La vieja Euriclea anuncia la noticia a Penélope:
-(...) Hallé a Ulises en pie entre los cadáveres, que estaban tendidos en el duro suelo, a su alrededor, los unos encima de los otros; se te holgara el ánimo al verle manchado de sangre y polvo, como un león.
Penélope acude a ver a su esposo, pero necesita una señal para saber que se trata de él: el conocer una peculiaridad de su cama, construida aprovechando el tocón de un olivo.
Ulises ordena a los ocupantes de su casa (hijo, pastores, aedo, criados) que bailen al son de la música, para que crean desde las calles de la ciudad que se ha organizado la boda de uno de los pretendientes.
Acuden al lecho los cónyuges, y tras disfrutar de él un rato, el héroe narra a su esposa todo el devenir de su viaje.
A la mañana siguiente, Ulises llama a su hijo, al boyero y al porquerizo para ir los cuatro a ver a su padre, Laertes.
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