Agamenón es la tragedia que abre la trilogía ganadora del concurso trágico del año 458 aC, la Orestea, que se ha conservado completa. Se trata de una trilogía de temática antibélica, mostrando las consecuencias del exceso de poder: pide humanidad y compasión, así como respeto a las antiguas leyes, bajo el espectro del mito.
Agamenón es la obra más magnificente de las tres. Presenta un coro de viejos que espera en la patria el regreso del guerrero que ha marchado lejos con un innumerable ejército: Agamenón, que hace diez años marchó a Troya.
La obra se abre con el anuncio del triunfo: un prólogo por parte del guardián, que vigila las almenaras. Pero algo empaña la alegría del vigía: el coro recuerda la profecía del adivino Calcante (el castigo de los dioses por sacrificar a Ifigenia).
Porque Zeus puso a los mortales en el camino del saber, cuando estableció con fuerza de ley que se adquiera la sabiduría con el sufrimiento.
¡Tuvo, en fin, la osadía de ser el inmolador de su hija, para ayudar a una guerra vengadora de un rapto de mujer y en beneficio de la escuadra!
La sensación de temor es aumentada con la entrada de Clitemnestra, y la visión de los horrores de la toma de Troya. Llega el mensajero, y una vez más se presenta la gloria de la victoria, pero también el infortunio de la flota griega durante su regreso. Llega luego Agamenón con su carro y su amante cautiva, Casandra. Clitemnestra le da la bienvenida, aunque el público sabe la falsedad de sus palabras, ante el asesino de su propia hija.
Agamenón entra en la casa, y ocurre el terrible diálogo de las dos mujeres con el corifeo: la esposa que está a punto de asesinar a su marido y la adivina condenada a no ser creída.
Pero ante todo, la negra sangre caída a tierra de una sola vez con la muerte de un hombre, ¿quién podrá volver a llamarla a la vida mediante ensalmos?
¡A una casa que odian los dioses, testigo de innúmeros crímenes en los que se asesinan parientes, se cortan cabezas, a una casa que es matadero de hombres y a un solar empapado de sangre!
Pero no moriremos sin que los dioses tomen venganza por nosotros, pues otro vengador nuestro vendrá a su vez, un vástago matricida, que tomará por su padre venganza.
Se oye el grito de muerte de Agamenón, y sale de nuevo Clitemnestra, jactándose de su táctica engañosa. El coro la considera criminal. Egisto, el amante cobarde, trata de defenderla, pero recibe las sarcásticas respuestas del coro.
Me salpicaron las negras gotas del sangriento rocío, y no me puse menos alegre que la sermentera del trigo cuando empieza a brotar con la lluvia que Zeus concede.
¿Por qué no prescindiste de tu alma cobarde y mataste a este hombre tú solo, sino que de acuerdo contigo lo mató una mujer, baldón de esta tierra y sus dioses locales?
El tema queda en pie, como corresponde a la primera pieza de la trilogía.
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