter a juicio público la trayectoria política de su rival. La presentación formal ante el tribunal se aplazará seis años, hasta el 330 aC. Pero las cosas se le torcieron, y perdió sus derechos civiles al no poder pagar la multa por no conseguir la quinta parte de los votos del tribunal. Después de este fracaso judicial y político, Esquines se exiliaría, aunque no podemos saber su destino. La tradición lo hace pasar a Éfeso, y tras la muerte de Alejandro Magno a Rodas, donde tal vez enseñara retórica, y Samos, donde moriría finalmente.

Por lo que respecta a sus obras conservadas, es prueba de su buen hacer literario la aparición de gran cantidad de citas poéticas (más aún en su primer discurso, cuando su habilidad retórica estaba menos desarrollada). Otras características importantes de su obra nos las da Filóstrato (siglos II-III dC), que hará a Esquines «fundador de la Segunda Sofística» buscando así un punto de unión entre el aticismo clásico y esta escuela en tierras de Asia menor, y siguiendo los rasgos de su estilo: énfasis en la improvisación, teatralidad, uso de citas poéticas y recursos del género lírico.

Como hemos dicho, conservamos tres discursos de Esquines.
  • Contra Timarco, compuesto en el 346-345 aC para enfrentarse al proceso que este personaje, amigo de Demóstenes, se disponía a abrir contra él.
  • Acerca de la embajada fraudulenta, escrito de defensa contra el discurso de Demóstenes del mismo título, pronunciados ambos en el 343 aC.
  • Contra Ctesifonte, una acusación de ilegalidad presentada en el año 336 aC, pero cuya vista se aplazó hasta el 330 aC.
Junto a ellos, la tradición nos lega un conjunto de doce cartas, todas ellas consideradas apócrifas y, por rasgos estilísticos y de contenido, obra de una sola persona, ya en el siglo II dC. La tradición también le atribuyó un discurso Delíaco, no conservado, donde defendería a Atenas del pleito presentado por la isla de Delos ante el Consejo Anfictiónico sobre ciertos derechos del santuario de Apolo. Al parecer, Esquines fue apartado del proceso por el Areópago, siendo sustituido por Hiperides.

Él mismo se confiesa autor esporádico de poesía amorosa, concretamente de corte homosexual (podemos suponer que en torno a la relación erómeno ~ erastés, común entre las familias pudientes de Atenas), pero como es lógico nada de ello se ha conservado.

2 comentarios:

  1. Gracias. Me asignaron de tarea analizar los aportes de tres oradores áticos y acá encontré abundancia.

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