Licurgo: Introducción

Usaremos para este autor el libro Oradores menores, editado por Gredos, con traducción y notas de José Miguel García Ruiz, así como una introducción a cargo de Cristóbal Macías Villalobos.

De entre las fuentes antiguas, la principal es Vidas de los diez oradores, obra atribuida durante mucho tiempo a Plutarco. Esta biografía se basó en una obra de Cecilio de Caleacte (del siglo I aC, pero dependiente de una vida escrita por Filisco poco después de la muerte del orador), y como apéndice incluyó un decreto del 307 aC, propuesto por Estratocles en honor de Licurgo. Fuentes posteriores (Foción, la Suda) se basan en el pseudo Plutarco.

Licurgo nació en Atenas hacia el 390 aC (se desconoce la fecha exacta, pero era algo mayor que Demóstenes). Fue hijo de Licofrón, de la familia de los Eteobútadas, familia aristocrática pero unida a la causa democrática y vinculada con el ejercicio de cargos religiosos hereditarios: el sacerdocio de Atenea Poliada para las mujeres y el de Posidón Erecteo para los hombres, cargo que ejerció el propio Licurgo. Este origen contribuiría a la integridad y rigidez moral que le caracterizaron.

De su mujer, Calisto, tuvo tres hijos: Habrón, que tendría una importante carrera política, Licurgo y Licofrón, que le daría una única nieta, llamada también Calisto.

El pseudo Plutarco lo hace discípulo de Platón, y es cierto que algunos detalles, como la admiración filoespartana y la idea del sacrificio del individuo al Estado, podrían proceder de sus ideas. De Isócrates habría tomado algunos rasgos de estilo y expresiones.

En los asuntos públicos intervino tardíamente, cuando ya superaba el medio siglo de vida. Es posible que acompañara a Demóstenes en la embajada enviada a diversas ciudades en 343 aC, tras la invasión de Epiro por Filipo. Poco después de la batalla de Queronea quedó al frente de la hacienda pública durante un período de doce años, y se encargó de llenar las arcas incluso arriesgando sus propiedades, pues bajo su garantía personal solicitó préstamos particulares para atender las necesidades más urgentes. También supervisó la política militar, y bajo su administración se reforzaron los muros de la ciudad, se acumuló un arsenal en la Acrópolis y se aumentó la flota. También se encargó de que se restituyeran las estatuillas de oro de la Victoria que fueron usadas para sufragar los gastos bélicos durante la guerra del Peloponeso, de sustituir la madera por la piedra en el teatro de Dionisio y de terminar el estadio iniciado por Filón.

En 335 aC, cuando Alejandro tomó Tebas, los macedonios solicitaron la entrega de Licurgo, Demóstenes y otros antimacedonios, aunque la demanda se retiró tras la intervención de Démades y Foción. Por su labor en la ciudad fue coronado muchas veces, pero también sufrió ataques de sus enemigos. Incluso tras su muerte, ocurrida en 324 aC, su sucesor en el cargo, Menesecmo, le acusó de malversación. Los hijos de Licurgo fueron encarcelados, aunque recibieron la ayuda de Hiperides y Demóstenes.

Por lo que respecta a su obra oratoria, la bibliografía antigua habla de catorce o quince discursos, dando el título de algunos. Pero este número correspondería a los publicados, y el total sería mucho mayor si contamos los discursos pronunciados ante la Asamblea para defender las leyes que propuso o los que pronunció como acusador en causas particulares.

En cuanto a su estilo, su principal característica es la llamada deínosis o aúxesis, es decir, la tendencia a magnificar los temas. Sus virtudes son la elevación, la franqueza, la gravedad y la nobleza de espíritu, pero le faltaba gracia: sus obras resultan demasiado ásperas y duras. Un estilo monótono por la repetición de expresiones y construcciones y el tono tenso y elevado de forma uniforme, aunque se incluyen citas de poetas y diversos mitos. Si la influencia de Isócrates se muestra en la armonía de la frase y la claridad del periodo, se aleja de él por la fuerza de su temperamento.

Pueden dividirse sus discursos en tres grupos:
  • Los que defienden su propia administración, que serían pronunciados bien en la rendición de cuentas de su cargo bien como respuesta a una acusación directa.
  • Aquellos sobre cuestiones religiosas, entre los que se cuentan una acusación por impiedad contra Menesecmo, por haber violado las formalidades durante un sacrificio a Apolo con ocasión de una embajada (y que sería la base del odio de este personaje contra Licurgo) y una participación en el proceso entre las familias Croconida y Coironida por algún privilegio sagrado (durante el cual el orador Dinarco actuaría como adversario).
  • Las acusaciones públicas, muchas con trasfondo político, en las que solía pedir la pena capital.
La mayoría de los discursos atribuidos a Licurgo pertenecen a este último grupo, en particular el único conservado, Contra Leócrates. Tenemos noticias de algunos otros:
  • Un discurso Contra Lisicles pronunciado en 338 aC contra el general ateniense acusado de ser responsable de la derrota de Queronea. Del discurso se conserva un breve fragmento, lleno de vehemencia y desprecio, lo que prueba el desconcierto de la ciudad en esas fechas. El proceso se resolvió con la pena capital.
  • El discurso Contra Autólico, que fue pronunciado poco después de Queronea contra este miembro del Areópago que había huido de la ciudad para poner a salvo a su familia. El orador obtuvo también la pena de muerte. Las circunstancias del proceso coinciden con las de Contra Leócrates, y en ambos casos se comprueba la determinación de Licurgo por perseguir conductas individuales censurables.
  • Un discurso Contra Cefisódoto, personaje que en 334 aC había propuesto que se concedieran honores excepcionales a Démades por su trayectoria política. Es un claro ejemplo de proceso con trasfondo enteramente político.
  • Dos discursos Contra Licofrón, de los que se tienen constancia por el discurso de defensa de Hiperides, conservado de forma fragmentaria. El motivo del proceso fue un supuesto adulterio cometido por el hiparco Licofrón, pero detrás se ocultaba un oscuro caso de herencia. Se eligió el tipo de acusación reservado para los crímenes contra la ciudad, alegando que el comportamiento del acusado podía subvertir la institución familiar. Con muchas dudas, el proceso ha sido fechado hacia 333 aC.
  • El discurso Contra Euxenipo, en el que Licurgo actuó de forma parecida al acusar al procesado de haber cambiado los términos de un sueño revelado por el héroe Anfiarao, por el que se obligaba a dos tribus atenienses a devolver un lote de tierras que se les había concedido en Oropo tras la entrega de este territorio por Filipo. De nuevo contamos con el discurso de Hiperides En defensa de Euxenipo, que puede situarse entre 330 y 324 aC.
  • En 324 aC Licurgo participó en el proceso Contra Aristogitón, y su discurso fue pronunciado antes que el de Demóstenes por el privilegio de la edad. El texto de Licurgo contra este sicofanta debía de ser bastante extenso, y se dedicaría a exponer los hechos con un tono tenso.

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