Aristeas de Proconeso

De la vida de Aristeas de Proconeso cuenta Heródoto una leyenda sobre que se le dio por muerto y luego reapareció, solo para volver a desaparecer más adelante. La Suda le atribuye una Teogonía en prosa (de la que nada sabemos) y lo sitúa en la Olimpíada cincuenta (580-577 aC). Los estudiosos modernos no se ponen de acuerdo en si es una figura mítica o de si existió realmente, y mucho menos de acuerdo están en la fecha de su producción.

Del poema que nos ha dejado fragmentos, las Arismaspeas puede calcularse que es del siglo VII aC: primero porque se alude a la expulsión de los cimerios de la zona del mar de Azov (entre el 670 y el 620 aC), segundo porque este poema sería el primero en hablar de los grifos en Grecia, y se han encontrado representaciones de una grifomaquia (combates contra grifos) de factura griega datadas en el segundo cuarto del siglo VI aC, y tercero porque el poema es conocido por Alcmán (que es del siglo VII aC).

En cualquier caso, el poema tuvo cierto éxito entre líricos y trágicos, y circuló durante el siglo V aC. Luego desapareció, conservado solo como citas (algunas falsas) en resúmenes en prosa. Heródoto parece resumirlo: Aristeas alcanzó el país de los isedones, en el norte, y allí escuchó historias de los arimaspos (hombres de un solo ojo), los grifos que guardan oro y los hiperbóreos. Es posible que describiera las costumbres de estos pueblos, y quizá el propio Heródoto tome de este poema las descripciones de los pueblos.

Tzetzes nos deja un fragmento del poema. Así describe a los arimaspos que dan nombre a la composición:
Un solo ojo tiene cada uno en su graciosa frente, frondosos son sus cabellos, los más robustos de todos los hombres.
Longino, en De lo sublime, nos transmite otro fragmento, aunque quizá sea espurio. El autor habla de un pueblo que sufre la vida del mar, aunque no sabemos quién lo dice ni sobre quiénes:
Admirable cosa esta para nosotros, cosa grande para nuestras mentes. Unos hombres viven en el agua, lejos de tierra, en alta mar. Son desdichados, pues sufren terribles trabajos. Sus ojos, en las estrellas, pero su vida la tienen en el mar. Sin duda que muchas veces, tendiendo sus manos a los dioses, les suplican, on sus entrañas penosamente agitadas.
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La Miníada

Todos los testimonios y fragmentos conservados de este poema aluden a escenas en el Hades, aunque se ignora si toda la narración tenía lugar allí o es casualidad que haya llegado así hasta nosotros. Tampoco se sabe con certeza a qué alude el título: Miníada sería «el poema de los minias», es decir, de los habitantes de Orcómeno, pero no sabemos si el poema trataba de la derrota que los orcomenios infligieron a Heracles o de otra leyenda.

También ignoramos la fecha de composición y el nombre de su autor. Pausanias muestra dudas de que sea Pródico de Focea, mientras algún estudioso ha conjeturado que podría ser Quersias, pero solo porque era de Orcómeno. Dado que algunas pinturas de Polignoto se basaron en la Miníada, el poema debe ser anterior al siglo V aC. Por los rasgos lingüísticos, no puede ser muy anterior.

En los testimonios conservados, un papel fundamental lo ocupa Teseo, héroe ático y protagonista de un descenso a los infiernos en el que iba acompañado de Pirítoo, el rey de los lápitas.

Un primer fragmento, conservado por Pausanias al hablar de una pintura de Polignoto, nos habla del inicio de su recorrido:
No obstante, la barca en la que embarcan muertos que llevaba el anciano barquero Caronte no la hallaron allí, dentro del puerto.
Luego el poema presentaría la multitud de personajes con los que la pareja se va encontrando: Anfión, Támiris, Orión, Meleagro...

En el encuentro con este último se produce una conversación que nos llega en un papiro (aunque quizá no pertenezca a la Miníada, sino a una obra de Hesíodo sobre el tema). El fragmento es largo y está mutilado por el estado del papiro. Meleagro cuenta su muerte y pregunta por qué motivo están allí Teseo y Pirítoo. Teseo le cuenta que Pirítoo pretende sacar del Hades a Perséfone, su hermana, para casarse con ella:
Así también intenta pretender una boda entre los bienaventurados con su propia hermana de madre y del mismo padre. (pues dice) que él mismo, por nacimiento, es pariente más próximo de Perséfone, la hija de Deméter, de hermosa cabellera, que el gran Hades. Asegura en efecto que es hermano de madre y del mismo padre (que ella,) y que en cambio Hades es su tío paterno. Esa es la razón por la que dijo que bajaría a la nebulosa tiniebla.
Meleagro se aterra e intenta disuadirlos, recordándole a Pirítoo que ya está casado.

Desconocemos el final del poema, aunque Polignoto pintó que tanto Teseo como Pirítoo quedaron sentados en tronos de los que no podían levantarse. Es seguro que al menos Teseo escapó de allí.

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Pisandro de Camiro

Nota: existe un mitógrafo helenístico del mismo nombre, así como otro Pisandro, también épico, del siglo III aC.

La fecha de producción del poeta Pisandro puede realizarse solo de forma muy indirecta: dado que Rodas (donde se encuentra Camiro, la patria del poeta) explora el Mediterráneo oriental a mediados del siglo VII aC, es ahí donde muchos estudiosos sitúan la producción de la Heraclea, como trasunto de ese interés colonizador.

La Suda indica que Pisandro escribió una obra sobre los trabajos de Heracles en dos libros, además de otros poemas que se le atribuyeron de forma errónea. Dice allí que «fue el primero que le confirió la clava a Heracles», ejemplo del afán innovador de este poeta, que se siente libre para transformar los detalles de la leyenda. Algunos de ellos quedaron dentro del canon, pues por ejemplo Teócrito nos informa de que «dijo cuántos trabajos llevó a cabo Heracles».

Por todos estos datos podemos suponer con bastante seguridad que la Heraclea de Pisandro trataba los famosos doce trabajos. Por los testimonios que nos llegan sabemos que trataba del león de Nemea (golpearlo con una clava y usar su piel después de matarlo parece que fueron innovaciones de Pisandro), la hidra de Lerna (según Pausanias, es posible que en las versiones anteriores a la de Pisandro el monstruo solo tenía una cabeza), la cierva de Cerinea, los pájaros de Estínfalo (que Pisandro convirtió en devoradores de personas, e hizo a Heracles expulsarlas con el sonido de unos crótalos –en lugar de matarlas–), el robo del ganado de Gerioneo, la búsqueda de las manzanas de oro en el Jardín de las Hespérides y, seguramente, el jabalí de Erimanto.

Para confirmar esta última aparición debemos basarnos en el siguiente verso (convertido en un proverbio, a decir de Hesiquio), en el que aparecen los centauros (que intervienen al inicio de esa leyenda):
No hay sentido común entre los Centauros.
No tenemos testimonios sobre el resto de trabajos (la limpieza de los establos de Augías, la captura del toro de Creta, así como de Cerbero, la búsqueda de los caballos de Diomedes y la consecución del cinturón de Hipólita, reina de las amazonas).

Además de los doce trabajos, debían tratarse otras leyendas sobre Heracles, como su campaña contra Troya o sus aventuras en occidente. Por ejemplo, quizá trataba el tema de los Cércopes, cuando escribe los siguientes versos, conservados por un escolio a Aristófanes:
En las Termópilas, la diosa de ojos de lechuza, Atenea, hizo brotar para él aguas termales, junto al cantil de la mar.
Desconocemos el contexto del siguiente verso, conservado por Estobeo:
No debe provocar indignación el decir incluso una mentira para salvar la vida.
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